La Corte Suprema de los Estados Unidos es el máximo órgano de justicia del país y un escenario donde se deciden casos que marcan precedentes fundamentales para la nación. En abril de 2025, un suceso poco usual y cargado de significado tuvo lugar en esta emblemática institución: Edwin S. Kneedler, un abogado cuyos años de servicio y dedicación se han convertido en un referente, recibió una ovación de pie de todo el tribunal. Este hecho, inédito en años recientes, no solo destaca la trayectoria profesional del llamado 'abogado ciudadano', sino que también ilustra cómo la justicia puede reconocer la integridad y la ética laboral de quienes la ejercen. Edwin S.
Kneedler ingresó a la Oficina del Procurador General en 1979 y durante más de cuatro décadas representó al Gobierno federal en la Corte Suprema. Su encomiable carrera quedó plasmada en la cifra récord de 160 argumentos presentados ante los nueve jueces del más alto tribunal, una marca que, según el propio presidente del tribunal, John G. Roberts Jr., es insuperable en tiempos modernos. Kneedler decidió retirarse de su cargo poco después de este último caso, marcando el fin de una era en la representación gubernamental.
Lo que hizo aún más especial la despedida de Kneedler fue la manera en que fue reconocida. Después de su exposición final, el presidente Roberts lo invitó a regresar al podio y le expresó palabras llenas de admiración y gratitud por su cuidado, profesionalismo y franqueza. La sala, habitualmente solemne y contenida, se llenó de aplausos espontáneos que se transformaron en una ovación de pie, con los propios jueces entre los participantes. Este raro gesto de unanimidad, en un tribunal donde los desacuerdos son comunes, subrayó la huella imborrable que Kneedler dejó en la Corte Suprema. El fenómeno de que un abogado reciba tal reconocimiento en su última intervención tiene un significado profundo en el ámbito legal y público.
Históricamente, la función del abogado del gobierno en la Corte Suprema es presentar los argumentos de manera objetiva, clara y con respeto hacia la ley y los jueces, sin buscar protagonismo personal. La trayectoria de Kneedler encaja perfectamente en este marco ético y profesional, por lo que su homenaje refleja el aprecio a una conducta basada en la honestidad, precisión y compromiso con la justicia. Académicos y expertos han descrito el momento como "eléctrico" y lleno de alegría auténtica. Para Richard Lazarus, profesor de Derecho en Harvard, fue un evento excepcional de unanimidad y celebración entre los nueve magistrados, quienes mostraban una satisfacción poco común en la dinámica judicial. Por su parte, el experimentado abogado Kannon Shanmugam calificó la escena como una de las más impresionantes vistas en el recinto de la Corte Suprema durante su carrera.
Estas opiniones resaltan cómo las cualidades humanas y profesionales pueden trascender el riguroso protocolo judicial. El caso que coronó la carrera de Kneedler no se destacaba por ser controvertido o de alto perfil, sino más bien para evidenciar la importancia de la constancia en el ejercicio del Derecho. Su despedida también invita a reflexionar sobre el papel que desempeñan los abogados dentro del sistema legal estadounidense, especialmente aquellos que trabajan para el gobierno, quienes muchas veces permanecen en segundo plano pero son esenciales para el correcto funcionamiento de la justicia. Además, este reconocimiento público es una muestra del valor que tiene la experiencia acumulada y la dedicación al servicio público. En un contexto en que la sociedad demanda transparencia, responsabilidad y ética, la figura de un "abogado ciudadano" como Kneedler se convierte en un ejemplo a seguir, no solo para el mundo jurídico, sino para cualquier persona que valore el compromiso con principios democráticos y legales.
La ovación en la Corte Suprema también genera un interés renovado en la figura del Procurador General y su equipo, quienes tienen la responsabilidad de representar al gobierno ante casos que pueden afectar a millones de personas. La trayectoria de Kneedler resalta cómo estos profesionales deben mantener un equilibrio delicado entre la defensa de los intereses públicos y la imparcialidad judicial. La historia de Edwin S. Kneedler es testimonio de cómo una carrera construida sobre la ética y la dedicación puede impactar profundamente en una institución que influye en la vida de toda una nación. Su retiro no solo marca el cierre de un ciclo, sino que deja una invitación para que futuras generaciones de abogados trabajen con la misma integridad y cuidado, conscientes de que la justicia no es solo un sistema, sino un compromiso humano esencial.
Este suceso en la Corte Suprema es un recordatorio de que, detrás de las decisiones judiciales y los complejos procesos legales, hay personas que con su profesionalismo y humanidad contribuyen cada día a sostener y fortalecer la confianza en la justicia. La ovación de pie a Edwin S. Kneedler es, sin duda, un reconocimiento merecido a una vida dedicada a la ley y un símbolo de esperanza para el futuro del derecho en Estados Unidos.
