En los últimos meses, la atención pública se ha centrado en una serie de incidentes aéreos que han capturado la atención mundial. Videos virales de aterrizajes de emergencia, choques en tierra y accidentes con pequeñas aeronaves se han vuelto comunes en las redes sociales, generando la impresión de que hay un aumento en los accidentes de aviación. Sin embargo, los datos oficiales y las opiniones de expertos apuntan a una realidad diferente: a pesar de la mayor visibilidad, la cantidad de accidentes aéreos está disminuyendo en Estados Unidos, y la aviación sigue siendo uno de los medios de transporte más seguros del mundo. El desconcierto sobre esta aparente contradicción proviene en gran parte del contraste entre la cobertura mediática y las estadísticas reales. Los medios de comunicación, apoyándose en grabaciones impactantes y testimonios en primera persona, han dado espacio a varios incidentes que parecen frecuentes y preocupantes.
Por ejemplo, en enero de 2025, la colisión de un vuelo comercial de American Airlines con un helicóptero militar cerca del aeropuerto Ronald Reagan en Washington D.C. dejó un saldo trágico de 67 personas fallecidas. Este accidente fue el primero de tal magnitud en más de una década y generó una atención inédita en el público y en las autoridades. Luego de este suceso, otros incidentes menos catastróficos, como divergencias de vuelo por problemas de humo, choques en tierra y accidentes de pequeñas aeronaves, también destacaron en las noticias.
Estos eventos, aunque lamentables, dieron una falsa impresión de que los accidentes estaban en aumento. Sin embargo, al examinar los datos del National Transportation Safety Board (NTSB), es posible comprobar que la tendencia es opuesta. Comparando los primeros cuatro meses de 2025 con el mismo período del año anterior, el número de investigaciones abiertas por accidentes aéreos en Estados Unidos cayó un 10%, de 275 a 250. Esta disminución incluye tanto vuelos comerciales como aviación general, que agrupa a las pequeñas aeronaves civiles, incluyendo aquellas de pilotos privados y vuelos recreativos. En un contexto en el que la cantidad de aeronaves civiles excede por mucho a las comerciales (con más de 209,000 en 2023 comparados con alrededor de 7,500 comerciales), esta reducción en accidentes representa un logro significativo gracias a las medidas de seguridad implementadas durante las últimas décadas.
En los últimos 20 años, el índice de accidentes en la aviación general ha mostrado una caída sostenida, atribuido principalmente a regulaciones estrictas, mejoras tecnológicas y reforzamiento en la capacitación de pilotos. A pesar de que las tragedias en pequeñas aeronaves suelen recibir amplia cobertura, el contexto revela que estas situaciones son menos frecuentes que hace dos décadas. La seguridad aérea está respaldada por un ciclo constante de mantenimiento, inspección y planes de evaluación médica para pilotos, quienes deben pasar rigurosos exámenes periódicos para mantener su licencia de vuelo. El papel de la tecnología y la capacidad de grabación masiva han cambiado radicalmente la forma en que el público percibe la seguridad aérea. Hoy en día, casi todos tienen acceso a teléfonos inteligentes equipados con cámaras de alta definición y pueden compartir videos en redes sociales de manera instantánea.
A esta expansión de los medios de grabación se suman las cámaras de seguridad doméstica, cámaras de vigilancia pública y sistemas de monitoreo en aeropuertos y ciudades que capturan cualquier accidente o incidente en tiempo real. Este fenómeno amplifica la magnitud aparente de los accidentes, haciendo que eventos aislados parezcan más frecuentes y cercanos a la experiencia cotidiana. Otro factor para entender este fenómeno es que la aviación en Estados Unidos es inmensa y compleja. Más de 45,000 vuelos y casi 3 millones de pasajeros transitan diariamente el extenso espacio aéreo nacional de aproximadamente 29 millones de kilómetros cuadrados. La coordinación entre operadores, pilotos, controladores de tráfico aéreo y agencias regulatorias es un engranaje complejo que funciona casi a la perfección, salvo en contadas y excepcionales ocasiones.
Las autoridades insisten con frecuencia que la aviación sigue siendo el medio transporte más seguro a nivel nacional y global. El Secretario de Transporte de Estados Unidos, Sean Duffy, ha destacado en múltiples ocasiones que si el espacio aéreo no fuera seguro, la Federal Aviation Administration (FAA) lo cerraría de inmediato. Esto ofrece un respaldo gubernamental directo que refuerza la confianza en la seguridad de los vuelos. A este respaldo institucional se suma la opinión de expertos en seguridad aérea. Mike Ginter, vicepresidente senior de la Asociación de Propietarios y Pilotos, subraya el rigor de la formación y las regulaciones más exigentes en las últimas décadas.
Los pilotos deben acumular horas de vuelo, pasar exámenes escritos y pruebas prácticas conocidas como “check rides” antes de obtener y renovar sus licencias. Cada aeronave debe someterse a inspecciones anuales hechas por mecánicos certificados para garantizar su aptitud y mantenimiento adecuado. En general, la combinación de avances tecnológicos, incremento en la capacitación, regulaciones estrictas y una supervisión constante ha ido reduciendo la tasa de siniestralidad aérea de forma constante. Es importante destacar también que la aviación comercial representa una porción pequeña en términos numéricos comparada con el universo de la aviación general, y tiene una tasa de incidentes considerablemente menor. El contraste entre la percepción del público y las estadísticas oficiales es un reflejo claro de una era digital donde la información corre más rápido que los procesos de análisis y contextualización.