El mercado de camiones en el sur de California, especialmente en la región portuaria de Los Ángeles, está experimentando un notable enfriamiento que podría intensificarse durante los próximos meses. Después de un período prolongado de alta demanda y congestión, los indicadores actuales sugieren que el mercado de transporte por carretera se tornará aún más laxo, lo que representa una dinámica que afecta tanto a los operadores logísticos como a los transportistas y a los propios remitentes que dependen del flujo constante de mercancías para sus operaciones. La razón principal detrás de este cambio radica en la disminución proyectada en el volumen de importaciones, que podría caer entre un 20% y un 35%, según las estimaciones basadas en datos de SONAR, una plataforma de análisis de transporte. Esta reducción se presenta como un desafío y una oportunidad para redefinir la cadena de suministro local y nacional. Los puertos de la costa oeste, y en particular el puerto de Los Ángeles, son puntos neurálgicos para la entrada de mercancías provenientes de Asia, principalmente de China.
Durante los últimos meses, estas terminales han visto un aumento leve pero constante en las importaciones, alcanzando un crecimiento del 1.2% en abril con respecto a marzo y un aumento anual del 9.1%. Sin embargo, se anticipa que este crecimiento se revertirá bruscamente. La preocupación principal para los transportistas terrestres es que esta caída de importaciones generará un periodo de baja demanda temporal conocido en la industria como “bolsa de aire”.
En este contexto, la tasa de rechazo de cargas (outbound tender rejection rate) en Los Ángeles se sitúa en apenas un 2%, muy por debajo del promedio nacional del 5.4%, señal inequívoca de que hay una abundancia de camiones disponibles y poca carga para ellos. Esta bajada en la demanda tiene impactos inmediatos sobre la dinámica de precios y la disponibilidad de camiones. Con más capacidad de transporte que cargas requeridas, los costos de flete tienden a caer, beneficiando a los remitentes, pero reduciendo los ingresos de los transportistas. La situación también afecta la logística de drayage —el transporte corto que conecta los puertos con los centros de distribución y las terminales ferroviarias— y la intermodalidad, que combina varios modos de transporte para optimizar costos y tiempos.
La reducción en las importaciones repercute rápidamente en estos segmentos, siendo los primeros en sentir la desaceleración. La intermodalidad ferroviaria, sin embargo, presenta un argumento sólido para los operadores y clientes que buscan eficiencia y ahorro. Los datos sugieren que el volumen de contenedores transportados por ferrocarril desde Los Ángeles ha superado el volumen de cargas por camiones de larga distancia. Esto se explica en parte por la diferencia de tarifas, que han mantenido un margen cercano al 30% a favor del ferrocarril, cifra considerablemente superior al 15% que usualmente se observa. Además, la calidad del servicio ferroviario ha mejorado, con compañías como Hub Group resaltando la cooperación estrecha con las líneas ferroviarias Union Pacific y Norfolk Southern, clave para la distribución hacia el Este y el Oeste del país.
Los beneficios del transporte intermodal no solo se traducen en tarifas más competitivas, sino también en una menor presión sobre los tiempos de entrega. Al mitigar la necesidad de urgencias, la intermodalidad ofrece flexibilidad que resulta atractiva para la gestión de inventarios y para la reducción de costos operativos. Actualmente, la capacidad disponible para transporte intermodal es amplia; Hub Group ha indicado que tiene entre un 20% y 25% de sus contenedores en espera (apilados), y podría absorber un aumento del 35% en volumen antes de requerir inversiones adicionales. Pese a que se espera una caída temporal en su volumen a causa de la mencionada “bolsa de aire”, la propuesta de valor intermodal sigue siendo fuerte y probablemente continuará ganando terreno frente al transporte exclusivamente por camión. Esta coyuntura plantea preguntas relevantes sobre el futuro equilibrio entre transporte por carretera y ferrocarril.
Tradicionalmente, el transporte por camión ha dominado la última milla y entregas rápidas, mientras que el ferrocarril se ha especializado en cargas consolidadas y trayectos largos. Sin embargo, los cambios recientes en el mercado están presionando a que el transporte por carretera ceda parte de su cuota en rutas donde el tiempo no es el factor más crítico. El desafío para los transportistas por carretera es ajustar sus modelos de negocio y costos para competir en un mercado menos ajustado y con mayor diversidad de opciones logísticas. Es importante resaltar que, aunque la reducción del movimiento de mercancías pueda generar un impacto negativo inmediato para algunos actores, otras partes del mercado podrían beneficiarse. Por ejemplo, los cargadores que dependen de fletes para reabastecer inventarios encontrarán oportunidades para negociar mejores costosas y optimizar sus cadenas de suministro.
La presión sobre los costos podría llevar a una reorganización estratégica, apostando por contratos de largo plazo, programación anticipada y una mayor colaboración entre transportistas y clientes. A nivel más amplio, este escenario en el sur de California refleja la volatilidad inherente al comercio global, marcada por fluctuaciones en la demanda mundial, tensiones comerciales, problemas en las cadenas de suministro y cambios en el comportamiento del consumidor, especialmente en el sector e-commerce. A medida que se estabilicen las relaciones comerciales y se ajusten los niveles de inventarios, se espera que la denominada “bolsa de aire” se disipe y la demanda recupere su fortaleza, reactivando la necesidad de transporte tanto por camión como por ferrocarril. Esta perspectiva ha sido repetida por varios expertos que opinan que la situación actual es temporal y que cualquier desaceleración será seguida por un rebote fortalecido. Por otro lado, la normalización del mercado de carga aérea también contribuye a la estabilización general del transporte de mercancías.