En el contexto económico mundial actual, la incertidumbre en torno a los aranceles comerciales ha generado una amplia gama de respuestas por parte de las empresas que operan a nivel global. La principal duda que surge es cuánto realmente las compañías decidieron adelantar sus compras y acumular inventarios para protegerse de futuros aumentos en los costos derivados de nuevos aranceles. Esta práctica, conocida comúnmente como “pull forward” o adelanto de inventarios, busca mitigar el impacto financiero y operativo futuras medidas proteccionistas que pueden encarecer la importación de insumos y productos terminados. A lo largo del último año, diversas empresas han manifestado en sus reportes financieros y declaraciones públicas la existencia de una estrategia para acumular bienes antes de que los aranceles entren plenamente en vigor. Esta situación se reflejó en ciertos picos de importación que, en apariencia, superaron la demanda habitual.
Sin embargo, es importante examinar con cuidado la magnitud de este fenómeno. ¿Realmente se están multiplicando los inventarios o se trata de incrementos marginales dentro de una dinámica de negocio normal? Uno de los indicios más claros sobre el comportamiento de las compañías fue el aumento en las importaciones registrado durante el primer trimestre, especialmente en marzo, cuando se observaron incrementos significativos en los flujos de mercancías hacia Estados Unidos. Citigroup señaló que sus clientes estaban claramente adelantando importaciones para acumular inventarios, mientras que UPS observó un notable repunte en la demanda por servicios de entrada hacia Estados Unidos, atribuida directamente a la compra adelantada de inventarios anticipándose a posibles cambios arancelarios. Compañías mencionadas en sus reportes, como Apple y Amazon, no ocultaron su estrategia de comprar con anticipación para minimizar el impacto económico. Apple, por ejemplo, anticipó y evidenció en sus datos de obligaciones de compras un aumento de inventarios producido por estas políticas de preparación frente a los aranceles.
Amazon indicó que tanto ellos como sus vendedores terceros habían incrementado el acopio de productos, subrayando la relevancia que estas medidas han tenido en sectores relacionados con el comercio electrónico y la distribución. Por su parte, empresas como Kraft Heinz mencionaron una construcción de inventarios específicos que, aunque limitada, les permitiría cierta flexibilidad para enfrentar incrementos de precios o dificultades de abastecimiento en la segunda mitad del año. WD-40 también resaltó que tomó precauciones para asegurar inventarios en mercados donde se anticipan impactos arancelarios a corto plazo. A pesar del ruido mediático y las percepciones sobre un posible almacenaje masivo, los análisis de expertos revelan que la acumulación de inventario no fue tan dramática como se podría pensar en principio. Según Deutsche Bank, tras un análisis exhaustivo de las cifras de importación relativas a los primeros meses del año, la estimación es que el incremento de inventarios representó solamente entre una a dos semanas adicionales con respecto a las prácticas habituales.
Esto se traduce en unos 190 mil millones de dólares en importaciones extra durante tres meses, equivalente a aproximadamente tres semanas adicionales en términos de volumen. En otras palabras, las empresas apenas aumentaron su stock para cubrir poco más de un mes y medio, algo relativamente moderado. Esta prudencia puede explicarse por varias razones. En primer lugar, muchas compañías han ajustado en los últimos diez años sus prácticas de gestión de inventarios para ser más eficientes y menos expuestas a excesos que generen costos innecesarios. La pandemia del COVID-19 aceleró esta tendencia, ya que las disrupciones en la cadena de suministro mostraron que mantener inventarios bajos pero flexibles era clave para la resiliencia.
Por ello, el nivel de inventarios promedio se ha mantenido alrededor de tres meses, y áreas con bajos inventarios suelen tener al menos dos meses, lo que sugiere que las empresas no estaban dispuestas ni interestadas en aumentar sus niveles de almacenamiento más allá de un mes adicional en previsión de aranceles. Además, la probabilidad real y el impacto efectivo de los aranceles son difíciles de predecir, por lo que muchas empresas podrían haber optado por mantener una posición conservadora en sus inventarios para no comprometer excesivo capital en mercancía que podría quedar atrapada si los aranceles no se implementan o si cambian las condiciones del mercado. El panorama también varía considerablemente según la industria y el tipo de producto. Sectores con cadenas de suministro más largas o con componentes tecnológicos complejos, como la electrónica, tienden a ser más cautelosos y adelantaron compras con mayor antelación en comparación con sectores donde los productos tienen ciclos más rápidos o sensibilidad a inventarios sobredimensionados, como la moda o los productos perecederos. En resumen, aunque existe evidencia clara de que muchas empresas sí construyeron inventarios adicionales con el fin de mitigar el impacto potencial de los aranceles, la magnitud de dicha acumulación fue más controlada y estratégica que masiva.