La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en nuestra vida cotidiana no puede pasar desapercibida. Desde aplicaciones que mejoran nuestra productividad hasta asistentes virtuales que facilitan tareas diarias, la IA se ha convertido en una herramienta indispensable. Sin embargo, a medida que la demanda de ésta sigue creciendo, también lo hace su impacto en el consumo energético global. De hecho, diversos expertos advierten que el auge de la IA podría desencadenar una crisis energética a nivel mundial si no se implementan soluciones sostenibles de inmediato. Una de las propuestas más destacadas es la Red de Infraestructura Física Descentralizada, o DePIN, la cual promete aliviar esta carga energética a través de su enfoque innovador.
La necesidad de energía en el ámbito de la IA es innegable. Los sistemas de IA, especialmente aquellos basados en modelos generativos, requieren cantidades ingentes de electricidad para su funcionamiento. Un informe de Forbes reveló que el modelo GPT-4 consumió más de 50 gigavatios-hora durante su entrenamiento, equivalente al consumo energético de aproximadamente 800,000 hogares en un año. Este dato es solo la punta del iceberg: los centros de datos que alimentan estas tecnologías consumen actualmente alrededor del 3% de la energía global y emiten tanto dióxido de carbono como países enteros, como Brasil. El incremento proyectado en la demanda de electricidad es alarmante.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la demanda eléctrica global podría saltar de 460 teravatios-hora (TWh) en 2022 a mil TWh para 2026. En Estados Unidos, se espera que el consumo energético de los centros de datos pase de 200 TWh en 2022 a 260 TWh para 2026, lo que representará un 6% del uso total de energía del país. Este aumento en la demanda no solo plantea desafíos significativos para las infraestructuras energéticas locales y globales, sino que también contribuye al aumento de emisiones de carbono, lo que resulta insostenible a largo plazo. Ante este escenario, voces expertas como la de Ayush Ranjan, CEO de Huddle01, enfatizan la necesidad urgente de soluciones innovadoras. Ranjan ha señalado que los centros de datos de IA necesitan cantidades sustanciales de electricidad tanto para la computación como para el enfriamiento.
Si el crecimiento de las aplicaciones de IA continua al ritmo actual, esta carga podría superar la capacidad de las redes energético, causando un impacto negativo en la estabilidad de los suministros de energía. La concentración geográfica de los centros de datos, en su mayoría ubicados en los Estados Unidos, Europa y China, solo exacerba estos desafíos. La propuesta DePIN se basa en la idea de aprovechar recursos de hardware infrautilizados para distribuir las tareas computacionales de manera más eficiente. A través de un enfoque descentralizado, DePIN no solo alivia la carga sobre los centros de datos centralizados, sino que también optimiza el consumo energético al distribuirlo. En esencia, se trata de una red que integra múltiples nodos y utiliza la computación de borde para reducir las transferencias de datos a larga distancia, que son usualmente ineficientes.
De acuerdo con Ranjan, esta estrategia de distribución energética es esencial para manejar los crecientes requerimientos energéticos que impone la IA. En lugar de depender de unos pocos centros de datos centrales, DePIN puede utilizar miles de dispositivos en diversas ubicaciones para realizar cálculos y procesar datos. Esto no solo reduce la demanda sobre las reseñas energéticas, sino que también mejora la resiliencia de la red al eliminar el riesgo de puntos únicos de fallo. Este enfoque descentralizado también se refleja en varios proyectos actuales que ya están implementando las ideas de DePIN. Iniciativas como Filecoin Green y Akash Network están trabajando para abordar las demandas energéticas de la IA a través del uso de recursos descentralizados.
Por ejemplo, el proyecto Daylight Energy, respaldado por la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz, busca transformar las operaciones de las redes eléctricas mediante el uso de recursos energéticos distribuidos (DERs). Esta iniciativa no solo mejora la capacidad de respuesta de la red eléctrica, sino que también fomenta prácticas energéticas sostenibles al integrar datos en tiempo real de fuentes como paneles solares y baterías inteligentes. En una reciente colaboración, Daylight Energy se asoció con DIMO Network para permitir que los vehículos eléctricos (EVs) apoyen a las redes eléctricas. Al integrar las interfaces de programación de aplicaciones (APIs) de DIMO, este proyecto busca facilitar el uso de energías limpias y la gestión energética en tiempo real, permitiendo a todos los propietarios de EV participar en el ecosistema energético de manera más efectiva. A pesar del potencial prometedor de DePIN, la red aún enfrenta desafíos significativos de escalabilidad.
La adopción masiva de estos sistemas requerirá no solo una capacidad computacional adecuada, sino también una mejor coordinación de los recursos desplegados. Ranjan menciona que muchas de las redes DePIN dependen de una mezcla de dispositivos, desde dispositivos de borde de bajo consumo hasta pequeños centros de datos. Superar la fractura de adopción para igualar la capacidad de las instalaciones de datos centralizadas será un reto vital para la industria. Si bien la visión de DePIN como un salvador en la crisis energética es aún cautelosa, la innovación y la adopción son esenciales para que este concepto gane tracción. Ranjan sugiere que los incentivos basados en tokens podrían desempeñar un papel crucial en la promoción del uso y la participación en estas redes.
A medida que la demanda energética de la IA continúa aumentando, DePIN ofrece una solución viable al descentralizar la carga de cálculo y aliviando la presión sobre las infraestructuras de energía global. En resumen, a medida que la inteligencia artificial se adentra más y más en todos los aspectos de nuestra vida, el reto radica en cómo manejar su creciente demanda energética. Las redes de infraestructura física descentralizada como DePIN no solo prometen ser una alternativa sostenible, sino que también pueden ofrecer un acceso más equitativo a la tecnología. Con un enfoque en la descentralización y el aprovechamiento de recursos infrautilizados, DePIN podría ser la clave para evitar una crisis energética global y asegurar un futuro más sostenible y accesible para todos.