Los aranceles han sido una herramienta tradicional para que los gobiernos protejan sus industrias nacionales y ajusten el comercio internacional a sus objetivos económicos y políticos. Sin embargo, su imposición genera efectos complejos y, a menudo, adversos, tanto en la economía doméstica como en la global. En los últimos años, Estados Unidos ha vuelto a utilizar esta política, especialmente en sus relaciones comerciales con países como China, Europa, México y Canadá, motivando un abundante debate sobre sus consecuencias y eficiencia. Para entender mejor qué efecto tienen estos aranceles en la economía, es fundamental acudir a modelos económicos sofisticados que permitan analizar sus impactos desde distintas perspectivas. En este contexto, el análisis de modelos macroeconómicos y de comercio internacional juega un papel crucial para descifrar tanto los efectos directos como las respuestas anticipadas de los agentes económicos y países afectados.
Uno de los enfoques más relevantes para evaluar el impacto económico de los aranceles es el modelo Nuevo Keynesiano, aplicado recientemente por Kalemli-Ozcan, Soylu y Yıldırım para analizar cómo las tarifas estadounidenses afectan al Producto Interno Bruto (PIB), los salarios y la inflación. Este modelo asume que los precios y salarios son «pegajosos», es decir, que no reaccionan inmediatamente ante cambios económicos, lo que refleja la realidad de los contratos laborales y la rigidez de precios observada en mercados reales. Este supuesto tiene implicaciones importantes: cuando se imponen aranceles y aumentan los costos de producción, las empresas enfrentan mayores gastos y no pueden ajustar instantáneamente los precios o salarios para equilibrar la situación, lo que puede traducirse en recortes en la producción y despidos laborales. La complejidad del modelo radica en considerar múltiples variables económicas interrelacionadas, como las decisiones de oferta de trabajo de los hogares, el ahorro, la contratación laboral de las empresas, y la importación de insumos intermedios desde el extranjero. Además, el modelo incorpora el papel de los bancos centrales mediante la fijación de tasas de interés para controlar la inflación, establecida generalmente en torno al 2%.
Esta sofisticación permite entender no solo el impacto directo de los aranceles sobre la producción y el empleo, sino también la interacción con la política monetaria y la dinámica de precios que afecta el consumo y la inversión. El modelo Nuevo Keynesiano, sin embargo, es costoso en términos computacionales, debido a la necesidad de resolver simultáneamente numerosas ecuaciones que representan la conducta de diferentes agentes económicos en múltiples países. Para que el análisis sea viable, los investigadores emplean ciertas suposiciones y simplificaciones matemáticas que facilitan encontrar soluciones aproximadas, sacrificando en cierto grado la precisión a cambio de obtener resultados que pueden interpretarse y utilizarse para decisiones de política pública. La validación de este modelo se llevó a cabo analizando la experiencia de los aranceles impuestos por Estados Unidos en 2018, principalmente contra China. Allí, el aumento tarifario generó un alza marginal en la inflación medida a través del gasto en consumo personal (PCE) y una reducción del PIB estimada en cerca del 0.
4%. El modelo Nuevo Keynesiano reprodujo resultados cercanos, aunque con un impacto ligeramente menor, mostrando un aumento de la inflación cercano a 0.07 puntos porcentuales y una caída del PIB del 0.2%. Estos resultados sugieren que el modelo es útil para captar la dirección y magnitud aproximada de los efectos esperados de los aranceles.
En cuanto a los efectos recientes de los aranceles anunciados en 2025, los modelos estiman impactos significativos bajo diferentes escenarios. Por ejemplo, sin respuesta de represalia comercial, la economía estadounidense experimentaría pérdidas en la producción y un aumento moderado de la inflación. Pero si las naciones afectadas deciden responder con sus propios aranceles, el impacto negativo para Estados Unidos se amplifica, evidenciando la naturaleza de riesgo y costo que involucra la imposición unilateral de barreras comerciales. Además, las perturbaciones no sólo afectan a Estados Unidos, sino también a sus socios comerciales, aunque los daños suelen ser mayores para la economía que inicia las medidas arancelarias. Un fenómeno curioso y particularmente relevante es el impacto anticipatorio de las amenazas arancelarias.
Cuando Estados Unidos anuncia que impondrá aranceles, incluso si después los cancela, los consumidores y empresas suelen modificar su comportamiento. En estos casos, la expectativa de precios más altos lleva a un aumento del ahorro y a una reducción del gasto actual, lo que puede resultar en una contracción económica temporal y una caída en la inflación, fenómeno que evidencia cómo las percepciones y expectativas pueden afectar la dinámica económica antes incluso de que las políticas entren en vigor. Por otro lado, otra perspectiva complementaria proviene del análisis de Ignatenko, Macedoni, Lashkaripour y Simonovska, quienes se enfocaron en modelar los flujos comerciales entre 123 países para proyectar los efectos de los aranceles estadounidenses. A diferencia del modelo Nuevo Keynesiano, su modelo simplifica las decisiones individuales y se centra exclusivamente en determina el impacto sobre el comercio, los salarios y el bienestar de los países involucrados, sin contemplar la política monetaria ni las complejas rigideces de precios y salarios. Según sus resultados, si no hay represalias por parte de otros países, el déficit comercial de Estados Unidos cae gracias a la reducción tanto de importaciones como de exportaciones, que disminuyen en aproximadamente un 30-35%.
Esta caída paralela se explica por el principio económico conocido como la simetría de Lerner, que establece que los aranceles a las importaciones tienen un efecto equivalente a impuestos sobre las exportaciones, afectando ambos lados del comercio exterior. Curiosamente, en este modelo, la imposición de aranceles parece beneficiar a la economía estadounidense en términos de salarios reales y bienestar, incrementándolos cerca de un 1.1% cuando no hay represalias. Esto se atribuye a un fortalecimiento de la posición negociadora de la fuerza laboral nacional, debido a la mayor demanda de trabajadores domésticos frente a la disminución del comercio exterior. Por otro lado, los países extranjeros sufren una merma en su bienestar y salario, favoreciendo indirectamente a Estados Unidos.
No obstante, este escenario cambia cuando los socios comerciales responden con sus propios aranceles, lo que reduce el bienestar estadounidense y confirma que la guerra comercial puede ser perjudicial para todas las partes involucradas. Un aspecto relevante que esta segunda corriente de análisis resalta es la generación de ingresos fiscales para el gobierno mediante la imposición de aranceles. En ausencia de represalias, los aranceles podrían representar hasta un 1.5% del PIB estadounidense, un monto considerable que se traduce en cientos de miles de millones de dólares, equivalentes a una fracción significativa del presupuesto federal. Sin embargo, este ingreso se verá significativamente reducido si otros países responden con medidas retaliatorias, disminuyendo así el potencial recaudatorio de esta política.
Ambos modelos presentan perspectivas y resultados que pueden parecer contradictorios, lo que refleja las limitaciones propias de la economía como disciplina para modelar la realidad en toda su complejidad. Mientras el modelo Nuevo Keynesiano incorpora rigideces de precios y salarios, y se adapta mejor para evaluar impactos sobre producción e inflación, el modelo centrado en flujos comerciales captura con más detalle las consecuencias sobre el volumen y estructura del comercio internacional. Esta diversidad refuerza la necesidad de interpretar los resultados con cautela y considerar que ningún modelo es una imagen perfecta de la economía real. La imposición de aranceles tiene costos importantes que suelen superar sus beneficios potenciales. Las caídas en la producción y la eficiencia, el aumento de la inflación, la incertidumbre económica y las tensiones comerciales son factores que afectan negativamente tanto a consumidores como a productores.
Además, la imposición de políticas proteccionistas puede desencadenar represalias y generar una espiral de medidas restrictivas que dificultan el intercambio comercial y el crecimiento económico global. En el análisis económico, las expectativas y anticipaciones juegan un papel fundamental. La simple amenaza de un arancel puede cambiar el comportamiento de consumo y ahorro, evidenciando que los efectos de las políticas no solo dependen de su aplicación efectiva, sino también de cómo son percibidas y anticipadas por agentes económicos. Esta dimensión psicológica y dinámica aporta una capa adicional de complejidad que los modelos deben intentar capturar para brindar predicciones sólidas. Finalmente, la economía computacional enfrenta retos constantes debido a la necesidad de equilibrar la complejidad y precisión de los modelos con su capacidad de ser resueltos en plazos razonables.
Los modelos más detallados requieren simplificaciones y supuestos que, aunque reducen la fidelidad absoluta a la realidad, permiten generar conclusiones valiosas y útiles para la formulación de políticas. La clave está en seleccionar el modelo adecuado para la pregunta específica que se intenta responder y complementar el análisis con múltiples enfoques para obtener un panorama más completo. En suma, la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos y sus repercusiones globales evidencian la complejidad del comercio internacional y la economía moderna. Los modelos económicos avanzados nos ofrecen herramientas para entender y cuantificar los costos y beneficios de estas políticas, pero también nos recuerdan que la mejor estrategia para alcanzar objetivos económicos suele residir en alternativas más eficaces y menos disruptivas que el proteccionismo.