A partir del 7 de mayo de 2025, Estados Unidos ha implementado oficialmente el uso obligatorio de la Real ID para abordar la seguridad en los vuelos domésticos y el acceso a ciertas instalaciones federales. Sin embargo, a pesar de la aparente rigidez del nuevo sistema, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha aclarado que los viajeros sin una Real ID válida podrán continuar volando dentro del país, aunque con ciertas condiciones y posibles medidas adicionales en los puntos de control de seguridad. La Real ID es una licencia de conducir o tarjeta de identificación estatal que cumple con los requisitos federales para mejorar la seguridad nacional. Esta medida surge como resultado de recomendaciones de la Comisión del 11 de septiembre de 2001, implementándose con el objetivo de evitar el uso de identificaciones fraudulentas que puedan ser utilizadas para fines delictivos o terroristas. Aunque el mandato fue aprobado hace más de una década, su aplicación se ha retrasado repetidamente hasta alcanzar el umbral actual.
Kristi Noem, jefa del DHS, ha destacado que el 81% de los viajeros ya posee una identificación conforme con los requisitos de Real ID. Para quienes aún no la tienen, explicó que pasarán por un proceso que podría incluir ser dirigidos a líneas especiales o realizar pasos adicionales en la revisión de seguridad, pero enfatizó que ninguna persona será impedida de abordar por carecer de esta identificación específica. Esta flexibilidad responde a la necesidad de que el sistema se implemente de manera gradual y considerando las dificultades que ciertos estados han experimentado para emitir las nuevas tarjetas. Además de la Real ID, se aceptarán documentos alternativos como pasaportes y credenciales tribales reconocidas. Esto permite que quienes posean otros documentos oficiales continúen viajando sin mayores obstáculos.
Sin embargo, el proceso de control será más riguroso para aquellas personas que no presenten una identificación homologada bajo el nuevo sistema, con la intención de mantener el equilibrio entre seguridad y accesibilidad. En cuanto a las diferencias estatales, algunos estados como Michigan, Minnesota, Nueva York, Vermont y Washington han emitido identificaciones “mejoradas” que cumplen con ciertos requisitos federales para cruzar fronteras terrestres y marítimas hacia Canadá y México, además de permitir viajes domésticos. No obstante, estas identificaciones no son válidas para vuelos internacionales desde Estados Unidos hacia esos países, lo que añade complejidad al marco regulatorio y a la manera en que los viajeros deben planificar su documentación. El mandato de Real ID ha enfrentado críticas importantes por parte de grupos de derechos civiles y defensores de la privacidad. La American Civil Liberties Union (ACLU) ha advertido sobre el riesgo de crear un sistema nacional de identificación que concentre información personal en bases de datos interconectadas accesibles por agencias federales y estatales.
Esto, en su opinión, podría facilitar la vigilancia gubernamental excesiva y aumentar la vulnerabilidad ante robos de identidad. Además, la ACLU señala que la implementación de Real ID podría promover la conversión de las oficinas de automóviles (DMV) en agencias de control migratorio, pues se podrían exigir verificaciones exhaustivas sobre el estatus legal de los solicitantes de licencias. Esto añade una capa de complejidad y tensión social, ya que la regulación migratoria es competencia federal y el acceso restringido a documentos puede marginalizar aún más a ciertas comunidades. Desde una perspectiva de seguridad, la adopción de la Real ID pretende hacer más difícil el uso de documentos falsificados para evadir detección y cometer actos ilícitos. Sin embargo, expertos en seguridad y derechos civiles han manifestado que la seguridad basada en la identificación personal no es infalible para prevenir actos terroristas, y que puede resultar contraproducente al dificultar la colaboración ciudadana con las autoridades.
Durante el período previo a la fecha límite, varios estados han solicitado aplazamientos para implementar la Real ID, debido a limitaciones en la capacidad para emitir las nuevas tarjetas y la pandemia de Covid-19 que dificultó muchos procesos administrativos. A pesar de esas solicitudes, el DHS ha mantenido la fecha de vigencia para estimular una mayor adopción y actualización de los sistemas de identificación. Para viajeros frecuentes y ciudadanos en general, es importante entender que tener una Real ID simplificará y agilizará los procedimientos en los aeropuertos y acceso a instalaciones federales. Sin embargo, quienes no la posean aún podrán usar documentos alternativos como pasaporte para continuar volando, aunque con el riesgo de enfrentar revisiones más exhaustivas y posibles retrasos. Este nuevo sistema representa un intento de equilibrar la seguridad nacional con la comodidad y libertad de los viajeros, aunque sigue generando debates en torno a la privacidad, derechos civiles y la equidad en el acceso a documentos oficiales.
La recomendación para quienes aún no cuentan con la Real ID es proceder a su trámite lo antes posible para evitar complicaciones futuras, pero también estar informados de sus derechos y alternativas disponibles. En conclusión, la implementación de la Real ID en Estados Unidos marca un cambio significativo en la forma en que se controla la identidad para vuelos nacionales y acceso a edificios federales. Aunque inicialmente se esperaba que sin ella no se pudiera volar, las autoridades han confirmado que esta restricción no será absoluta, permitiendo a los viajeros adaptarse a este nuevo requisito sin dejar de utilizar opciones válidas para identificarse. La transición hacia este sistema continuará generando discusiones sobre seguridad, privacidad y administración pública en los próximos años.