En una transformación significativa dentro del Ejército de Estados Unidos, se han anunciado cambios claves en su programa holístico de salud y fitness (H2F), que impactarán directamente en la manera en que los soldados reciben apoyo para su entrenamiento físico y recuperación de lesiones. La medida principal es el recorte de entrenadores atléticos certificados de los equipos de fitness, siendo sustituidos en su mayoría por entrenadores de fuerza. Paralelamente, se planea otorgar capacitación adicional a los médicos regulares de las unidades para que se encarguen de las lesiones relacionadas con las actividades físicas, optimizando así el uso de recursos y manteniendo el soporte médico necesario para los soldados. La decisión proviene del Vice Jefe de Estado Mayor del Ejército, el General Jim Mingus, quien señaló que la meta final es fortalecer a la fuerza con atletas de alto rendimiento, bromeando con la idea de que "no habremos alcanzado nuestro objetivo hasta tener un Ejército sin cuello", en referencia a la apariencia atlética y poderosa que buscan en sus soldados. Los entrenadores atléticos, que usualmente son especialistas civiles certificados con entrenamiento intensivo en prevención y tratamiento de lesiones deportivas, han sido piezas fundamentales para asistir a los soldados en su preparación física, especialmente en actividades propensas a causar daños como el levantamiento de pesas y carreras intensas.
Sin embargo, debido a consideraciones presupuestarias y desafíos de acreditación médica, el Ejército ha optado por eliminar estas posiciones dentro del programa H2F y aumentar el número de entrenadores de fuerza, quienes se especializan más en la elaboración y supervisión de planes de entrenamiento que en la atención médica directa. Ante esta transición, la responsabilidad de manejar las posibles lesiones físicas recaerá en los médicos de las unidades, que están presentes durante los entrenamientos y ejercicios de las tropas. El Ejército planea capacitar a estos profesionales para identificar y tratar adecuadamente problemáticas relacionadas con el fitness, complementando así el trabajo de los entrenadores de fuerza. De este modo, los médicos no solo continuarán sus funciones convencionales, sino que asumirán un papel más activo en el bienestar físico inicial de los soldados durante el entrenamiento. El programa Holistic Health and Fitness, lanzado en 2017, ha sido una iniciativa clave para transformar la cultura física en el Ejército, yendo más allá de simplemente mejorar la condición física.
El enfoque integral incluye aspectos vitales como la salud mental, el descanso adecuado y una nutrición balanceada. Uno de los objetivos principales de H2F es tener equipos integrados en las unidades que brinden acceso directo y constante a especialistas sin necesidad de largas esperas o citas en hospitales o clínicas. Los equipos diseñados por el programa incluían inicialmente siete entrenadores de fuerza y cuatro entrenadores atléticos para brigadas completas de alrededor de 20 personas. Con el nuevo enfoque, la estructura cambia para eliminar completamente a los entrenadores atléticos e incrementar el número de entrenadores de fuerza a once. Los avances de H2F han sido evidentes, con datos suministrados por el Ejército que muestran una reducción del 14% en lesiones musculoesqueléticas, un aumento del 23% en la tasa de aprobación de las pruebas físicas militares y una mejora del 27% en la calificación de soldados como expertos en puntería con rifle.
Estas métricas reflejan el impacto positivo del programa en el rendimiento y la salud general de los soldados. Sin embargo, la administración del programa ha enfrentado retos específicos en cuanto a la gestión y credenciales de los profesionales involucrados. Los entrenadores atléticos, considerados proveedores de salud, están regulados por la Agencia de Salud de Defensa (Defense Health Agency - DHA), la cual supervisa al personal médico de todas las ramas militares. Pero el programa H2F no contempla puestos directos dentro de la DHA, lo que complicaba el control del Ejército sobre sus equipos de fitness. La intención del Ejército ha sido mantener la autonomía del programa, dominando la organización, operación e interacción entre sus equipos sin depender de estructuras externas.
De ahí el auge de los entrenadores de fuerza —quienes, aunque capacitados en técnicas de entrenamiento y mejora física, no cuentan con el mismo nivel de formación médica que los entrenadores atléticos— y el refuerzo del rol del médico de unidad para cubrir las necesidades de tratamiento e identificación de lesiones. Además, el Ejército reconoce que la colaboración entre entrenadores de fuerza, médicos de unidad, cirujanos y terapeutas ocupacionales será indispensable para cubrir el espectro completo de cuidados necesarios para mantener la salud y condición óptima de las tropas. El General Mingus subrayó que el programa H2F ya no es un experimento ni un piloto, sino un modelo implementado con la visión de aplicarse en todo el Ejército. La meta es equipar a 111 brigadas de maniobra activas con sus equipos H2F para finales del año fiscal 2027, ampliando también pilotos en la Guardia Nacional y la Reserva con configuraciones adaptadas a sus necesidades específicas. Para estas unidades, el acceso a expertos en rendimiento humano podría estar centralizado en ubicaciones fijas, permitiendo asesorías virtuales o presenciales, facilitando la continuidad y calidad del entrenamiento, especialmente en fuerzas que no se entrenan a tiempo completo dentro del Ejército activo.
Mingus enfatiza que lograr soldados más aptos físicamente es fundamental para la efectividad operacional. "Las personas más en forma son más difíciles de eliminar", subrayó. También destacó beneficios intangibles logrados a partir del programa, como la reducción de crisis de salud mental, actos de indisciplina, y la disminución significativa de reportes relacionados con abuso de sustancias, con cifras que evidencian una caída del 22% en casos de conducta problemática y una sorprendente reducción del 502% en perfiles de abuso de sustancias. Este enfoque integral aumenta la resiliencia física y emocional de las tropas, impactando positivamente en su desempeño y calidad de vida en servicio y después de retirados. La inversión económica en H2F, estimada en aproximadamente tres millones de dólares para establecer cada formación y dos millones y medio para mantenerla anualmente, se considera rentable generando ahorros por ese mismo valor en costos asociados a lesiones y bajas médicas.
Asimismo, la mirada a largo plazo destaca el compromiso del Ejército con la calidad de vida posservicio de sus soldados. Con frecuencia, los veteranos enfrentan problemas crónicos de salud derivados de lesiones sufridas en combate o entrenamiento, lo que genera altos costos para programas de salud gubernamentales como los administrados por el Departamento de Asuntos de Veteranos. Mejorar la salud y prevenir daños durante las carreras militares contribuye directamente a reducir ese impacto. En resumen, el Ejército está replanteando su estrategia de fitness y atención a lesiones para optimizar recursos, mantener el control organizativo y mejorar los resultados físicos y psicológicos de sus soldados. Aunque la ausencia de entrenadores atléticos puede generar cuestionamientos, el fortalecimiento del rol médico y el aumento en el número de entrenadores de fuerza, junto con la consolidación del programa H2F, representan una apuesta hacia una fuerza de combate más sana, eficiente y preparada para enfrentar los retos modernos.
Este cambio refleja además la constante evolución de las fuerzas armadas estadounidenses para combinar innovación, cuidado integral y eficiencia operativa en la generación de capacidad humana, buscando siempre aprovechar la ciencia del rendimiento y la salud para maximizar el potencial de sus soldados.