En los últimos años, el mundo de las criptomonedas ha estado envuelto en múltiples debates sobre su legitimidad, volatilidad y posibles manipulaciones por parte de actores internos con intereses creados. Una nueva teoría difundida por el conocido analista Gerald Celente, dueño del Trends Journal, aviva aún más la polémica. En un video publicado el 18 de abril de 2025, Celente afirmó que miembros cercanos al expresidente estadounidense Donald Trump y sus aliados hubieran recibido una considerable cantidad de fondos en criptomonedas, sugiriendo así una posible influencia de estos en el comportamiento actual de Bitcoin (BTC). Este planteamiento no solo genera controversia, sino que invita a examinar cómo las conexiones políticas y financieras pueden moldear la economía digital. Celente, conocido por sus pronósticos económicos que a menudo preveen crisis globales, recordó una historia paralela que involucraba las industrias electrónicas y semiconductoras durante la administración Trump.
Según él, las donaciones efectuadas por ejecutivos y lobbistas de dichas industrias propiciaron cambios favorables en la política comercial, especialmente en las tarifas arancelarias de productos tecnológicos como computadoras y teléfonos inteligentes. “Los timadores del Silicon Valley le dieron todo ese dinero a Trump, ¿y qué hizo él? Cambió las tarifas para computadoras y smartphones”, señaló el analista, trazando así un paralelismo con la actual situación del mercado cripto. Según Celente, ese mismo mecanismo estaría ahora impulsando a Bitcoin. Asegura que “El grupo de Trump..
. le dio mucho cripto. La gente de las criptomonedas le dio mucho dinero”. Esta posición sugiere que los insiders ligados al entorno político estarían respaldando el precio y la estabilidad aparente de Bitcoin, influenciando el mercado para mantenerlo en niveles favorables. Sin embargo, es fundamental destacar el contexto y considerar con cautela las afirmaciones de Celente, cuyo perfil es notoriamente pesimista y con antecedentes de predecir colapsos sociales y económicos desde hace décadas.
Para tener una mejor perspectiva, al momento de su comentario, Bitcoin cotizaba alrededor de $86,830, un 14.67% menos que su valor de $101,760 registrado durante la investidura de Trump. En comparación, índices bursátiles como el S&P 500 habían experimentado una caída menor, del 12.67%, en ese mismo período. Si existiera un respaldo efectivo por parte de insiders para sostener el precio de Bitcoin, los resultados numéricos resultan, cuanto menos, poco alentadores.
Además, la política del gobierno de Trump en cuanto a las criptomonedas ha sido relativamente compleja. Por ejemplo, la resolución tardía del caso Ripple contra la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) y la decisión de incluir únicamente ciertos activos incautados en un fondo estratégico de criptoactivos, indican un enfoque más matizado y menos favorable hacia el sector de lo que algunas declaraciones simplistas podrían sugerir. El fenómeno de la influencia política en las finanzas es histórico y no exclusivo del ámbito cripto. La interacción entre grupos de presión, donaciones y políticas públicas forma parte de un entramado complejo donde cada movimiento puede repercutir en los mercados tradicionales y digitales. En el caso específico de las criptomonedas, la falta de regulación clara y la naturaleza descentralizada dificultan detectar y evaluar con precisión la magnitud de la influencia de insiders o figuras políticas.
Cabe preguntarse también si estas supuestas donaciones y relaciones financieras realmente se traducen en beneficios tangibles para el mercado de Bitcoin o si son más bien intentos de manipulación que no han logrado influir lo suficiente para cambiar la tendencia general. La volatilidad tradicional de BTC, afectada por factores globales como la adopción institucional, avances tecnológicos, regulaciones internacionales y macroeconomía, puede explicar en gran medida los altibajos observados sin necesidad de buscar una conspiración orquestada. Por otro lado, expertos en criptomonedas han señalado que a pesar de la competencia y el auge del oro como activo refugio, Bitcoin todavía mantiene un fuerte atractivo como activo digital con potencial de crecimiento a largo plazo. El interés creciente de inversores institucionales, empresas tecnológicas y gobiernos en explorarlo como reserva de valor y medio de transferencia, aportan fundamentos sólidos a la moneda. Esto no implica que el mercado esté libre de riesgos o manipulaciones, pero sí que su dinámica es multifacética y compleja.
La realidad del mercado cripto es que vive en un entorno en constante cambio. Las decisiones políticas, los movimientos de grandes inversores y los avances tecnológicos alteran constantemente el paisaje. Para los inversionistas y entusiastas, esto significa que las estrategias de compra, venta y conservación deben estar informadas y actualizadas, sin dejarse llevar exclusivamente por rumores o teorías sin soporte sólido. Por último, la transparencia es un valor clave para el crecimiento sostenible de las criptomonedas. Reguladores y actores del ecosistema deben trabajar en conjunto para garantizar un entorno más seguro, con menor riesgo de manipulación y mayor confianza para todos los participantes.
La posibilidad de que actores políticos o grupos de poder influyan en la cotización de Bitcoin no debe descartarse, pero es esencial abordarla con rigor periodístico y análisis fundamentado para no caer en simplificaciones que afectan la percepción pública del sector. En conclusión, la hipótesis presentada por Gerald Celente sobre la relación entre el grupo Trump y las criptodonaciones que supuestamente sostienen el valor de Bitcoin genera debate y exige un análisis profundo. Mientras existen antecedentes de la influencia de lobby en la política estadounidense, el mercado de Bitcoin presenta múltiples variables que condicionan su comportamiento. Más que una única causa oculta, son varios factores y actores los que definen el destino de esta innovadora forma de dinero digital en el escenario mundial actual.