El asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963 marcó un antes y un después en la historia contemporánea de Estados Unidos y generó innumerables teorías de conspiración, debates y especulaciones. Más de medio siglo después, la publicación de archivos relacionados con este acontecimiento ha generado una nueva ola de interés tanto en historiadores como en entusiastas, investigadores y público general. Pero, ¿alguien realmente se ha tomado el tiempo de investigar a fondo estos documentos desclasificados? ¿Qué revelan realmente y cuál es el estado actual de la labor de análisis? En un mundo donde la inteligencia artificial y las herramientas tecnológicas avanzadas facilitan el procesamiento de grandes volúmenes de información, la pregunta cobra aún más peso. Muchos se preguntan si hoy en día sería más fácil y rápido desentrañar los secretos que estos archivos podrían ocultar.
Los archivos JFK, liberados en distintas oleadas desde la década de 1990 y con un nuevo gran paquete de documentos desclasificados en 2022, contienen miles de páginas de documentos gubernamentales, informes secretos, correspondencias, fotografías y registros que estuvieron sellados bajo la justificación de seguridad nacional y otros motivos sensibles. Sin embargo, es un hecho ampliamente conocido que una gran parte de esos documentos no guardan relación directa con el magnicidio. Algunas páginas contienen datos irrelevantes como menús de restaurantes chinos, páginas de agendas telefónicas antiguas o documentos rutinarios, lo que dificulta enormemente separar la información pertinente del ruido documental. Expertos y analistas señalan que este es uno de los mayores obstáculos en la investigación de los archivos JFK: la cantidad ingente de documentos dispares y, en muchos casos, irrelevantes que minimizan la posibilidad de descubrir hallazgos verdaderamente reveladores. Aunado a esto, muchas páginas han sido redactadas o simplemente faltan, lo que alimenta la desconfianza y especulación en torno al hecho de que las partes más comprometedoras o impactantes hayan sido ocultadas conscientemente.
En contraposición a esta situación tradicional, recientes avances en tecnología han comenzado a permitir un nuevo enfoque para analizar documentos históricos: la inteligencia artificial, especialmente el procesamiento de lenguaje natural y la recuperación de información con ayuda de chatbots inteligentes. Una de las iniciativas más llamativas en este sentido es la desarrollada por Ragie, una empresa dedicada a Recuperación Automática de Información (RAG), que lanzó un chatbot interactivo basado en inteligencia artificial capaz de responder preguntas relacionadas con el contenido de los archivos JFK. Esto se logró tras un arduo trabajo de reconocimiento óptico de caracteres (OCR) para digitalizar documentos que inicialmente estaban en formatos físicos o escaneados, haciéndolos accesibles y analizables en formatos utilitarios. Esta herramienta facilita la exploración de los archivos permitiendo a usuarios y expertos consultar directamente sobre detalles específicos sin tener que leer millones de páginas. Sin embargo, aún permanecen limitaciones esenciales debido a las redacciones y a la ausencia de ciertos documentos críticos.
En efecto, los especialistas coinciden en que casi todo lo que podría resultar realmente impactante ha sido ocultado o no se encuentra entre los archivos publicados, manteniendo así un velo de secretismo. A pesar de ello, algunos investigadores independientes, como Chad Nagle, se han aventurado a examinar esos documentos con un enfoque minucioso, llegando a descubrir omisiones que podrían ser de gran relevancia. La localización de páginas faltantes y la recuperación directa de documentos originales en archivos físicos, por ejemplo, ha permitido teorías controvertidas como la posible participación de un tirador profesional cubano bajo órdenes de la CIA. No obstante, estas afirmaciones a menudo generan polémica y escepticismo en la comunidad académica, pues dependen en gran parte de interpretaciones subjetivas y carecen de pruebas concluyentes verificables para la mayoría. Por otra parte, historiadores y autores reconocidos han escrito extensamente sobre el contexto histórico y político que rodea el asesinato, aportando diferentes perspectivas sobre posibles encubrimientos sin necesariamente llegar a una conclusión definitiva.
Libros como “The Passage of Power” de Robert Cairo, aunque tratan más sobre la figura de Lyndon B. Johnson, también abordan implicaciones de la administración para la gestión o manipulación de información relacionada con el asesinato. Una de las críticas recurrentes frente a estos archivos desclasificados es que, a pesar de la promesa inicial de transparencia, la mayoría de los documentos comprometidos aparecen con importantes redactados que eliminan información sensible como nombres, detalles operativos o evidencias directas que podrían implicar a agentes o instituciones, especialmente la CIA. Este hecho ha generado sentimientos encontrados en el público y en la comunidad investigadora, que interpreta el proceso como más un gesto político que una verdadera liberación de la verdad. Además, en años recientes el interés público se ha visto influenciado también por comparaciones con otros fenómenos de alto impacto mediático y gubernamental, como los archivos sobre avistamientos OVNI o fenómenos aéreos no identificados.
Aunque algunos usuarios destacan paralelismos en la forma en que ambos temas son tratados en términos de acceso a la información y la mezcla entre conspiración y evidencia, otros mantienen que el asesinato de JFK tiene un peso histórico y un contexto mucho más sólido para la búsqueda de verdad y justicia. Una cuestión fundamental que resalta en cualquier conversación sobre la investigación de los archivos JFK es la naturaleza misma del poder y la información. Las decisiones de qué publicar y qué ocultar están mediadas por intereses geopolíticos, estratégicos y personales de actores poderosos. Lo más probable es que, si existe un nivel más profundo de conspiración o información comprometida, esta haya sido minuciosamente extirpada de los documentos desclasificados o ni siquiera documentada por escrito. Las conspiraciones de alto nivel suelen operar en el terreno de las comunicaciones orales y del pacto tácito, dificultando que algún archivo pueda revelar una verdad incontrovertible.
En conclusión, aunque sí existen proyectos y personas dedicadas a la ardua tarea de analizar los archivos de JFK —ya sea desde enfoques tecnológicos como el uso de inteligencia artificial o mediante el trabajo tradicional de investigadores independientes y académicos— la evidencia disponible hasta ahora sugiere que los grandes misterios del caso no están siendo descifrados en su totalidad por el momento. La mayoría de los documentos expuestos no ofrecen revelaciones impactantes y los fragmentos comprometidos usualmente están protegidos por redactados o ausencia de información crítica. Sin embargo, el interés persistente por estos archivos, potenciado por herramientas modernas y nuevos formatos para compartir conocimiento, mantiene viva la llama de la indagación. El público continúa explorando, debatiendo y desafiando el relato oficial, en busca de justicia para un presidente cuya muerte sigue siendo uno de los enigmas más discutidos del siglo XX. La clave podría residir en la combinación entre tecnología, investigación rigurosa y análisis multidisciplinario, capaz de integrar contexto histórico, fuentes primarias y nuevas evidencias que eventualmente permitan acercarnos más a la verdad detrás del asesinato de John F.
Kennedy.