Star Wars es una saga que ha marcado generaciones con sus épicas batallas espaciales, personajes inolvidables y tecnología futurista. Sin embargo, cuando observamos de cerca la física que supuestamente rige ese universo, nos encontramos con algo más cercano a la fantasía que a la ciencia. Estas incongruencias no restan valor a la experiencia cinematográfica; al contrario, hacen que la narrativa y la acción sean más entretenidas y accesibles para el público. El resultado es una mezcla fascinante entre ciencia y ficción, donde las leyes verdaderas del cosmos se doblan para crear espectáculo. La cuestión es, ¿qué aspectos de la física convencional se ignoran en Star Wars y cuál es el beneficio de hacerlo? Comencemos por el sonido en el espacio exterior.
En la icónica escena inicial que muestra una imponente Star Destroyer persiguiendo una nave rebelde, escuchamos claramente el rugir de los motores y los estruendos de las armas disparando. Desde la perspectiva científica, esto es imposible. El sonido es una vibración que necesita un medio como el aire, el agua o un sólido para transmitirse, pues se desplaza en forma de ondas de presión. En el vacío del espacio, donde no hay aire ni otro material suficientemente denso, el sonido no puede viajar. Por más intensa que parezca la batalla, debería ser un silencio absoluto.
Sin embargo, los realizadores eligen incluir estos efectos sonoros para conectar con la experiencia humana. Ver naves espaciales silenciosas y sin reacción sonora podría parecer extraño o aburrido para el espectador. Es el mismo principio que se aplica en muchas películas de ciencia ficción: la escucha hace que la experiencia sea más inmersiva, pese a su falta de realismo. Otro aspecto fundamental que habla de la física errónea en Star Wars es la manera en que las naves espaciales maniobran. Según las leyes físicas, en especial la segunda ley de Newton, para que un objeto cambie su velocidad o dirección, se necesita la aplicación de una fuerza.
Esto implica que en el vacío del espacio, sin una resistencia atmosférica o medio donde ejercer presión, no es posible que una nave pueda girar simplemente inclinándose y cambiando la trayectoria al estilo de un avión. En la famosa batalla del Episo I y otros momentos, los cazas estelares como los X-wing se ven realizando maniobras similares a los aviones de combate de la Segunda Guerra Mundial. Estos giros y curvas requieren una fuerza lateral, que en la Tierra proviene de la interacción del aire con las alas, conocida como sustentación o lift. En el espacio, sin aire, esta sustentación no existe, por lo que la interpretación visual es una licencia artística para que las peleas sean espectaculares y comprensibles para el público. Además, la aceleración constante de las naves debería causar que estas incrementen su velocidad sin límite mientras los motores estén encendidos.
Pero en Star Wars, las naves mantienen velocidades constantes e incluso se detienen con facilidad, ignorando este principio físico básico. Otra gran incoherencia relacionada con la física de Star Wars tiene que ver con los blásters y disparos láser. En la saga, es común ver rayos de luz visibles surcar el espacio de un lado a otro durante las batallas. Sin embargo, un rayo láser real es luz que viaja a la velocidad de aproximadamente 300,000 kilómetros por segundo, lo que significa que si disparas un láser a una distancia cercana, el impacto sería prácticamente instantáneo y el rayo no se vería desplazándose; simplemente aparecería un destello en el objetivo. Además, en el espacio vacío, los rayos láser no son visibles durante su recorrido porque no existe un medio que disperse o refracte la luz hacia los ojos de un espectador.
En la atmósfera terrestre, el polvo, el aire y la niebla ayudan a que podamos ver los rayos. En el extenso y casi vacío cosmos, los láseres serían invisibles salvo al impactar algún objeto que los refleje. Por otro lado, la comunicación en Star Wars también presenta un planteamiento alejado de la realidad física conocida. La velocidad máxima a la que puede viajar cualquier señal o información, según la teoría de la relatividad de Einstein, es la velocidad de la luz. Esto implica que para enviar un mensaje entre planetas distantes o sistemas estelares, si se usa tecnología similar a ondas electromagnéticas, el retraso puede ir desde minutos hasta años.
Por ejemplo, un mensaje de la Tierra a Marte, dependiendo de las posiciones orbitales, puede tardar desde varios minutos hasta más de veinte. Y un envío a la estrella más cercana, Alfa Centauri, necesitaría más de cuatro años en viajar hasta allá. En Star Wars, las comunicaciones interestelares y entre galaxias son instantáneas, algo que viola las limitaciones físicas conocidas. No obstante, esta decisión narrativa permite desarrollar tramas fluidas sin que se detengan en largas esperas y barreras de tiempo. También abre espacio a la mística del universo Star Wars, donde aspectos como la Fuerza o tecnologías avanzadas posibilitan lo imposible.
Estas discrepancias entre física y ficción no solo adornan la saga con un toque mágico sino que generan debates apasionados entre aficionados y científicos. Muchas personas encuentran que cuestionar la ciencia dentro de Star Wars les permite acercarse a conceptos científicos reales y aprender mientras disfrutan. En última instancia, el poder de contar historias prevalece sobre el rigor científico, y la voz de la fantasía gana terreno por encima de las limitantes materiales. Los efectos visuales, el sonido dramático, las batallas vertiginosas y los diálogos cargados de emoción hacen que Star Wars sea más que una simple película de ciencia ficción; se convierte en un fenómeno cultural y una ventana al imaginario humano sobre el cosmos. Al reflexionar sobre estas diferencias, también valoramos cómo funciona nuestro universo real y la complejidad de las leyes físicas que rigen toda existencia.
Salir al exterior, escuchar los sonidos del viento, sentir la gravedad, observar la luz solar… son experiencias que nos conectan con la realidad que las películas a veces rompen para crear un sueño cinematográfico fascinante. En conclusión, aunque Star Wars ignore muchas de las leyes de la física conocidas para favorecer la acción y el espectáculo, esto no hace que la saga pierda su encanto. Por el contrario, sus licencias científicas permiten que la narrativa sea accesible y emocionante para todos los públicos. Es importante reconocer estas diferencias y disfrutarlas por lo que son: un puente entre la ciencia real y la fantasía épica, una invitación a imaginar, a soñar y a apasionarse por el universo, ya sea con la mente de un científico o la emoción de un fan.