La muerte del Papa Francisco ha desencadenado un evento crucial para la Iglesia Católica: el próximo cónclave para elegir a su sucesor. Tradicionalmente, esta elección ha sido un proceso altamente reservado y lleno de elementos espirituales y políticos poco visibles para el público. Sin embargo, en la era de la inteligencia artificial (IA) y el análisis de datos, han surgido nuevas herramientas que permiten modelar y simular los posibles desenlaces de este proceso. Una de estas herramientas es el uso de un 'black hat' virtual, una técnica tomada de la inteligencia competitiva que permite recrear escenarios de competencia y negociación para anticipar resultados. El concepto de 'black hat' en inteligencia competitiva es una simulación que enfrenta a diferentes actores, conociendo sus fortalezas, debilidades, y estrategias, en un ambiente controlado para analizar cómo las decisiones podrían jugarse en tiempo real.
En el ámbito corporativo, esto implica competidores que pugnan por contratos complejos, pero cuando se traslada a la política y religión, la simulación toma un matiz mucho más complejo. Aplicado al cónclave, el black hat virtual usa datos sobre la edad, origen geográfico, enfoque doctrinal, alineación política y conexiones globalistas de los cardenales para imaginar cómo se desarrollarían las rondas de votación. Los datos clave para esta simulación incluyen la clasificación política de los cardenales (desde muy liberales hasta muy conservadores), su enfoque doctrinal (progresistas, bergoglianos pastoralistas, periféricos, conservadores y tradicionalistas), y una puntuación cualitativa sobre su apoyo a agendas globalistas. Estos elementos, combinados con las reglas del cónclave, que requieren una supermayoría de dos tercios para la elección del Papa, alimentan la modelación que puede anticipar quién ganaría la elección y bajo qué circunstancias. La simulación inicial señala cinco candidatos principales: Matteo Zuppi, un progresista italiano y cercano a la visión de Francisco; Luis Antonio Tagle, filipino y líder moderado liberal con apoyo significativo de los pastoralistas bergoglianos y cardenales de las periferias; Peter Kodwo Appiah Turkson, ghanaés con una base fuerte en las regiones periféricas y moderado liberal; Christoph Schönborn, austriaco, que funciona como candidato de compromiso entre grupos moderados; y Raymond Leo Burke, estadounidense, representando la defensa tradicionalista y conservadora.
Durante las rondas de votación simuladas, se observa una dinámica típica de cónclave: formación de bloques basados en doctrinas y orientaciones políticas, transferencias de apoyo a candidatos más viables conforme se identifica la oportunidad de consenso, y tensiones entre posiciones progresistas y conservadoras. El resultado de este ejercicio apuntó a la elección de Luis Antonio Tagle tras cuatro rondas, gracias a su capacidad para unir a varias facciones y ofrecer una continuidad relativa con el papado de Francisco, aunque enfrentando críticas por su postura suave respecto a temas controvertidos dentro de la Iglesia. Además, se presenta un análisis de escenarios alternativos que consideran diferentes pesos para la influencia globalista. El 'Escenario Mammon' favorece la elección de un candidato como Jean-Claude Hollerich, fuertemente progresista y con claras inclinaciones hacia una estructura descentralizada de la Iglesia y alianzas globalistas, mientras que el 'Escenario Espíritu Santo' sugiere que un candidato más conservador y conectado con la defensa ortodoxa, como Fridolin Ambongo Besungu, emergería en respuesta a un cansancio hacia el legado de Francisco y un deseo de clarificación doctrinal. También se exploran posibilidades menos convencionales, como la del cardenal joven y conservador Mykola Bychok, que podría representar una renovación deseada por la Iglesia para un papado largo y con capacidad de enfrentar la corrupción financiera y el escepticismo interno, además de fomentar la unidad ecuménica gracias a su origen en un rito católico oriental y su afinidad con las tradiciones litúrgicas.
El uso de inteligencia artificial para este tipo de análisis demuestra que es posible integrar grandes volúmenes de datos, combinar factores cualitativos y cuantitativos, y emplear técnicas de simulación avanzadas para vislumbrar complejos procesos humanos de decisión que, aunque profundamente espirituales, no están exentos de dinámicas políticas y estratégicas. La herramienta utilizada en esta exploración, una IA llamada Grok, permitió realizar estos cálculos en tiempo récord, algo imposible para un solo investigador sin medios tecnológicos. Este avance abre la puerta para que expertos en inteligencia competitiva, periodismo y análisis político puedan ofrecer perspectivas fundamentadas y dinámicas sobre procesos que antes estaban fuera del alcance del análisis público detallado. Sin embargo, es importante considerar que estas simulaciones no pueden captar la totalidad del factor humano, especialmente en contextos como el cónclave, donde influye la oración, la inspiración espiritual y las relaciones personales íntimas entre cardenales. La inteligencia artificial solo complementa al juicio humano, ofreciendo herramientas que aumentan la comprensión, pero sin poder determinar con certeza absoluta los acontecimientos futuros.