Seis meses atrás, Catherine O’Sullivan recibió un mensaje de texto de su hijo Jack que resonaría en su mente de manera inquietante. Era una nota simple, una respuesta a su preocupación como madre, pero ese último contacto, enviado a la 1:52 a.m. de la madrugada del 2 de marzo, se transformaría en el último rastro que tendría de él. "Todo bien.
Me quedo un poco más, pero voy a tomar un taxi a casa. Duerme, mamá", decía el mensaje. Catherine nunca imaginó que esas palabras marcarían el comienzo de una pesadilla que la llevaría a buscar incansablemente a su hijo desaparecido. Jack O’Sullivan, un joven de 23 años, había asistido a una fiesta con amigos en un area ribereña de Bristol. La última vez que fue visto, las imágenes de las cámaras de seguridad lo mostraban caminando cerca de un cuerpo de agua a las 2:57 a.
m., un lugar conocido como "The Basin". Después, desapareció sin dejar rastro. A las 5:25 a.m.
, Catherine se despertó de un sueño intranquilo, presentía algo extraño. Al revisar la casa, encontró la habitación de Jack intacta; su cama estaba sin deshacer y la luz todavía encendida. Esa sensación de inquietud la llevó a buscarlo, pero lo que comenzó como una madre preocupada se convirtió en una angustiosa búsqueda que ha durado más de medio año. Desde ese día, Catherine ha estado en una misión desesperada por encontrar a su hijo. Cada mañana, despliega un mapa topográfico del área en su cocina, marcando las secciones que ya ha recorrido en su búsqueda.
Con una mochila llena de agua y suministros, y a veces un paraguas o un par de palos de golf para despejar el camino, parte de su hogar en Flax Bourton con el corazón pesado. Su día se organiza en torno a las nuevas áreas que visitará, explorando cada rincón del paisaje en un esfuerzo por encontrar cualquier pista que la lleve hacia Jack. “Todo se detuvo”, reflexiona Catherine. “Estamos atrapados en marzo. No puedo dejar de pensar en dónde puede estar.
¿Cómo es posible que mi hijo haya desaparecido así?” La búsqueda ha sido una experiencia desgastante, tanto física como emocionalmente. Lo que comenzó como paseos por la zona se ha transformado en implacables exploraciones en terrenos difíciles, aunque a veces ha tenido que usar herramientas inusuales, como una desbrozadora para abrirse paso entre la maleza. Su compromiso hacia la búsqueda es nada menos que admirable. La trama se complica aún más por la cruel realidad de las redes sociales. Catherine y su familia han sido objeto de ataques por parte de trolls en línea que, en medio de su desespero, afirman tener información sobre el paradero de Jack, o incluso que lo mantienen cautivo.
Estos mensajes no solo han agregado dolor a la ya desgastante situación, sino que han desviado su atención de la búsqueda real. “Hacer algo así a una familia que ya está sufriendo es incomprensible”, dice Catherine, pero se esfuerza por ignorar el odio en línea y mantener su enfoque en encontrar a Jack. La búsqueda no ha estado exenta de esfuerzos de la policía de Avon y Somerset, que han implementado una serie de iniciativas para localizar a Jack. Desde la utilización de equipos especializados y perros rastreadores hasta labores de búsqueda en tierra y agua, la fuerza policial ha realizado más de 200 búsquedas. Sin embargo, la madre desesperada siente que el enfoque policial se ha centrado demasiado pronto en la idea de que Jack había caído al río, desde la primera vez que le hicieron referencia a estadísticas que apuntaban a que la mayoría de los hombres desaparecidos en áreas cercanas al agua terminan ahogándose.
La ausencia de una respuesta concluyente ha dejado a la familia en un limbo desgarrador. “Me gustaría que hubiera más apertura en la investigación”, menciona Catherine, “hay muchas maneras en que podríamos avanzar si se consideraran todas las posibilidades”. Ella ha luchado por acceder a datos sobre el uso y la ubicación del teléfono de Jack, que podrían proporcionar más pistas sobre sus movimientos finales. Sin embargo, le han dicho que estos datos no pueden ser divulgados debido a la naturaleza confidencial de la investigación en curso. Mientras actúa como investigadora de su propia tragedia, Catherine ha encontrado consuelo en un grupo de Facebook llamado "Encuentra a Jack", donde amigos y desconocidos se han unido para compartir información y teorías.
El grupo, que ya cuenta con más de 62,000 miembros, ha proporcionado un espacio para la esperanza y el apoyo, mientras Catherine sigue buscando en el corazón de su ciudad y en las áreas rurales cercanas. Los días han pasado lentamente desde que Jack desapareció, marcando un calendario lleno de momentos tristes y girasoles marchitos. Su cumpleaños, solo cuatro semanas después de su desaparición, fue una experiencia surrealista que Catherine describe como un “blanco de apáticos recuerdos”. A partir de entonces, las fechas que deberían haber estado llenas de celebraciones ahora son solo recordatorios amargos de lo que falta. Fernando, su esposo, ha tenido que enfrentar su propia lucha mientras intenta ser un pilar para su familia.
Como housemaster en Clifton College, regresó al trabajo después de meses de ausencia, enfrentando la realidad desgarradora de volver a un mundo donde su hijo no está. “Intentarlo es doloroso, pero necesitamos seguir adelante”, admite Catherine entre lágrimas. Y aunque el dolor persiste, cada uno de ellos tiene su propia forma de lidiar y avanzar, con la constante esperanza de que algún día los caminos de Jack volverán a cruzarse con los suyos. En medio de su desesperación, Catherine se aferra a un mantra: “¿Qué haría Jack?” Ella recuerda a su hijo como una persona brillante con un sueño, un joven que quería convertirse en abogado y que, a pesar de ser algo tímido, tenía un espíritu vivaz. “Yo lo veo a él en cada rincón que visito, en cada persona que le habla.
No puedo perder la fe en que lo encontraremos”, dice con determinación. Con cada día que pasa, la memoria de Jack genera más preguntas. Los mil caminos que ha tomado, los taxis que pudo haber tomado y los rostros de aquellos que lo rodearon en sus últimos momentos siguen pesando sobre la mente de su familia. Mientras se ofrece una gran recompensa en la comunidad para su regreso, los recuerdos de Jack y la presión de la búsqueda incesante continúan presionando el corazón de Catherine, quien sueña con el día en que finalmente pueda volver a abrazar a su hijo. Hoy, marca el día 189 desde que Jack O’Sullivan desapareció, y aunque la lucha ha sido ardua y la incertidumbre ha sido aplastante, Catherine O’Sullivan se niega a rendirse.
La búsqueda por su hijo es más que un intento de encontrar respuestas; es un acto de amor eterno y una indomable esperanza en el corazón de una madre. La historia de Jack O’Sullivan aún no ha terminado y, mientras haya alientos y posibilidades, Catherine seguirá buscándolo.