La intersección entre biología y tecnología ha dado un salto significativo con el lanzamiento de la primera computadora biológica desplegable que combina neuronas humanas con hardware de silicio. Este innovador dispositivo, conocido como CL1, ha sido desarrollado por la startup australiana Cortical Labs y representa una nueva era en el campo de la computación y la investigación biomédica. La CL1 se presenta como un sistema compacto, del tamaño aproximado de una caja de zapatos, que integra células neuronales humanas vivas cultivadas sobre un chip de silicio. Estas neuronas, alimentadas con un caldo nutritivo especialmente diseñado, crean una red biológica capaz de comunicarse con el hardware electrónico mediante señales eléctricas bidireccionales. Esta interacción permite entrenar a las neuronas para generar respuestas y comportamientos específicos, un proceso que abre un horizonte inmenso para la ciencia aplicada.
Una de las aplicaciones más prometedoras de la CL1 es su potencial para el modelado de enfermedades cerebrales. Al disponer de una plataforma funcional con neuronas humanas vivas, los investigadores pueden observar en tiempo real cómo se comportan las células neuronales frente a diferentes estímulos o fármacos. Esto es especialmente valioso pues la mayoría de los medicamentos desarrollados para enfermedades neurológicas y psiquiátricas fallan en las etapas clínicas debido a la complejidad y la sutileza del cerebro humano, algo que las pruebas tradicionales no logran reproducir fielmente. Este avance tecnológico no solo permite un estudio más profundo de patologías cerebrales como el Alzheimer, el Parkinson o la esquizofrenia, sino que también abre la puerta a nuevas terapias y tratamientos que podrían personalizarse mediante la prueba directa en sistemas biológicos con neuronas humanas. De esta forma, la CL1 puede acelerar significativamente el tiempo y reducir los costos asociados a la investigación farmacéutica, proporcionando un entorno más realista y ético para la experimentación.
La ingeniería detrás de este sistema es sofisticada. La CL1 incluye un circuito de perfusión que funciona como un soporte vital para las neuronas, filtrando los desechos, controlando la temperatura, mezclando gases y manteniendo la circulación constante del medio de cultivo. Todo esto con un consumo energético extremadamente bajo, apenas unos pocos vatios, haciendo que la operación sea sostenible y eficiente. Además, las neuronas pueden mantenerse vivas y funcionales hasta por seis meses, lo que permite períodos prolongados de experimentación y desarrollo. El antecedente directo de la CL1 fue un sistema llamado DishBrain, donde los científicos lograron entrenar neuronas en un contexto de videojuego, enseñándoles a jugar Pong mediante impulsos eléctricos.
Este experimento demostró que no solo se puede preservar la actividad neuronal para usos computacionales, sino que es posible modelar procesos de aprendizaje en neuronas humanas fuera del cuerpo. La CL1 es un paso adelante que convierte ese concepto en un producto comercializable y más accesible para la comunidad científica. No obstante, la incorporación de neuronas humanas vivas en un dispositivo computacional ha suscitado debates éticos importantes. Científicos y filósofos cuestionan la posibilidad de que estas matrices neuronales puedan albergar algún nivel de conciencia o experimentar sufrimiento, aunque la complejidad actual de la tecnología está muy lejos de replicar el cerebro completo o la experiencia humana. Expertos señalan que estas preocupaciones, aunque válidas, no deben impedir el uso de herramientas con un gran potencial para aliviar enfermedades devastadoras y contribuir al avance médico.
El precio estimado de cada unidad CL1 ronda los 35,000 dólares, y se espera que comience a estar disponible ampliamente a finales de 2025. Su funcionamiento requiere instalaciones de laboratorio adecuadas, por lo que Cortical Labs también planea ofrecer una opción en la nube para usuarios que no dispongan de un laboratorio físico. Esto impulsará el acceso global a esta tecnología innovadora, democratizando el uso de computación biológica. Desde una perspectiva tecnológica, la CL1 representa una convergencia inédita entre inteligencias biológicas y artificiales. La comprensión y manipulación de redes neuronales vivas asociadas a sistemas computacionales no solo puede cambiar la forma en que entendemos el cerebro, sino que profundiza la integración entre organismos y máquinas, abriendo terrenos para el desarrollo futuro de inteligencia biológica sintética.