En un momento en que la ciencia y la innovación tecnológica avanzan a pasos agigantados, surgen desafíos que trascienden la pura investigación: la política y las posturas ideológicas se entrelazan con proyectos académicos, generando fuertes debates sobre el propósito y los objetivos de ciertas investigaciones. Esto queda especialmente claro cuando vemos casos como el de una subvención otorgada para proyectos enfocados en Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), que ha sido recientemente puesta bajo un intenso escrutinio por parte de autoridades gubernamentales en Estados Unidos, acusándola de promover lo que denominan “propaganda de lucha de clases neo-marxista”. Este escenario pone en jaque a muchos científicos e investigadores que tienen como intención primordial avanzar en proyectos que buscan hacer la inteligencia artificial y otras tecnologías más justas y equitativas para toda la población. La historia de Emma Pierson, una científica de inteligencia artificial cuya beca fue señalada, revela con claridad los retos y las oportunidades que se presentan cuando la ciencia se cruza con la política. Emma Pierson, con un trasfondo en física y una trayectoria marcada por un compromiso con la justicia tecnológica, resume en su experiencia personal la tensión entre investigación científica e ideologías políticas.
Su motivación para ingresar al campo de la inteligencia artificial no fue ideológica, sino profundamente personal: un legado familiar de riesgos genéticos relacionados con el cáncer la impulsó a buscar soluciones prácticas y efectivas para mejorar la salud pública mediante la tecnología. El punto neurálgico que ha atraído la atención política es su trabajo para eliminar sesgos en los algoritmos de inteligencia artificial. Los modelos de IA pueden fallar para ciertos grupos demográficos si se entrenan únicamente con datos poco representativos o sesgados. Por ejemplo, un sistema entrenado principalmente con datos de pacientes blancos o hombres puede tener un rendimiento deficiente cuando se usa para diagnosticar a mujeres o personas de piel más oscura. Estas desigualdades pueden traducirse en desventajas reales y dañinas para aquellas comunidades, perpetuando y amplificando las brechas existentes.
El concepto de crear inteligencia artificial equitativa, que funcione para todos independientemente de su origen, raza, género o ubicación geográfica, es el corazón del enfoque de Pierson. Esta misión, lejos de ser política, se basa en principios científicos rigurosos y éticos que buscan alcanzar un impacto positivo y tangible en las vidas de las personas. No obstante, este tipo de trabajos están siendo objeto de análisis político con cargos que, según la propia autora, no reflejan el contenido ni la intención científica del proyecto. El conflicto actual refleja una disputa mayor que está ocurriendo en Estados Unidos, en la que se busca restringir o disminuir subvenciones y programas vinculados con Diversidad, Equidad e Inclusión bajo el argumento de evitar la difusión de ideologías políticas o sociales supuestamente divisorias. El Senado ha señalado más de 3,000 becas, incluidas las de laboratorios investigadores, acusándolas de fomentar ideas a las que denominan “neo-marxistas”.
Dichas formas de etiquetar simplifican y distorsionan la complejidad de lo que implica investigar para favorecer la equidad en tecnología y ciencia. Frente a esta situación, muchos investigadores y estudiantes se encuentran en una encrucijada. ¿Cómo continúan sus investigaciones? ¿Cómo defienden la validez y relevancia de su trabajo ante esta presión? Pierson presenta dos respuestas claras: no abandonar sus principios científicos ni ceder ante narrativas simplistas o encarceladoras que no corresponden con el rigor necesario en la investigación. La ciencia debe mantenerse libre para explorar soluciones sin condicionamiento político que limite su alcance y profundidad. Para aquellos investigadores que ven su trabajo cuestionado por motivos similares, es esencial mantener una comunicación transparente con el público y las autoridades.
Explicar con claridad el objetivo del proyecto y el impacto social positivo que se persigue puede ayudar a desarmar malentendidos y prejuicios. Además, el apoyo de la comunidad científica global y de especialistas en diversas disciplinas puede reforzar la credibilidad y legitimidad de estos proyectos. Diversos expertos en inteligencia artificial y ética han mostrado un respaldo público a la lucha contra sesgos en la tecnología, resaltando que la búsqueda de equidad es una preocupación ampliamente compartida y consensuada en la academia. Firmas en declaraciones abiertas y posicionamientos conjurados resaltan que el perfeccionamiento de los sistemas en función de la diversidad es la única vía real para crear tecnologías incluyentes y justas. Además, las prácticas que buscan la equidad tecnológica están alineadas con precedentes consolidados en otras áreas como la medicina, en donde valorar diferencias genéticas, sociales y culturales es clave para el desarrollo de tratamientos y diagnósticos efectivos y seguros para todos los pacientes.
Por otro lado, la comunidad científica y las instituciones deben prepararse para responder a amenazas políticas que pueden traducirse en recortes presupuestarios, censura o disminución de oportunidades para proyectos centrados en asuntos sociales y éticos. La unidad y la solidaridad entre investigadores pueden fortalecer sus posiciones y abrir caminos para la defensa de la ciencia como un espacio independiente de pensamiento y exploración. Es también fundamental que las universidades y centros de investigación desarrollen estrategias proactivas para demostrar la importancia de estos trabajos no solo en contextos científicos sino en la transformación de políticas públicas, mejorando la vida de millones de personas. En resumen, el escepticismo y críticas que enfrentan hoy algunos proyectos DEI no son solo un asunto de financiamiento o política, sino una lucha más profunda por el valor y la dirección futura de la ciencia. Quienes trabajan por una inteligencia artificial justa y una ciencia que refleje la diversidad humana deben ser conscientes del contexto y, al mismo tiempo, afirmarse en sus convicciones y métodos.