En un giro significativo para la regulación financiera en Estados Unidos, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) emitió una nueva orientación el 28 de marzo de 2025, que permite a las instituciones supervisadas por dicha entidad participar en actividades relacionadas con criptomonedas sin la obligación de notificar o solicitar aprobación previa. Esta decisión marca un cambio radical frente a la política previa de 2022, que exigía a los bancos informar a la FDIC antes de involucrarse en cualquier actividad vinculada a activos digitales. El nuevo enfoque refleja la evolución dinámica del ecosistema cripto y la búsqueda de un escenario regulatorio que facilite la innovación sin comprometer la seguridad financiera ni la protección del consumidor. La orientación emitida en la carta de instituciones financieras FIL-7-2025 establece que las entidades supervisadas por la FDIC pueden incursionar en lo que se denomina "actividades permisibles", que incluyen el uso de tecnologías emergentes como los criptoactivos y los activos digitales. Para aprovechar esta libertad, es imprescindible que los bancos implementen una gestión adecuada de los riesgos asociados y conduzcan todas las actividades de manera segura y sólida, respetando todas las leyes y regulaciones aplicables.
La FDIC reconoce que las actividades cripto involucran diversos riesgos, entre ellos los relacionados con mercados y liquidez, operaciones, ciberseguridad, protección al consumidor y procedimientos contra el lavado de dinero. Este énfasis en la gestión integral del riesgo sugiere que, aunque la supervisión previa ha sido eliminada, la responsabilidad institucional en el manejo prudente sigue siendo un pilar fundamental. Las actividades consideradas cripto-relacionadas son variadas y abarcan roles como custodios de criptoactivos, mantenimiento de reservas de stablecoins, emisión de criptomonedas y otros activos digitales, actuación como creadores de mercado o agentes de cambio o redención, así como la participación en sistemas de liquidación o pagos basados en blockchain y registros distribuidos, incluyendo funciones de nodo. Además, se incluyen actividades conexas como las de intermediación y préstamos. Esta amplia definición refleja la sofisticación y diversidad de servicios que las instituciones financieras tradicionales pueden ofrecer en el campo de las tecnologías digitales emergentes.
El cambio normativo significa que la antigua práctica de requerir notificaciones previas para evaluar la seguridad, estabilidad financiera y protección del consumidor ya no es mandatoria. En efecto, la norma de 2022 fue sustituida para acelerar la adopción de innovaciones tecnológicas en el sector bancario. Sin embargo, esta claridad regulatoria no implica que la supervisión y el cumplimiento queden relegados; las instituciones continúan sujetas a revisiones y deben mantener controles robustos para asegurar que las operaciones sean seguras y cumplan con los marcos legales vigentes. Este movimiento por parte de la FDIC es coherente con una política más amplia y reciente de otras agencias reguladoras. Por ejemplo, la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC) también modificó sus directrices en marzo de 2025, eliminando la necesidad de notificación previa para bancos nacionales y asociaciones federales de ahorro que pretenden involucrarse en actividades relacionadas con criptomonedas.
La OCC había exigido que dichas instituciones demuestren controles adecuados para operar de manera segura, condición que continúa siendo central, aunque la etapa previa de notificación quedó suprimida. Estas decisiones regulatorias forman parte de un esfuerzo gubernamental por modernizar y armonizar el enfoque hacia los activos digitales. El 23 de enero de 2025, el presidente firmó una orden ejecutiva que creó el Grupo de Trabajo Presidencial sobre Mercados de Activos Digitales, con el fin de generar recomendaciones sobre el marco regulatorio federal aplicable a las criptomonedas. La FDIC ha manifestado que sigue comprometida con este proceso y anticipa la emisión de directrices adicionales en colaboración con otras entidades reguladoras, buscando reemplazar declaraciones y normas interinstitucionales previas publicadas a inicios de 2023. Esta evolución puede interpretarse también como una respuesta a los rápidos cambios tecnológicos y la creciente integración de las infraestructuras financieras convencionales con nuevos canales digitales.
Facilitar que las instituciones bancarias participen en actividades relacionadas con cripto sin la carga de procedimientos previos largos puede impulsar la innovación, mejorar la competitividad e incentivar el desarrollo de nuevos productos financieros para los consumidores. Sin embargo, esta flexibilidad regulatoria también plantea desafíos en términos de supervisión efectiva y mitigación de riesgos. Las criptomonedas y tecnologías afines presentan complejidades únicas, como volatilidad de mercado, riesgos tecnológicos, potenciales vulnerabilidades en ciberseguridad y aspectos legales no siempre claros. La FDIC reconoce estas preocupaciones y subraya la necesidad de que las instituciones implementen sistemas robustos de gobernanza, gestión de riesgos y cumplimiento normativo para proteger la estabilidad del sistema financiero y los intereses de los usuarios. En este nuevo paradigma, la responsabilidad recae en gran medida en las propias entidades supervisadas para velar por un manejo adecuado y transparente de sus actividades cripto.
La supervisión continuada y las auditorías regulatorias seguirán siendo herramientas clave para detectar y corregir prácticas que puedan poner en riesgo la integridad del sistema bancario o la confianza del público. Para los bancos y demás instituciones financieras, adoptar esta nueva postura de la FDIC implica un balance delicado entre aprovechar oportunidades tecnológicas innovadoras y mantener una rigurosa disciplina interna en materia de riesgos y cumplimiento. El sector puede esperar un ambiente regulatorio más dinámico y receptivo, aunque bajo el escrutinio constante de supervisores enfocados en preservar la solidez y responsabilidad del sistema. En conclusión, la decisión de la FDIC de permitir a los bancos supervisados involucrarse en actividades relacionadas con criptomonedas sin requerir avisos previos representa un paso crucial hacia la modernización del marco regulatorio estadounidense. Este cambio refleja la adaptación necesaria a un mercado financiero en transformación y abre el camino para una participación más activa y ágil de las instituciones tradicionales en la economía digital.
La clave para el éxito radicará en la capacidad de estos actores para gestionar los riesgos inherentes y operar bajo estándares elevados de seguridad y transparencia, garantizando así el equilibrio entre innovación y estabilidad financiera.