La próxima semana, las tasas de interés podrían experimentar un cambio significativo, algo que no sucede desde marzo de 2020. Este posible ajuste por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) podría anticipar un gran movimiento en el mercado de valores, capturando la atención de economistas, inversores y analistas por igual. Desde la crisis económica provocada por la pandemia de COVID-19, las tasas de interés se han mantenido en niveles históricamente bajos. En respuesta al colapso económico de 2020, la Fed tomó medidas drásticas al reducir la tasa de interés a un rango entre el 0% y el 0.25%.
Esta estrategia fue parte de un esfuerzo más amplio para estimular la economía, fomentar el gasto del consumidor y evitar una recesión más profunda. Sin embargo, el escenario ha cambiado drásticamente desde entonces. Durante el año 2022, el país enfrentó una tasa de inflación que alcanzó el 8%, la más alta en 40 años. Esta situación llevó a la Fed a embarcarse en un ciclo agresivo de aumentos de tasas para controlar la inflación. De hecho, en los últimos 18 meses, la Fed elevó las tasas de interés al rango de 5.
25% a 5.50%, el nivel más alto en más de dos décadas. Este tipo de política monetaria restrictiva tenía un único objetivo: enfriar la economía y regresar la inflación a niveles más manejables. Ahora, con las últimas cifras de inflación mostrando una tendencia a la baja, la Fed parece estar considerando un cambio de rumbo. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ha indicado que “ha llegado el momento de ajustar la política”.
En su próxima reunión programada para el 17 y 18 de septiembre, existe una amplia expectativa de que se anuncie una reducción de las tasas de interés, marcando el primer recorte desde marzo de 2020. Este inesperado ajuste podría tener repercusiones significativas en los mercados bursátiles. Históricamente, los recortes de tasas suelen ser vistos como un buen augurio para el mercado de acciones, pues reducen el costo del financiamiento para las empresas y fomentan una mayor inversión. Pero la relación entre las tasas de interés y el rendimiento del mercado de valores es compleja, y el impacto no siempre es inmediato o predecible. Desde que la Fed comenzó su ciclo de aumentos, el mercado ha reaccionado de forma variable.
Mientras que en el largo plazo, las tasas de interés más bajas tienden a favorecer a las acciones al hacer que los activos de riesgo como las acciones sean más atractivos en comparación con las inversiones de bajo riesgo, el inicio de un ciclo de recortes de tasas, en ocasiones, ha estado acompañado de caídas en los índices bursátiles. Esto se debe a que generalmente, las recesiones económicas preceden a tales reducciones, lo que significa que los recortes a menudo suceden en tiempos de incertidumbre o debilidad económica. En el caso de los últimos ciclos de recortes de tasas, como el que comenzó en 2008 en medio de la crisis financiera global o el de 2020 debido al impacto de la pandemia, la Fed respondió a una crisis inmediata. Sin embargo, en esta ocasión, aunque el crecimiento económico se ha desacelerado y el desempleo ha mostrado señales de aumento, no se observan crisis inminentes en el horizonte. La tasa de desempleo ha subido un poco al 4.
2%, pero sigue considerándose razonable en el contexto económico general. Este matiz es fundamental. Si bien un recorte de tasas puede ser beneficioso para los mercados a largo plazo, a corto plazo, puede ser visto como un indicativo de que la economía está más débil de lo que se pensaba. Por eso, muchos inversores están a la espera de ver cómo reaccionará el mercado tras el anuncio de la Fed. Lo que complica aún más la situación es que cualquier indicio de recesión podría llevar a los inversores a ajustar sus expectativas de ganancias corporativas, lo que podría provocar una caída en el S&P 500, incluso cuando la Fed esté recortando tasas.
A medida que se aproximan las reuniones de la Fed, los economistas están observando de cerca los datos económicos que podrían influir en las decisiones de política monetaria. Mientras que algunos apuntan a que la inflación está disminuyendo y que las condiciones económicas están mejorando, otros advierten sobre los posibles riesgos de un aumento en el desempleo y su impacto en el consumo. El sólido consumo de junio y julio ofreció una imagen más optimista, pero ese optimismo debe equilibrarse con la realidad de que la economía puede estar ralentizándose más de lo esperado. La atención también se centra en cómo los inversores perciben la relación entre las tasas de interés y sus carteras. Mientras que los recortes de tasas históricamente han sido benéficos para la bolsa, la incertidumbre en torno a la economía puede hacer que algunos decidan adoptar una postura más conservadora.
En este contexto, las acciones de crecimiento suelen ser las más afectadas, dado que su evaluación a menudo se basa en proyecciones de ganancias futuras que se vuelven más inciertas en un entorno económico inestable. Con todo, es fundamental recordar que, a largo plazo, los mercados tienden a recuperarse. La historia muestra que, a pesar de las caídas temporales y la volatilidad, el S&P 500 siempre ha alcanzado nuevas alturas con el tiempo, proporcionando oportunidades para los inversores que pueden resistir las pruebas de mercado. En este sentido, cualquier debilitamiento inicial en el mercado tras un recorte de tasas podría ser solo un respiro temporal antes de un avance. Inversores y analistas están a la expectativa de los movimientos de la Fed la próxima semana.
La incertidumbre se cierne sobre la dirección de los mercados, pero la historia sugiere que, con el tiempo, el optimismo puede prevalecer. Cualquiera que sea la temática a corto plazo, es indiscutible que las decisiones de la Fed tendrán un rol central en la configuración del panorama económico y bursátil en los meses venideros. Mantener un ojo en las previsiones y en las interpretaciones del mercado serán claves para navegar esta nueva fase.