En un giro significativo en sus políticas laborales, PwC ha anunciado que tomará medidas disciplinarias contra los empleados que no cumplan con su nueva norma de trabajar desde la oficina al menos tres días a la semana. Esta postura, comunicada por Philippa O’Connor, directora de recursos humanos de la firma, marca el fin de una etapa flexible que había permitido a los empleados trabajar desde casa dos o tres días semanales. La decisión de PwC refleja una tendencia creciente entre las grandes empresas que reconsideran el impacto del teletrabajo en la productividad y el compromiso laboral. Desde enero de 2025, PwC ha reiniciado la monitorización del cumplimiento de su política híbrida, lo que les ha permitido recopilar datos que, según O’Connor, demuestran una correlación clara entre la presencia física en la oficina y un mejor desempeño profesional. Aunque hasta ahora no se han aplicado sanciones concretas como la reducción de bonificaciones, restricción en promociones o despidos, la empresa ha dejado claro que no dudará en ejercer estas medidas si detecta casos de incumplimiento persistente.
Esta postura refleja la preocupación de la dirección de PwC por asegurar la equidad entre sus empleados, «un equilibrio delicado» que busca evitar que la minoría que desatienda las nuevas normas afecte la dinámica y la cultura corporativa de la firma. La compañía argumenta además que la presencia en oficina facilita la colaboración, el aprendizaje informal y la creatividad, aspectos que, según sus datos internos, se ven afectados negativamente por la extensión del trabajo remoto. La rigidez de PwC no es un caso aislado. Empresas de renombre como Google, Barclays y WPP han adoptado políticas similares, impulsando una vuelta al espacio físico de trabajo que busca mitigar el impacto negativo sobre la productividad señalado por directivos como Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, quien ha sido tajante al afirmar que el teletrabajo «no funciona» en ciertos sectores. El trabajo híbrido ha sido un tema álgido desde la aparición de la pandemia de COVID-19, que forzó un cambio masivo hacia el teletrabajo.
Mientras que muchos empleados valoran la flexibilidad que este modelo ofrece, varios estudios y testimonios de gerentes señalan desafíos significativos, como la pérdida de cohesión de equipo, problemas de comunicación y una notable disminución en la supervisión directa. PwC, con cerca de 23,000 empleados en el Reino Unido distribuidos en 19 oficinas, ha ajustado su política tras observar que el comportamiento de trabajo híbrido flexible anterior no cumplía con las expectativas de rendimiento. La empresa ha optado por imponer un mínimo de tres días en la oficina para fomentar la interacción presencial y el compromiso con la cultura corporativa. Aprender a balancear la flexibilidad laboral con las necesidades organizativas es un reto que enfrenta no solo PwC sino muchas corporaciones globales. La amenaza de despidos por no cumplir con los días mínimos en oficina es una medida drástica que refleja la determinación de la firma por mantener un entorno laboral competitivo y cohesivo.
Sin embargo, esta estrategia ha generado debate y cierto rechazo en el sector laboral, especialmente entre empleados que defienden el teletrabajo como una modalidad que aporta bienestar, reduce tiempos de desplazamiento y ayuda a conciliar la vida personal y profesional. Críticos señalan que estas políticas rígidas podrían afectar la retención del talento y la moral interna. No obstante, PwC se acoge a sus datos internos para sustentar que la productividad y el engagement se incrementan con la presencia física, una afirmación que promete seguir validando a medida que el monitoreo continúe. La compañía ha optado por informar sus datos de asistencia mensualmente a sus empleados para mantener transparencia y fomentar la responsabilidad. El caso de PwC representa un reflejo emblemático del cambio cultural y organizativo que enfrentan muchas empresas en un mundo post-pandemia donde la flexibilidad laboral choca con las demandas tradicionales de productividad y colaboración presencial.
La evolución de estas políticas en los próximos meses podría sentar precedentes sobre el futuro del trabajo híbrido y remoto. En conclusión, PwC adopta una postura firme que busca reordenar la dinámica laboral, priorizando la presencia en oficina como un valor clave para el desempeño y la cohesión corporativa. La amenaza de consecuencias severas, incluida la posibilidad de despidos, indica que la empresa no está dispuesta a ceder en estas expectativas, destacando la importancia que otorga al trabajo presencial en su estrategia empresarial.