En un contexto geopolítico siempre cambiante, la posibilidad de un conflicto en el estrecho de Taiwán ha suscitado preocupaciones a nivel mundial. La creciente tensión entre China y Taiwán, enfatizada por las amenazas de un posible intento de anexión militar por parte de Pekín, ha llevado a muchas naciones a considerar su postura ante este escenario. Sin embargo, hay un país que ha decidido mantener una posición cautelosa: Corea del Sur. A pesar de ser un aliado por excelencia de Estados Unidos y una democracia liberal, su enfoque hacia este conflicto es complejo y está profundamente influenciado por sus propios intereses nacionales. Para comprender por qué Corea del Sur ha optado por mantenerse al margen de un posible conflicto en el estrecho de Taiwán, es crucial considerar tres factores principales: la dependencia económica de China, la amenaza de Corea del Norte y la búsqueda de mantener una relación constructiva con Pekín.
En primer lugar, la relación económica entre Corea del Sur y China es vital. En 2022, el 30% del comercio total de Corea del Sur tuvo como destino el mercado chino, y su sector tecnológico, en particular, se encuentra fuertemente expuesto a esta relación. La dependencia de Corea del Sur de las materias primas, como los elementos de tierras raras, que en gran parte provienen de China, refuerza su postura de cautela. Además, el 40% de las exportaciones de semiconductores surcoreanas se dirigen a China, un sector clave para la economía surcoreana. Ante este panorama, la idea de entrar en conflicto con una potencia económica tan significativa plantea riesgos que Seúl prefiere evitar.
En segundo lugar, el temor de que un conflicto en el estrecho de Taiwán pueda aumentar la amenaza de Corea del Norte también influye en la decisión de Corea del Sur de no involucrarse. Se ha argumentado que la defensa de Taiwán por parte de Estados Unidos podría llevar a la retirada de fuerzas estadounidenses de la península coreana, lo que a su vez podría motivar a Pyongyang a llevar a cabo una invasión. Yoon Suk-yeol, actual presidente de Corea del Sur, ha manifestado que su prioridad en caso de una guerra en el estrecho de Taiwán sería defenderse de cualquier ataque oportunista de Corea del Norte en lugar de asistir a Taiwán. Esto subraya la realidad geopolítica que enfrenta el país, donde la estabilidad interna y la defensa ante su vecino del norte son de suma importancia. En este sentido, es notable que las preocupaciones sobre la defensa nacional de Corea del Sur son válidas.
A pesar del papel de Estados Unidos como aliado, existe una percepción en Seúl de que el apoyo estadounidense podría no ser suficiente. Sin embargo, la idea de que la presencia militar estadounidense en Corea del Sur se vea afectada de manera significativa por un conflicto en Taiwán es, en cierta medida, errónea. La mayoría de las tropas de EE. UU. en Corea del Sur son soldados del Ejército, cuya función no está directamente ligada a un conflicto en el estrecho de Taiwán.
Aunque es probable que algunas fuerzas aéreos, como los de la Fuerza Aérea del Séptimo en la Base Aérea de Osan, tengan que ser reubicados temporalmente, la infraestructura militar estadounidense en la península estaría preparada para mantenerse operativa. El tercer factor que subraya la decisión de Corea del Sur de permanecer al margen de un posible conflicto en el estrecho de Taiwán es la creencia de que una relación amistosa con Beijing puede moderar el comportamiento de Corea del Norte. A menudo, se asume que China podría actuar como un freno en las provocaciones norcoreanas. Sin embargo, esta percepción ha demostrado ser optimista, ya que, a pesar de la vinculación de Beijing con Pyongyang, Corea del Norte ha continuado con sus pruebas de misiles y desarrollo nuclear incluso cuando China parecía estar en condiciones de ejercer presión. El deseo de evitar un conflicto no solo se basa en la consideración de los intereses económicos y políticos, sino que también se alimenta de la preocupación de poner en peligro la relación de Corea del Sur con Estados Unidos.
Esa relación es clave para la seguridad nacional, y si bien Seúl teme ser arrastrado a una guerra no deseada, también tiene miedo de ser percibido como un aliado poco cooperante en tiempos de crisis. Esta dualidad representa un delicado equilibrio en la política exterior surcoreana. Desde un punto de vista histórico, la relación de Corea del Sur con Taiwán ha sido ambivalente. A pesar de que Taiwán fue uno de los primeros países en reconocer a Corea del Sur en 1948, la decisión de Seúl en 1992 de cambiar sus lazos diplomáticos de Taiwán a China marcó un punto de inflexión en su política exterior. Aunque existe un sentido de kinship debido a experiencias compartidas como naciones no comunistas divididas, los intereses nacionales han prevalecido sobre los vínculos históricos.
Bajo el liderazgo del presidente Yoon Suk-yeol, que se presenta como un "halcón" frente a China, se anticipaba una posible alteración en la política hacia Taiwán. Si bien Yoon ha hecho intentos de enderezar la relación con Estados Unidos, se ha comportado con cautela para no antagonizar a Beijing. Por ejemplo, si bien inicialmente expresó interés en unirse al Quad (el grupo de diálogo estratégico conformado por Estados Unidos, Japón, India y Australia), finalmente se ha contentado con participar de manera no formal. Esto refleja una tendencia más amplia en la política exterior surcoreana, donde prevalece el pragmatismo y la búsqueda de mantener la paz con sus vecinos. En efecto, la política de no intervención de Corea del Sur ante un posible conflicto en el estrecho de Taiwán es el resultado de una combinación de intereses económicos, preocupaciones sobre la seguridad nacional frente a Corea del Norte y un deseo de mantener relaciones constructivas con Beijing.
Mientras el mundo observa con atención la situación en el estrecho de Taiwán, la respuesta cautelosa de Seúl resalta cómo las prioridades nacionales pueden, en ocasiones, eclipsar la solidaridad con aliados en conflicto. En resumen, la complejidad de la situación geopolítica en Asia del Este es un recordatorio de que, en política internacional, en ocasiones, los intereses nacionales y las estrategias de seguridad pueden relegar los ideales compartidos y los lazos históricos a un segundo plano. Corea del Sur, mientras enfrenta su propia serie de desafíos, ha decidido, al menos por ahora, ignorar el llamado de la lealtad a Taiwán para centrarse en la defensa de sus propios intereses estratégicos y económicos.