Planificar la jubilación puede ser un proceso complejo, especialmente para aquellos que cuentan con un ahorro considerable en cuentas de retiro como un 401(k) y una pensión. Una pregunta frecuente entre quienes se aproximan a la jubilación es si deberían comenzar a usar esos fondos primero o retrasar el cobro de los beneficios del Seguro Social para incrementar la renta mensual futura. Tener alrededor de un millón de dólares ahorrados puede hacer que esta decisión sea especialmente significativa, ya que la manera en que se utilicen esos recursos influirá directamente en la calidad de vida durante los años de retiro. El Seguro Social ha sido históricamente una fuente esencial de ingresos para los jubilados, proporcionando un apoyo seguro y vitalicio que cubre parte de los gastos de la vida diaria. Sin embargo, el monto que se recibe al jubilarse puede variar considerablemente dependiendo de la edad en que se solicita el beneficio.
Retrasar la solicitud del Seguro Social más allá de la edad plena de jubilación puede aumentar el pago mensual en aproximadamente un ocho por ciento cada año hasta los 70 años. Esto significa que alguien con un beneficio proyectado de $2,000 al mes a la edad plena de jubilación podría recibir hasta un 24% más si espera hasta los 70 años para comenzar a cobrar. Por otro lado, esperar para acceder al Seguro Social implica que durante esos años sin el ingreso de esta fuente, será necesario depender de otros ahorros o ingresos. Para alguien con $1 millón en un 401(k) y una pensión garantizada, la situación parece favorable para retrasar el Seguro Social, ya que esos recursos pueden servir para cubrir los gastos inmediatos y dejar que el beneficio federal crezca, lo que resultaría en un flujo de caja mensual más alto en la vejez avanzada. Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos y variables importantes.
Debido a la naturaleza impredecible de los mercados financieros, retirar grandes cantidades de un 401(k) puede significar reducir el capital principal, especialmente en momentos de volatilidad o baja en el mercado bursátil. Esto plantea la necesidad de establecer un plan que equilibre la cantidad y el momento de las retiradas para preservar el principal durante el mayor tiempo posible. Además, es importante considerar los impuestos. Las distribuciones del 401(k) generalmente se gravan como ingreso ordinario, y retirar una gran suma podría desplazar a la persona a un tramo impositivo más alto, aumentando la carga fiscal. En contraste, los beneficios del Seguro Social pueden estar parcialmente exentos dependiendo del ingreso general y la situación fiscal individual, haciendo que retrasar el Seguro Social sea una herramienta efectiva para minimizar el pago de impuestos a largo plazo.
Un aspecto clave a evaluar es también el nivel de gastos y deudas del jubilado. Si los gastos mensuales son moderados y no existen deudas significativas, se podría justificar más fácilmente la estrategia de dejar que los beneficios del Seguro Social crezcan, confiando en los ahorros para cubrir los costos inmediatos. Sin embargo, en el caso de que los gastos sean elevados, o existan órdenes de pago como hipoteca o préstamos, podrías necesitar acceder desde temprano a los fondos del 401(k) y la pensión para no comprometer el bienestar financiero. Otro elemento a tener en cuenta es la esperanza de vida y la salud personal. Retrasar el Seguro Social es más conveniente para quienes esperan vivir muchas décadas tras jubilarse, ya que maximiza los ingresos mensuales de manera acumulativa.
Pero para quienes tengan preocupaciones de salud o antecedentes familiares de longevidad menor, reclamar temprano podría significar aprovechar más tiempo los beneficios. El asesoramiento financiero personalizado es fundamental para quienes cuenten con estas opciones. Un asesor puede elaborar un análisis detallado que incluya los flujos de ingreso esperados, proyecciones de gastos, impacto fiscal y escenarios de mercado para definir la mejor estrategia entre usar primero los fondos de pensión y 401(k) o retrasar el Seguro Social. La planificación debe ser integral y considerar factores como la inflación, la volatilidad del mercado, la carga tributaria y los objetivos personales de jubilación. En resumen, para quienes disponen de un monto significativo ahorrado como $1 millón en el 401(k) y cuentan con una pensión, retrasar el Seguro Social puede ser una estrategia financieramente ventajosa que genera mayores ingresos a largo plazo.
No obstante, dependerá de la capacidad para cubrir gastos durante ese periodo sin los beneficios federales y del análisis detallado de impuestos, mercado y salud personal. Tomar una decisión informada puede garantizar la sustentabilidad financiera durante el retiro y un nivel de vida cómodo y seguro.