En los últimos años, el ecosistema de software de código abierto ha sido testigo de disputas que cuestionan las estructuras tradicionales de gobernanza y la relación entre los creadores originales de proyectos y las comunidades que los mantienen. Una de las más recientes y complejas es la lucha de Synadia, creador original de NATS, por recuperar la propiedad y control del proyecto del mensaje NATS que donó hace años a la Cloud Native Computing Foundation (CNCF). Este suceso destaca la delicada relación que existe entre la evolución del código abierto, las licencias y los intereses comerciales en la industria tecnológica. NATS es una plataforma de mensajería de código abierto que se ha consolidado como pieza clave para arquitecturas basadas en microservicios, IoT (Internet de las cosas) y transmisión de eventos. Desde su creación, ha ganado gran popularidad y se ha convertido en un componente esencial para la construcción de sistemas en la nube y aplicaciones distribuidas.
Su crecimiento exponencial se debe en parte al respaldo de la CNCF, encargada de administrar el proyecto bajo un espíritu de gobernanza neutral y colaborativa que fomenta la contribución de cientos de organizaciones y desarrolladores. Sin embargo, Synadia ha lanzado una ofensiva para recuperar tanto la gestión como la propiedad intelectual asociada a NATS, incluyendo la marca registrada y los activos digitales, como el dominio web y la organización de GitHub bajo la cual se desarrolla el proyecto. Este movimiento ha generado un choque frontal con la CNCF, que defiende la propiedad colectiva del proyecto y la importancia de mantenerlo como un recurso abierto y comunitario. La disputa surge principalmente porque Synadia nunca completó la transferencia formal de la marca NATS a la Linux Foundation, a la cual está adscrita la CNCF para gestionar la propiedad intelectual de sus proyectos. Pese a que la CNCF cubrió gastos relacionados a la marca y ha invertido en auditorías de seguridad, trabajo jurídico y promoción, Synadia sostiene que su empresa y su predecesora financiaron alrededor del 97% del desarrollo del servidor de NATS, argumentando que para que esta tecnología prospere, la empresa debe prosperar también.
Derek Collison, fundador y CEO de Synadia, ha expresado que aunque es un firme partidario del modelo de código abierto, considera que la sostenibilidad de proyectos como NATS requiere un modelo en el que los usuarios que valoran significativamente el software contribuyan financieramente. Por ello, Synadia propuso cambiar la licencia actual Apache 2.0, ampliamente permisiva y comunitaria, a una licencia Business Source License (BSL) que introduce restricciones y limita su uso comercial. La reacción de la CNCF no se hizo esperar y calificó la acción como una ruptura del compromiso inicial de Synadia, subrayando la importancia de proteger proyectos donados para que mantengan un régimen de gobierno que impida el control unilateral por parte de un solo proveedor o empresa. El hecho de que Synadia pida un 'recuperar' la gestión y activos del proyecto en lugar de lanzar una nueva versión o bifurcación dedicada a usos comerciales ha sido visto como una amenaza para la confianza que la comunidad deposita en la CNCF como garante de la neutralidad y para la supervivencia del proyecto como recurso abierto.
Este conflicto no solo tiene implicaciones legales sino también un fuerte impacto en la comunidad de desarrollo. Alrededor de 700 organizaciones han colaborado con contribuciones al proyecto, y múltiples empresas confían en NATS para la infraestructura de sus plataformas. La posibilidad de que un solo actor intente privatizar parcialmente un proyecto desarrollado en comunidad genera incertidumbre y cuestionamientos sobre la evolución futura de herramientas fundamentales en la pila tecnológica cloud native. Expertos y líderes del sector han expresado diferentes opiniones. Algunos entienden la dificultad de mantener financieramente proyectos open source tan esenciales y reconocen que buscar un modelo sostenible es desafiante.
Sin embargo, la forma en que Synadia ha abordado el proceso, al reclamar la marca y el dominio sin completar formalmente la cesión a la CNCF, es considerada problemático y podría sentar precedentes peligrosos que minen la estructura de confianza que permite el florecimiento de proyectos bajo licencias abiertas. Además, la CNCF ha iniciado procedimientos legales para cancelar las marcas registradas que impiden la libre gestión colectiva, así como una revisión de salud del proyecto para asegurar que siga operando bajo los principios originales de software libre. Desde la perspectiva del foundation, permitir que una compañía pueda unilateralmente reclamar un proyecto donado afectaría la esencia misma de las fundaciones que buscan evitar el autoritarismo corporativo en plataformas abiertas. Este caso también plantea interrogantes sobre las licencias de código abierto y sus límites. Mientras Apache 2.
0 permite una gran libertad, las licencias como BSL intentan equilibrar el uso abierto con la protección de intereses comerciales. Cambiar la licencia sobre la base original genera debates sobre la naturaleza misma de la apertura y los derechos comunitarios adquiridos en el proceso de desarrollo colaborativo. En paralelo, la comunidad observa con atención el resultado de esta disputa ya que el patrón de gobernanza que se establezca puede influir en muchos otros casos similares en el futuro. Proyectos conocidos que han reconfigurado sus modelos de licencia o estructura de propiedad han vivido reacciones encontradas, y la cuestión de cómo mantener el balance entre control, contribución e incentivos económicos es cada vez más crucial. A pesar de la tensión, a principios de mayo de 2025 se informó que la CNCF y Synadia llegaron a un acuerdo que permite que NATS continúe operando como proyecto abierto bajo la CNCF, lo que parece ser una señal positiva para el ecosistema.