La gestión de software en el entorno tecnológico actual enfrenta desafíos cada vez mayores debido a la complejidad y la velocidad con la que evolucionan las aplicaciones y sus componentes. En este contexto, el concepto de SBOM (Bill of Materials para software) se ha convertido en una herramienta fundamental para conocer con precisión todos los componentes que integran un producto, facilitando su seguridad, mantenimiento y cumplimiento normativo. Sin embargo, la idea tradicional que presenta el SBOM como un listado estático y fijo está siendo cuestionada profundamente, revelando realidades más complejas y dinámicas que exigen una comprensión renovada de esta práctica. Históricamente, un SBOM se concebía como un documento que enumeraba de manera estática todos los componentes de software que conformaban una aplicación o sistema, acompañados de sus metadatos inmutables, como versiones precisas, identificadores y hashes criptográficos que confirmaban su autenticidad. Esta visión, aunque útil para conocer el inventario de manera puntual, se ha tornado insuficiente para afrontar las necesidades actuales, particularmente en lo que respecta a la respuesta rápida frente a vulnerabilidades emergentes.
El SBOM puede dividirse en dos partes conceptuales: una parte estática, con la lista inicial de componentes y sus datos fijos, y una parte dinámica, relacionada con las vulnerabilidades, donde se incluyen los informes de estado de vulnerabilidad y las explotaciones conocidas (comúnmente expresados a través de VDR y VEX, acrónimos que designan registros y exclusiones sobre vulnerabilidades). Esta distinción facilita entender que mientras la composición básica del software puede permanecer fija, la información sobre su seguridad cambia continuamente al descubrirse nuevas amenazas o corregirse errores. Sin embargo, al examinar con más detalle la supuesta naturaleza estática, surge la realidad de que esta parte también está sujeta a cambios e impactos relevantes. Algunos aspectos dentro de esta sección del SBOM pueden variar debido a errores humanos o técnicas en la generación, pero otros cambios obedecen a situaciones inherentes y legítimas que reflejan la evolución natural del software y su entorno. Un ejemplo claro son los errores ortográficos o de datos que pueden introducirse inadvertidamente en un SBOM, pero que no deben ser minimizados, pues en ocasiones pueden derivar en ataques sofisticados como la confusión de dependencias, donde actores malintencionados aprovechan inconsistencias para insertar componentes dañinos.
Por lo tanto, la corrección y la validación continua son esenciales. Otra fuente de variabilidad son los componentes fantasma o faltantes, que suelen ser producto de fallos o configuraciones incorrectas en las herramientas automáticas de generación. La ausencia de elementos en el inventario puede ser tan peligrosa como su presencia, pues puede esconder dependencias críticas o provocar vulnerabilidades inadvertidas. Además, el ciclo de vida de cada componente influencia directamente el SBOM. Por ejemplo, si un proveedor decide terminar el soporte a cierto módulo o biblioteca, este hecho adquiere relevancia temporalmente concreta, ya que impacta directamente en las decisiones de actualización, mitigación y mantenimiento.
Además, los cambios en la cadena de suministro o en el mantenimiento del componente pueden hacer necesaria la actualización del SBOM para reflejar su estado real. También es importante considerar las modificaciones o correcciones en los aspectos legales asociados a los componentes de software, tales como licencias. En ocasiones, las licencias pueden ser malinterpretadas o documentadas incorrectamente, por lo que una revisión posterior puede cambiar el estatus legal del componente incluido en el SBOM. Aún más significativo es cuando un proveedor modifica la licencia de una versión antigua, otorgando permisos más amplios y alterando las condiciones de uso. La evolución de los estándares que rigen la creación y formato del SBOM representa otra fuente de dinamismo.
Normas como CycloneDX, que regulan el contenido y estructura del SBOM, se actualizan periódicamente, añadiendo nuevas especificaciones o extendiendo la capacidad de expresar información detallada, como la inclusión de subcomponentes o nuevos tipos de hashes criptográficos. Por esta razón, actualizar el SBOM para alinearlo a las versiones más recientes de estándares no solo es una práctica recomendada, sino una necesidad para garantizar su validez y utilidad. El reconocimiento de que la parte supuestamente estática del SBOM es, en realidad, mutable genera la necesidad imperiosa de implementar esquemas efectivos de versionado. Un SBOM sin control de versiones puede volverse rápidamente inmanejable, especialmente si se actualizara ante cada cambio sin criterio, produciendo un combinatorio incontrolable de versiones que dificultaría su trazabilidad y auditoría. En la práctica, las soluciones tecnológicas están adoptando estrategias avanzadas para esta situación.
Por ejemplo, en la plataforma ReARM desarrollada por Reliza, se conserva intacta la versión original del SBOM cargado por el usuario, garantizando un punto de referencia que puede servir para auditorías y pruebas de existencia. A partir de aquí, las versiones sucesivas que se suben se aceptan como las más recientes, pero sin eliminar las anteriores, manteniendo así un historial completo. Además, la plataforma añade lógicas de enriquecimiento y augmentación de manera dinámica, incorporando datos complementarios o reorganizando la información sin alterar el SBOM original. Esta estrategia permite descargar dos tipos de archivos: la versión original sin modificaciones y la versión enriquecida, que incluye los datos adicionales para facilitar el análisis o cumplimiento específico. Ambas versiones se preservan en el sistema para ofrecer trazabilidad, transparencia y reproducibilidad.
Esta aproximación híbrida combina la estabilidad del original con la flexibilidad del dinámico, demostrando que los SBOM no deben concebirse como documentos estáticos y obsoletos, sino como entidades vivas dentro de la gestión de software que se adaptan y evolucionan con las necesidades cambiantes de seguridad, licenciamiento y regulación. En síntesis, el SBOM ha dejado de ser una simple lista fija para convertirse en un componente esencial y dinámico de la gobernanza del software. Su correcta gestión implica reconocer y manejar las distintas dimensiones de cambio y actualización, apoyándose en sistemas que permitan versionar, auditar y enriquecer su contenido sin perder la fidelidad ni la trazabilidad necesaria para garantizar confianza y cumplimiento. La conciencia de este dinamismo también señala el camino a los desarrolladores, gestores y auditores para implementar estrategias más sofisticadas, trabajar con estándares actualizados y aprovechar plataformas que permiten el manejo eficiente de múltiples versiones y estados del SBOM a lo largo del tiempo. Así, mientras la tecnología y las amenazas evolucionan rápidamente, el SBOM se posiciona como una herramienta viva que continúa adaptándose para preservar la seguridad, transparencia y fiabilidad en la cadena de suministro de software.
Reconocer que el SBOM nunca es realmente estático es un paso decisivo hacia una gestión más madura y efectiva del software en el mundo digital actual.