El fenómeno conocido como FOMO, o miedo a perderse algo, se ha convertido en una de las sensaciones más comunes y discutidas en la era de las redes sociales. Sin embargo, recientes investigaciones han arrojado nueva luz sobre por qué realmente sentimos este temor, desafiarando la creencia popular de que el FOMO se debe únicamente a la pérdida de experiencias emocionantes o eventos divertidos. Lo que hemos descubierto es mucho más profundo y tiene que ver con aspectos fundamentales de nuestras relaciones sociales y nuestro sentido de pertenencia. Para entender mejor el FOMO, imagina a alguien que se enfrenta a la decisión entre asistir a una reunión social aparentemente poco atractiva o a unas vacaciones espectaculares en un destino exótico. Sorprendentemente, muchas personas experimentan una mayor ansiedad por perderse la reunión social que por perderse el viaje soñado.
¿Por qué ocurre esto? La clave está en el valor que damos a las conexiones con personas que nos importan y a la oportunidad de fortalecer esos lazos. El FOMO, en su forma más intensa y específica, no se relaciona tanto con la actividad en sí, sino con la interacción social que acompaña a esa actividad. Lo que realmente nos duele es la posibilidad de perder el momento de unión con amigos, compañeros de trabajo o integrantes de algún grupo significativo para nosotros. Es el sentimiento de exclusión y la amenaza a nuestro lugar en esa red social lo que provoca esa ansiedad. Este temor tiene raíces en nuestra naturaleza como seres sociales.
Desde tiempos ancestrales, pertenecer a un grupo ofrecía protección, recursos y seguridad emocional. Perder ese lugar es percibido como una amenaza real para nuestro bienestar. Cuando nuestros amigos o compañeros se reúnen sin nosotros, nos enfrentamos a dudas e inseguridades sobre nuestra posición dentro de ese grupo. Nos preguntamos si seguiremos siendo importantes o si nos volveremos menos valorados, e incluso si podemos ser desplazados. Este aspecto social del FOMO explica por qué las personas con estilos de apego ansioso tienden a sentirlo de forma más intensa.
Aquellos que tienen una preocupación crónica sobre la aceptación social y el rechazo son especialmente vulnerables a experimentar esta ansiedad. Para ellos, perderse un evento social equivale a poner en riesgo su sentido de pertenencia y, por lo tanto, es un motivo de estrés y preocupación agudos. Además, la investigación indica que el FOMO no solo se produce ante eventos divertidos o gratificantes. Incluso las situaciones poco placenteras, como asistir a un funeral, participar en una reunión estresante o pasar por una experiencia desafiante junto a personas queridas, pueden generar FOMO. Esto se debe a que estos eventos también ofrecen oportunidades para profundizar vínculos emocionales y crear memorias compartidas, aspectos que valoramos enormemente.
En la era digital, el FOMO también se ha relacionado con el uso constante de redes sociales, que actúan como una ventana permanente a las actividades de otros. La exposición continua a imágenes y actualizaciones de eventos a los que no asistimos puede aumentar nuestra ansiedad y sensación de exclusión. Sin embargo, focalizar la solución únicamente en desconectar de las redes sociales no aborda la raíz del problema. Los estudios más recientes sugieren que una estrategia más efectiva para mitigar el FOMO es reforzar conscientemente nuestro sentido de conexión y pertenencia. Recordar momentos recientes de interacción social positiva puede disminuir significativamente la ansiedad asociada al FOMO.
Esta práctica ayuda a reafirmar la seguridad emocional, al recordarnos que nuestros vínculos con los demás permanecen intactos y que seguimos siendo valorados dentro de nuestros grupos cercanos. Por ejemplo, reflexionar sobre una conversación agradable que tuvimos con un amigo o sobre una actividad compartida recientemente puede ser suficiente para calmar la urgencia de querer estar en todos lados. Esta técnica mental puede reducir la interpretación automática de exclusión que dispara el FOMO. Además, adoptar una perspectiva que celebre la “alegría de perderse algo”, conocida como JOMO por sus siglas en inglés, representa una forma alternativa y saludable de relacionarse con el FOMO. Reconocer que es posible y válido disfrutar del momento presente en lugar de preocuparnos por lo que no estamos viviendo nos permite equilibrar nuestra vida social y emocional.