En los últimos tiempos, el enfoque en la Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) se ha vuelto un eje fundamental en muchas disciplinas, especialmente en el ámbito tecnológico y científico. Sin embargo, esta atención creciente también ha suscitado controversias que afectan la investigación y las subvenciones destinadas a proyectos con objetivos DEI. Recientemente, numerosos proyectos financiados por organismos como la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) en Estados Unidos han sido sometidos a un escrutinio político y social, en ocasiones acusados de promover agendas calificadas de “neo-marxistas” o “propaganda de lucha de clases”. Frente a este panorama, muchos investigadores se preguntan cómo seguir adelante cuando sus subvenciones han sido cuestionadas o incluso amenazadas. Este texto profundiza en cómo navegar estas dificultades sin perder de vista el valor científico y social de su labor.
La controversia en torno a las subvenciones DEI no surge del vacío; se encuentra enmarcada dentro de un contexto político donde ciertos legisladores y sectores sociales interpretan iniciativas para fomentar la equidad como amenazas ideológicas. La Declaración del Comité de Comercio del Senado de los Estados Unidos que calificó ciertas subvenciones DEI como promotoras de “propaganda neo-marxista” refleja una oposición que va más allá de lo científico y se adentra en debates culturales y políticos intensos. Para los científicos, especialmente aquellos enfocados en campos como la inteligencia artificial (IA), esta situación crea un ambiente de incertidumbre y tensión. En la investigación en IA, incluir principios de DEI no es solo una cuestión de responsabilidad social, sino un requisito técnico fundamental para que los algoritmos funcionen correctamente para todo tipo de personas. Models de IA que no consideran la diversidad en sus datos pueden fallar, generando sesgos que tienen consecuencias graves, como diagnósticos médicos erróneos o fallas en reconocimiento facial.
Por ejemplo, modelos entrenados únicamente con datos de hombres pueden no predecir con precisión riesgos de ciertos cánceres en mujeres. De esta manera, garantizar que la tecnología sea equitativa y justa ayuda no solo a promover la inclusión social, sino también a desarrollar soluciones más eficaces y seguras. Frente al escrutinio, la primera recomendación para los investigadores es mantener la claridad en el enfoque científico y ético. La motivación detrás del estudio debe estar bien documentada y explicada, detallando cómo la inclusión mejora la calidad del trabajo y los beneficios que aporta para diferentes comunidades. La transparencia en el uso de fondos públicos y la destacada relevancia del proyecto para la sociedad son piezas claves al comunicarse con patrocinadores y el público.
Además, es importante fortalecer las alianzas con asociaciones profesionales, colegas y organismos de investigación que defiendan la autonomía científica y los valores de equidad. El apoyo colectivo puede ayudar a resistir presiones externas que buscan limitar la investigación sobre DEI. Firmas de expertos y cartas abiertas son ejemplos de cómo la comunidad científica puede articular su posición y generar conciencia sobre la importancia de estos estudios. Otra estrategia útil consiste en la comunicación proactiva, haciendo visible el impacto social y científico de la investigación. Publicar resultados y experiencias en medios accesibles y respetados, participar en conferencias y foros públicos, y emplear un lenguaje que conecte con audiencias no especializadas contribuye a desmitificar el trabajo y a evitar malentendidos ideológicos.
En términos prácticos, las instituciones que albergan estos proyectos deben proporcionar un entorno de apoyo a sus investigadores. Esto incluye asesoría legal, formación en manejo de crisis y espacios para debatir estrategias sobre cómo afrontar cuestionamientos políticos sin comprometer la integridad académica. De esta forma, los investigadores pueden sentirse respaldados y contar con recursos para responder ante investigaciones o auditorías. Un factor esencial es recordar que la ciencia, en esencia, busca ampliar el conocimiento y mejorar la condición humana. Las actividades centradas en combatir sesgos y promover justicia en herramientas tecnológicas representan una continuidad lógica de este propósito.
A pesar de las presiones, persistir en esta dirección es fundamental para garantizar que el avance tecnológico no reproduzca o amplifique desigualdades existentes. Es conveniente también redoblar esfuerzos en documentar rigurosamente los procesos metodológicos, los datos y las conclusiones, asegurándose de que todo el trabajo es reproducible y sometido a revisión por pares. En momentos de escrutinio político, contar con un registro sólido y verificado es la mejor defensa contra acusaciones infundadas. Asimismo, incluir auditorías independientes y colaboraciones internacionales puede aumentar la legitimidad y el respaldo del proyecto. Finalmente, la resiliencia personal y profesional juega un papel importante.