En el mundo de la política y la economía, pocos temas generan tanto debate como el papel de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed). La Fed, responsable de la política monetaria del país, tiene un impacto directo en la economía global, y cualquier cambio en su liderazgo o en sus políticas puede provocar ondas expansivas en los mercados financieros. En un escenario donde Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos, busca ejercer un mayor control sobre la Fed, incluso sin despedir a su presidente, Jerome Powell, es crucial entender las dinámicas que están en juego y las posibles consecuencias de tales acciones. Desde su llegada a la Casa Blanca en 2016, Trump ha mantenido una relación tensa con la Fed. Aunque Powell fue nominado por Trump en 2017, el ex presidente no ha dudado en criticar las decisiones de la Reserva Federal, especialmente cuando estas no se alinean con su visión económica.
La Fed, que opera de manera independiente, pretende tomar decisiones basadas en datos y análisis económicos, evitando la influencia política directa. Sin embargo, la ambición de Trump por tener una mayor influencia sobre esta entidad es un tema de considerable preocupación y discusión. Una de las formas en que Trump podría buscar ejercer control sobre la Fed sin despedir a Powell es a través de la presión pública. Trump ha demostrado ser un maestro en el uso de las redes sociales y los medios de comunicación para comunicar su descontento y su agenda. Si decidiera lanzar una campaña mediática contra la Fed, enfatizando las fallas de la Reserva en el contexto de la economía estadounidense, podría generar un clima de opinión pública que lleve a la Fed a reconsiderar sus decisiones.
Este tipo de presión puede crear un ambiente de inestabilidad y miedo a perder la legitimidad, que podría forzar a la Fed a tomar decisiones más alineadas con las expectativas de los mercados y las demandas políticas. Otra estrategia que Trump podría considerar es la reestructuración del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), el consejo de la Fed que toma decisiones sobre las tasas de interés y la política monetaria. Aunque el diseño del FOMC implica la participación de varios integrantes con voces independientes, Trump podría tratar de influir en las nominaciones de futuros miembros del comité. Si logra colocar a personas que compartan su visión económica, podría obtener un mayor control sobre la dirección de la política monetaria de la Fed. La capacidad del presidente de nominar nuevos miembros del consejo de gobernadores es otra vía clave.
Durante su mandato, Trump tuvo la oportunidad de nominar a varias personas, y es probable que en un futuro, si regresara a la presidencia, tuviera a su disposición más nominaciones. Reemplazar a miembros del consejo con personas que respalden su postura sobre el dinero fácil o que estén en contra de las subidas de tipos de interés podría ser una estrategia efectiva para cambiar la cultura dentro de la Fed. El uso de la retórica respecto a la inflación también sería una herramienta poderosa para Trump. Si el ex presidente logra convencer a la opinión pública y a los responsables de la política económica de que la Fed necesita adoptar un enfoque más agresivo en el control de la inflación, podría influir en decisiones políticas que favorezcan su agenda. Esto es especialmente relevante en tiempos de alta inflación, donde el miedo a la pérdida de poder adquisitivo puede ser un factor determinante para el apoyo político.
Sin embargo, es importante considerar las repercusiones de este tipo de maniobras. Si Trump logra ejercer control de manera significativa sobre la Fed, podría llevar a una falta de confianza en la autonomía de la institución. Los mercados valoran la independencia de la Fed como un pilar fundamental para la estabilidad económica. Si se percibe que la Fed está bajo el control de un presidente que la utiliza como herramienta política, esto podría desestabilizar los mercados y provocar un aumento en la volatilidad. Adicionalmente, una Fed que actúe bajo la presión política puede verse tentada a priorizar los objetivos a corto plazo de los políticos, en lugar de seguir una dirección económica a largo plazo sustentada por datos - lo que históricamente ha resultado en decisiones que pueden llevar a burbujas económicas y crisis.
Los analistas a menudo recuerdan el periodo de la crisis financiera de 2008 como un ejemplo de cómo las decisiones monetarias mal fundamentadas pueden llevar a una recesión devastadora. Desde el punto de vista político, Trump podría encontrar beneficios en un enfoque más directo hacia la Fed, ya que puede apelar a su base de seguidores que comparte su desconfianza hacia las instituciones tradicionales. A partir de su discurso populista, Trump podría presentarse como un “salvador” frente a lo que podría describirse como una élite económica desconectada de las necesidades del ciudadano común. En este contexto, una intervención en la Fed podría ser presentada no solo como una cuestión económica, sino como una lucha más amplia por devolver el poder al pueblo. A pesar de que es probable que Trump no consiga un control absoluto sobre la Fed, sus esfuerzos por promover una mayor influencia sobre sus políticas podrían tener un efecto tangible en el clima económico estadounidense.