Kazajistán, el país más extenso de Asia Central y el noveno a nivel mundial por su territorio, se posiciona cada vez más como un epicentro crucial en la producción y exploración de minerales críticos. Estos minerales, entre los que destacan las tierras raras, el cobre, el litio, el tungsteno y el tantalio, juegan un papel insustituible en el avance tecnológico, así como en la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles. La creciente demanda global de estos materiales ha situado a Kazajistán en la mira de inversionistas y gobiernos que buscan asegurar cadenas de suministro robustas y diversificadas. La nación dispone de alrededor de 5.000 depósitos minerales, reflejando una riqueza natural que la ubica como sexta a nivel mundial en términos de reservas minerales.
Esta abundancia se combina con un sector industrial con capacidades para el procesamiento avanzado, lo que otorga a Kazajistán una ventaja competitiva frente a muchos otros países con potencial mineral, pero que carecen de infraestructura o experiencia en la transformación de materias primas. En particular, el país destaca en la producción de uranio, habiendo liderado el mercado mundial en 2024 con una cuota aproximada del 38%. También sobresale en la extracción de cobre, habiendo sido el octavo productor global en 2023, con un volumen que supera las 828.000 toneladas, así como en la producción de zinc y titanio. Estos minerales no solo son esenciales para industrias tradicionales, sino que forman la columna vertebral de tecnologías emergentes como baterías para vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos avanzados y sistemas de energía renovable.
Reconociendo esta oportunidad estratégica, el gobierno kazajo ha implementado una serie de políticas para atraer inversión extranjera y fomentar la colaboración internacional en el desarrollo del sector minero. Entre estas medidas se incluyen exenciones significativas en impuestos corporativos, así como en el impuesto al valor agregado y derechos de aduana. Además, se garantiza una estabilidad legislativa que brinda confianza a los inversores sobre el marco regulatorio, respaldada por contratos y acuerdos de inversión transparentes y bien estructurados. El compromiso del gobierno se evidencia también en la simplificación de los procesos para la obtención de licencias de exploración y explotación, lo cual reduce los tiempos y costos administrativos, facilitando la entrada de nuevas empresas y proyectos. Las reformas recientes del código minero han sido clave para estimular la actividad en el sector, permitiendo la emisión de numerosas licencias nuevas que impulsan la exploración y desarrollo.
Este ambiente favorable ha sido destacado en eventos internacionales especializados, como la convención PDAC en Toronto, donde representantes gubernamentales han reiterado la apertura al negocio y a la cooperación internacional. La firma Cove Capital, a través de su subsidiaria Kaz Critical Minerals, se encuentra entre las compañías inversoras activas en el país, aprovechando las oportunidades para explorar y desarrollar yacimientos de minerales críticos. Sin embargo, a pesar del potencial y los esfuerzos realizados, Kazajistán enfrenta desafíos que deben abordarse para maximizar el crecimiento sostenible de su sector minero. Entre ellos destacan las infraestructuras de transporte y energía que en algunas regiones requieren modernización para soportar una mayor actividad minera. También es fundamental avanzar en la formación y capacitación de la fuerza laboral local para integrar tecnologías modernas y garantizar estándares altos en la operación minera y de procesamiento.
Desde la perspectiva ambiental, el desarrollo responsable y sostenible es una prioridad para evitar impactos negativos y mejorar la aceptación social de los proyectos mineros. La integración de buenas prácticas, junto con la inversión en tecnologías limpias, posicionará a Kazajistán como un modelo de minería moderna en una región emergente. En el contexto geopolítico, la posición estratégica de Kazajistán entre Europa y Asia le permite actuar como un puente para cadenas de suministro que buscan diversificación y seguridad frente a las fuertes dependencias actuales. La estabilidad política del país y su apuesta por la apertura económica son elementos que fortalecen la confianza de inversionistas internacionales. Además, la colaboración con organismos multilaterales y la participación en acuerdos internacionales favorecen la atracción de capital y el acceso a tecnologías avanzadas.