En el mundo del desarrollo web, las tendencias cambian con una velocidad vertiginosa. Frameworks como React, Angular o Vue han dominado el paisaje frontend durante años, ofreciendo abstracciones que prometen simplificar la construcción de interfaces complejas y mejorar la experiencia del desarrollador. Sin embargo, cada vez más profesionales están volviendo a las raíces utilizando JavaScript puro, también conocido como Vanilla JS, y APIs nativas del navegador para crear aplicaciones web robustas y mantenibles. Esta vuelta a lo básico no es un regreso al pasado, sino una elección estratégica fundamentada en la pragmática realidad del desarrollo moderno. La pandemia de COVID-19 empujó a muchos desarrolladores web a adaptarse rápidamente a escenarios cambiantes y plazos ajustados, un contexto donde las herramientas livianas, simples y directas demostraron ventajas importantes.
Durante ese periodo, incluso aquellos acostumbrados a frameworks pesados optaron por scripts sencillos, manipulando el Document Object Model (DOM) de forma directa sin necesidad de capas intermedias complejas. Este enfoque se reveló no solo factible sino sostenible, especialmente para proyectos pensados para mantenerse vigentes más allá de unos pocos meses. La longevidad y estabilidad son elementos cruciales en la selección tecnológica. Las APIs del navegador siempre han tenido el compromiso de mantener compatibilidad hacia atrás, lo que significa que el código escrito hace años continúa funcionando hoy en la mayoría de los navegadores modernos. En contraste, frameworks externos como React evolucionan rápidamente, introduciendo cambios, mejoras y rupturas que obligan a sesiones constantes de actualización y reajuste.
Esta volatilidad agrega costos ocultos y riesgos a lo largo de la vida útil de una aplicación. El mantenimiento es una carga significativa en cualquier proyecto a largo plazo. En proyectos con Vanilla JS, los desarrolladores trabajan con tecnologías estándar, documentadas exhaustivamente y entendidas universalmente. Esto no solo facilita la labor a futuras incorporaciones al equipo, sino que también la compatibilidad con herramientas de inteligencia artificial que pueden asistir en generación y corrección de código. Por otro lado, las complejidades inherentes a los frameworks como React, incluyendo conceptos como hooks, estado y ciclos de vida, pueden generar una curva de aprendizaje más pronunciada, especialmente para desarrolladores menos experimentados.
Desde la perspectiva del desarrollador, trabajar con JavaScript puro elimina capas innecesarias de complejidad. Ya no hay necesidad de configurar transpiladores, generar source maps o entender intricadas cadenas de compilación. La experiencia se vuelve más directa: escribir código que el navegador ejecuta tal cual, tal y como fue diseñado para hacerlo. Este método fomenta un entorno más depurado, menos propenso a errores relacionados con incompatibilidades o abstracciones mal entendidas. Algunos detractores podrían argumentar que utilizar frameworks representa un ahorro de tiempo y facilita ciertas tareas gracias a componentes reutilizables y herramientas especializadas.
Sin embargo, en la práctica, estas ventajas pueden perderse cuando las actualizaciones o problemas de integración ralentizan el proceso o complican el desarrollo. En entornos donde la simplicidad y rapidez son primordiales, la sobriedad de Vanilla JS se impone como una herramienta potente y eficaz. La supuesta superioridad de frameworks como React muchas veces yace en la percepción de que ofrecen un nivel de abstracción “más alto” que el DOM nativo. No obstante, esta abstracción es solo una forma diferente de interactuar con las mismas bases del navegador. React no elimina los problemas inherentes a la manipulación del estado o el renderizado dinámico; más bien los traslada a una capa conceptual distinta.
Esta capa puede filtrar fugas de abstracción, especialmente cuando se enfrentan a casos complejos, lo que genera frustración y dificultades para debugging. Además, muchos desarrolladores reconocen que mantener flujos de trabajo declarativos en React es sencillo hasta que emergen conceptos como hooks con estado mutable, referencias y ciclos de renderizado que requieren un entendimiento profundo y cuidadoso de la arquitectura de componentes. Para quienes trabajan en aplicaciones grandes y en evolución, esta complejidad puede escalar exponencialmente, haciendo que la productividad disminuya y los errores aumenten. En contraste, la manipulación directa del DOM con JavaScript puro mantiene todo visible y tangible. No se pierde de vista qué está sucediendo ni por qué.
La relación entre evento y reacción es inmediata y explícita, lo que facilita anticipar y controlar el comportamiento de la interfaz. Esta transparencia es especialmente valiosa en proyectos donde la simplicidad, estabilidad y mantenibilidad deben ser la prioridad frente a la implementación de funcionalidades complejas. Otro aspecto relevante es la documentación y el ecosistema. Si bien frameworks como React cuentan con comunidades masivas y abundantes recursos, la documentación estándar de JavaScript y las APIs de navegador están entre las más completas y fiables que existen. Estas no dependen de los ciclos de desarrollo de una empresa o comunidad específica y están respaldadas por la propia evolución de la web abierta.
Desde un punto de vista económico, la elección de Vanilla JS puede representar un ahorro considerable. Menos dependencias, menor complejidad y una curva de aprendizaje menos empinada implican menos horas de desarrollo y menos problemas durante la operación y mantenimiento. Esto otorga a las empresas una mayor agilidad y estabilidad tecnológica que se traduce en mejores retornos sobre la inversión. Cabe destacar que no se trata de una crítica radical hacia los frameworks modernos, ni de negar sus beneficios en ciertos contextos. Más bien es una invitación a repensar el equilibrio entre las necesidades del proyecto y las herramientas que se emplean.
Cada proyecto tiene su singularidad y madurez tecnológica, y decidir conscientemente optar por JavaScript puro puede ser una estrategia sólida en muchos escenarios. Finalmente, regresar a JavaScript puro no es un retroceso, sino una evolución hacia la simplicidad consciente. Aprovechar las capacidades nativas del navegador, escribir código claro y mantenible, y evitar sobrecomplicar la arquitectura de nuestras aplicaciones puede ser la receta para proyectos más sostenibles a largo plazo. En resumen, el uso de Vanilla JavaScript se posiciona como una alternativa robusta, flexible y durable para el desarrollo de aplicaciones web modernas, desafiando la dogmática que coloca a los grandes frameworks como única opción viable. Volver a lo esencial puede ofrecernos no solo un mejor control técnico, sino también una experiencia de desarrollo más agradable y menos propensa a complicaciones en el futuro.
En un ecosistema tecnológico cambiante y acelerado, esa estabilidad es un activo invaluable.