A lo largo de la historia, muchas leyendas y mitos han circulado en torno a la figura del papa y el Vaticano, alimentados por la mezcla de misterio, poder y secretismo que envuelve a uno de los cargos más importantes del cristianismo. Uno de los relatos más curiosos y difundidos es el mito de la «silla sanitaria papal» o sedes stercoraria, un supuesto objeto con una función inusual y embarazosa: verificar físicamente que el papa elegido era un hombre biológicamente. Esta historia ha sido parte de la cultura popular durante siglos, a pesar de la ausencia de evidencia histórica contundente que la respalde. ¿Qué hay detrás de esta leyenda? ¿Por qué surgió y cómo ha llegado hasta nuestros días? Este análisis profundiza en la historia, el contexto y el impacto cultural de esta curiosa narrativa. Para comenzar, es fundamental entender el origen del mito.
La leyenda sostiene que después de la elección de un nuevo papa, y para evitar que una mujer usurpara el cargo del sumo pontífice, el elegido debía sentarse en una silla con un orificio perforado. A través de este agujero, un médico o cardenal inspeccionaba los genitales del pontífice para confirmar su identidad sexual masculina. La historia asegura que este examen se hacía en público y con cierto ritual, donde incluso se leía en latín la confirmación: «Duos habet et bene pendentes», es decir, que «tiene dos y bien colgantes». Esta supuesta comprobación respondía al temor ante la posible infiltración femenina en una posición de poder casi exclusiva para hombres. ¿De dónde surgió esta inquietante práctica? Todo parece enlazar con la figura legendaria de la Papa Juana, un personaje cuyo relato ha ido variando pero que sigue siendo una de las leyendas más impactantes relacionadas con el papado.
La leyenda cuenta que Juana era una mujer muy inteligente y capaz que, por medio del disfraz y la astucia, consiguió ascender desde un estatus bajo hasta convertirse en papa durante la Edad Media. Según algunas versiones, su identidad femenina fue descubierta cuando dio a luz en plena procesión papal, causando un escándalo monumental y la necesidad de establecer medidas para evitar repetidos casos similares. Sin embargo, el consenso académico actual es que la existencia de la Papa Juana es altamente cuestionable. Historiadores y especialistas consideran que se trata más de un mito o una alegoría que de un personaje histórico real. Según el estudio del experto Thomas F.
X. Noble, no hay consenso ni evidencia fiable que pruebe su existencia, y las fechas y relatos acerca de su supuesta pontificación varían demasiado. Esto no ha impedido, sin embargo, que se haya convertido en un símbolo del miedo y la vigilancia que la Iglesia ejercía frente a la amenaza de perder el control sobre la línea de sucesión papal. En este contexto, la «silla sanitaria» se habría popularizado como una supuesta medida preventiva para impedir que un caso como el de Juana se repitiese. Pero, ¿existen registros históricos o documentos oficiales que confirmen la existencia de esta silla y práctica? La realidad es que no.
Investigadores como Fernand Leroy y otros historiadores de la Iglesia aclaran que esta historia parece más bien un producto de la imaginación popular y de ciertas narrativas satíricas o críticas hacia la institución eclesiástica. Además, tampoco hay constancia en los archivos del Vaticano sobre la utilización de una silla con estas características. Las fuentes que mencionan esta práctica son generalmente testimonios tardíos o referencias humorísticas de escritores que buscaban criticar o ridiculizar el ceremonial papal, especialmente desde el Renacimiento en adelante. Algunos incluso señalan que esta leyenda perduró porque encajaba con la imagen retorcida de la Iglesia como una institución estricta y algo absurda en sus modos de ejercer el poder. Un detalle interesante que añade color a esta historia es la anotación de que en el siglo XVI algunos escritores decidieron que el supuesto examen había dejado de practicarse debido a que los papas de entonces tenían bastantes hijos ilegítimos, por lo que su género masculino ya era incuestionable.
Esta ironía refleja tanto la decadencia de la imagen papal como las críticas cada vez más abiertas contra la institución. Este mito ofrece además una ventana a las preocupaciones que existieron en épocas pasadas sobre el rol de género y la legitimidad del ejercicio del poder. La idea de que una mujer pudiera llegar a ser papa, aunque fantástica, desafiaba la noción del orden social y religioso dominante. Por esa razón, las historias como la de la silla sanitaria sirvieron para reforzar la exclusividad masculina en el pontificado y para alimentar el misterio alrededor del Vaticano y su selección de líderes. Desde la perspectiva contemporánea, el mito también es un recordatorio de cómo las leyendas pueden crecer y tomar fuerza, incluso sin base sólida, debido al atractivo que tienen los relatos conspirativos, escandalosos o humorísticos.