Durante la administración de Donald Trump, la industria de las criptomonedas experimentó un notable impulso gracias a políticas y acciones gubernamentales diseñadas para favorecer el desarrollo y la integración de activos digitales en la economía estadounidense. Un caso destacado es el del hijo de Howard Lutnick, un alto funcionario clave en el gobierno de Trump, quien ha sacado un provecho significativo de este entorno favorable al protagonizar un acuerdo multimillonario en el sector criptográfico. Howard Lutnick, conocido por su anterior liderazgo en Cantor Fitzgerald, una firma de inversión reconocida, dejó la dirección del gigante financiero para asumir el cargo de Secretario de Comercio durante la gestión Trump. En un acto de transparencia, Lutnick decidió desvincularse de sus intereses empresariales para evitar conflictos, pero la firmeza de sus políticas pro-cripto generó un efecto indirecto favorable hacia su familia, en particular hacia sus hijos Brandon y Kyle Lutnick, quienes tomaron el control de Cantor Fitzgerald. La alianza estratégica recientemente anunciada entre Cantor Fitzgerald, SoftBank, Tether y Bitfinex para lanzar 21 Capital marca un hito en la inversión en Bitcoin.
Con un valor estimado en 3.6 mil millones de dólares, la iniciativa busca adquirir y mantener a largo plazo un portafolio de 42,000 Bitcoins. La contribución de Tether ascendió a 1.5 mil millones, SoftBank aportó 900 millones y Bitfinex sumó 600 millones, todo invertido en un activo digital cuyo precio superó los 85 mil dólares por unidad al momento del anuncio, llegando incluso a un pico histórico de más de 94 mil dólares. Este auge en el valor de Bitcoin se inscribe en un contexto donde la administración Trump impulsó medidas concretas para legitimar y fortalecer el ecosistema de activos digitales en Estados Unidos.
En marzo, el presidente firmó una orden ejecutiva para establecer la Reserva Estratégica de Bitcoin y un Acervo de Activos Digitales, acciones destinadas a estabilizar y fomentar la adopción del criptoactivo como una herramienta financiera segura y confiable. La designación de David Sacks, antiguo ejecutivo de PayPal, como 'crypto czar' oficial refleja el compromiso de la administración con la innovación tecnológica y la competitividad en el ámbito global. Encuentros en la Casa Blanca con la presencia de altos funcionarios como el Secretario de Comercio Lutnick y el Secretario del Tesoro Scott Bessent consolidaron la imagen de un gobierno decidido a posicionar a Estados Unidos como líder mundial en criptomonedas. Paralelamente, la familia Trump extendió su participación en la industria cripto. Los hijos adultos del expresidente ampliaron sus inversiones, adquiriendo participaciones significativas en World Liberty Financial, una empresa cofundada por Zach Witkoff, hijo de un miembro cercano del gabinete de Trump.
Esta empresa se ha destacado por haber recaudado más de 500 millones de dólares mediante la venta de stablecoins, tokens digitales que buscan mantener una paridad con el dólar estadounidense, ofreciendo estabilidad en un mercado inherentemente volátil. Además, los Trump también mantuvieron una posición minoritaria en American Bitcoin, un productor de Bitcoin, reforzando así su compromiso financiero y estratégico con el sector. Esta diversificación en sus inversiones cripto subraya la confianza en la moneda digital como una fuente sólida y prometedora de crecimiento económico. La política de Trump en materia de criptomonedas contrasta fuertemente con la administración anterior de Joe Biden, la cual fue criticada por supuestamente obstaculizar el desarrollo del sector mediante regulaciones estrictas, bloqueos bancarios y cierres de cuentas vinculadas con activos digitales. Trump manifestó públicamente que durante la gestión Biden se había llevado a cabo una “guerra burocrática” contra la criptoindustria, que limitó la innovación y el acceso a estas tecnologías.
La visión del expresidente sobre la criptomoneda fue de apertura y liderazgo. Su campaña presidencial incluyó la promesa de convertir a Estados Unidos en la “capital cripto del mundo”, un objetivo que fue respaldado con acciones concretas durante su mandato. Esta filosofía proactiva ayudó a generar un clima de inversión favorable, que algunas familias vinculadas al gobierno como la de Lutnick supieron aprovechar. No obstante, esta cercanía entre el poder político y las grandes inversiones en criptomonedas generó inquietud en sectores opositores y figuras políticas del Partido Demócrata. Senadores de Massachusetts, como Elizabeth Warren y Maria Cantwell, expresaron sus preocupaciones acerca de posibles conflictos de interés y la influencia directa que podrían tener estas relaciones en la regulación del sector.
Durante las audiencias de confirmación de Lutnick, se discutieron a fondo sus vínculos con Tether y el impacto que esto podría tener en la transparencia y ética gubernamental. El entorno cripto, caracterizado por su volatilidad inherente, se ha vuelto aún más atractivo para inversionistas grandes y pequeños, especialmente en un contexto donde las políticas de Estados Unidos parecen favorecer la innovación y la adopción de tecnología financiera de vanguardia. Mientras Bitcoin y otras criptomonedas alcanzan valores récord, la estrategia de mantener importantes cantidades de estos activos a largo plazo, como la adoptada por 21 Capital, refleja la confianza en una evolución alcista sostenida. A nivel global, esta situación posiciona a Estados Unidos en una carrera tecnológica y financiera, en competencia directa con países que también promueven sus propias monedas digitales y reservas estratégicas de activos críticos. La integración de criptomonedas en la economía real abre debates sobre regulación, seguridad, impacto ambiental y el futuro del dinero, temas que seguirán siendo prioridad para gobiernos, empresas y ciudadanos.
