En los últimos años, la tecnología deepfake ha revolucionado la manera en que se manipulan imágenes y videos, creando contenidos hiperrealistas generados por inteligencia artificial que pueden poner en duda la autenticidad de cualquier grabación audiovisual. Sin embargo, esta innovación también ha abierto las puertas a abusos alarmantes, particularmente en el ámbito de la pornografía no consensuada. Entre los casos más notorios destaca MrDeepFakes, un sitio web que se posicionó como la mayor y más accesible plataforma dedicada a la creación y distribución de pornografía deepfake con rostros insertados sin consentimiento, en su mayoría de figuras públicas y celebridades femeninas. La reciente investigación colaborativa entre Bellingcat, el medio de verificación danés TjekDet, el periódico danés Politiken y la Canadian Broadcasting Corporation (CBC) ha revelado que detrás de este controvertido portal se encuentra un farmacéutico canadiense llamado David Do, un hallazgo que ha provocado debates éticos, legales y sociales profundos sobre el uso de tecnologías emergentes y el respeto a la privacidad y dignidad de las personas. MrDeepFakes fue construido inicialmente en 2018, poco después de que Reddit prohibiera su comunidad dedicada a los deepfakes debido a la naturaleza abusiva y no consensuada de los contenidos publicados.
Durante años, el sitio operó en una zona gris legal, utilizando servidores por todo el mundo y sistemas de pago con criptomonedas para mantener el anonimato y dificultar su rastreo. Su éxito fue abrumador: con casi 70,000 videos explícitos y violentos, alcanzó más de 2.2 mil millones de vistas mensuales, impulsado por una comunidad en línea de más de 650,000 usuarios activos que compartían consejos, encargaban creaciones a medida y mantenían un ambiente plagado de misoginia y comentarios degradantes hacia las víctimas. La plataforma no solo se limitaba a compartir videos, sino que también funcionaba como un espacio formativo donde los usuarios podían aprender a crear deepfakes pornográficos mediante sofisticadas herramientas de edición impulsadas por inteligencia artificial. Para una gran cantidad de personas, esta web representaba el epicentro de un ecosistema que normalizaba y facilitaba la violencia digital basada en la sexualización no consensuada de mujeres, muchas de ellas figuras públicas, lo que acentuaba aún más la gravedad y el alcance del daño.
La identidad de las personas responsables detrás de MrDeepFakes fue un misterio durante años, pese a la atención mediática que generó el sitio. La complejidad radicaba en la naturaleza descentralizada del alojamiento web, el uso de correos electrónicos desechables y la imposibilidad de rastrear las transacciones al estar vinculadas a criptomonedas. Sin embargo, a través de un análisis exhaustivo de fuentes abiertas y filtraciones masivas de datos, los investigadores lograron desentrañar pistas críticas que llevaron a identificar a David Do, un farmacéutico canadiense de 36 años que llevaba una doble vida: por un lado, un profesional respetable que trabajaba en un hospital público canadiense y, por otro, la figura central de la operación de MrDeepFakes. David Do residía en las suburbias de Toronto y compartía aspectos comunes de su vida privada en redes sociales, mostrando una imagen familiar, con amigos, y una carrera profesional estable. Sin embargo, sus huellas digitales revelaron una actividad intensa y prolongada en la creación y promoción del contenido deepfake.
Al vincular direcciones de correo electrónico empleadas para administrar el portal con cuentas en otros sitios, así como a usuarios en foros y plataformas relacionadas con pornografía y software de edición, los investigadores pudieron seguir un rastro de más de una década que conectaba directamente sus identidades digitales. Las filtraciones y análisis de datos incluyeron el examen de nombres de usuario, patrones de contraseñas y direcciones IP, que coincidían con registros asociados a Do. Incluso su cuenta en un conocido sitio de citas para personas casadas, Ashley Madison, fue identificada en esta red de información, compartiendo una contraseña única utilizada simultáneamente en otros portales vinculados con MrDeepFakes. Esta minuciosa labor de seguimiento fue la clave para finalmente desvelar la identidad de quien operaba de manera oculta ese vasto imperio digital dedicado a la pornografía profunda. Además, David Do no solo administraba el sitio sino que también participaba activamente en los foros, ofreciendo soporte técnico y compartiendo guías para la creación de nuevos deepfakes.
Bajo el pseudónimo “dpfks”, su nombre de usuario más antiguo en la plataforma, dirigía la comunidad y moderaba contenidos mientras promovía un lema inquietante: “Fake it till you make it” (“Fálsifícalo hasta lograrlo”). Este comportamiento refleja no solo un compromiso con la administración del sitio sino una implicación directa en la producción y distribución de material explícito no consensuado. A pesar de los múltiples intentos por obtener una declaración oficial, Do rechazó hacer comentarios cuando fue contactado por los medios, incluso utilizando excusas para evitar entrevistas grabadas. Tras la investigación, eliminó sus perfiles en redes sociales y los de algunos familiares, además realzó una breve salida familiar a Portugal, posiblemente para evitar el escrutinio público. En paralelo, el sitio web de MrDeepFakes fue eliminado, y un mensaje anunció que un proveedor crítico había terminado permanentemente el servicio, negando la posibilidad de su relanzamiento.
Cabe destacar que esto ocurrió poco después de la aprobación en Estados Unidos del Take it Down Act, una legislación que criminaliza la distribución de pornografía deepfake no consensuada. Más allá de las repercusiones inmediatas para David Do, quien fue puesto en licencia en su hospital mientras se desarrolla una investigación interna, y del interés del Colegio de Farmacéuticos de Ontario por evaluar la situación, este caso ha suscitado un diálogo global respecto a la responsabilidad ética y legal en el uso de tecnologías de inteligencia artificial. El contraste entre la imagen pública del farmacéutico y su actividad oculta revela las complicaciones de identificar y procesar actividades perniciosas en la era digital avanzada. La pornografía deepfake no consensuada representa una forma particularmente dañina de abuso digital. Las víctimas, muchas veces mujeres famosas o influyentes, sufren violaciones a su privacidad, daños psicológicos y sociales, así como dificultades legales para eliminar este contenido de internet.
Alexandria Ocasio-Cortez, una de las personas afectadas, comparó la digitalización de su imagen para humillaciones violentas con actos de agresión física y sexual, resaltando el impacto devastador de estas prácticas. Otros creadores de contenido en línea también han tenido que abandonar plataformas o cambiar radicalmente sus vidas debido a estas agresiones virtuales. La comunidad que operaba dentro de MrDeepFakes promovía además la misoginia manifiesta y fomentaba la creación y distribución de contenido sin consideración alguna por las consecuencias humanas. Los foros internos contenían discusiones donde se acosaba a las víctimas, se compartían imágenes privadas alteradas, y se planificaban técnicas para evadir la detección y censura, incluyendo transferencias a otras redes como Telegram para contactos directos. Desde sus inicios en un foro de intercambio de contenido pirata llamado Xinoa, David Do mostró un interés constante en los entornos digitales de alto riesgo y anonimato.
La evolución desde la distribución de películas pirateadas hasta la creación y difusión de pornografía profética refleja un camino marcado por la elusión de la ley y la explotación de vacíos regulatorios en la era de la información. Los esfuerzos para configurar empresas offshore, ocultar identidades y procesar pagos de manera anónima han sido elementos clave para sostener este modelo de negocio ilícito. Con la caída de MrDeepFakes y la identificación de sus operadores, la sociedad enfrenta una nueva etapa de desafíos en la lucha contra la violencia digital. Se hace evidente la necesidad de mecanismos legales internacionales robustos, mayor supervisión tecnológica y campañas de concienciación sobre el daño que generan los deepfakes de contenido sexual y no consensuado. También subraya la importancia del periodismo de investigación y colaboración entre medios para iluminar conductas ocultas que afectan la dignidad humana.
El caso sirve para alertar sobre los riesgos que la inteligencia artificial presenta cuando se deja sin regulación o sin un marco ético. La facilidad para manipular imágenes y difundir contenido puede socavar profundamente la privacidad y la seguridad de las personas, especialmente cuando se utilizan para fines explotadores y dañinos. A medida que la tecnología avance, la sociedad, los legisladores y los desarrolladores deberán trabajar en conjunto para crear protecciones y prevenir que innovaciones tan poderosas sean empleadas con fines destructivos. En definitiva, la historia detrás de MrDeepFakes y David Do es un llamado urgente para reafirmar los principios de respeto, consentimiento y justicia en el entorno digital. Mientras el mundo se adapta a las nuevas realidades tecnológicas, no se debe perder de vista el impacto humano detrás de cada imagen creada artificialmente.
Solo a través de una acción coordinada será posible proteger a las víctimas y detener la proliferación de este tipo de contenido abusivo.