Con solo una semana antes de una posible huelga devastadora en los puertos, la comunidad minorista de EE. UU. se encuentra en un estado de gran incertidumbre. La fecha crítica es el 30 de septiembre, cuando vence el contrato maestro de seis años entre la Asociación Internacional de Trabajadores Portuarios (ILA) y la Alianza Marítima de Estados Unidos, que abarca los puertos de la costa este y del golfo. Este acuerdo incluye seis de los diez puertos más importantes de EE.
UU., los cuales manejan más de 13 millones de contenedores al año, contribuyendo significativamente a las cadenas de suministro del país. La ILA, el sindicato más grande de trabajadores marítimos en Norteamérica, ha dejado claro que está dispuesta a declarar una huelga si no se logra un nuevo contrato. Esto es particularmente preocupante dado que el sector minorista está a punto de entrar en su período más crucial del año: la temporada de compras navideñas. Para muchas empresas, este período representa más de la mitad de sus ventas anuales, lo que aumenta aún más la presión sobre ambas partes para llegar a un acuerdo.
En las últimas semanas, los líderes de la industria minorista han expresado su preocupación creciente. Matt Shay, CEO de la Federación Nacional de Minoristas (NRF), hizo un llamado urgente a ambas partes para que se sentaran a negociar un acuerdo. “La amenaza de una huelga durante la temporada de envío más alta ha llevado a muchos minoristas a implementar estrategias de mitigación costosas”, declaró Shay. “En un momento en que la inflación está a la baja, una huelga o cualquier otra disrupción tendría un impacto significativo en los minoristas, los consumidores y la economía en general”. Con la finalización del contrato a la vista, los minoristas están tomando medidas proactivas para prepararse para un posible cierre.
Algunos están considerando desviar sus importaciones a puertos canadienses, aunque algunos de esos puertos también enfrentan la posibilidad de acciones industriales. Otros están sopesando el uso del transporte aéreo, que es considerablemente más costoso, para evitar una interrupción en sus cadenas de suministro. La presidenta de la ILA, Harold Daggett, ha comentado que los miembros del sindicato están listos para ir a la huelga si no se llega a un acuerdo antes del 1 de octubre. “Un gigante dormido está listo para rugir el martes 1 de octubre de 2024, si no tenemos un nuevo Acuerdo de Contrato Maestro”, advirtió Daggett. Esta huelga sería la primera de este tipo a nivel nacional desde 1977, algo que subraya la gravedad de la situación actual.
Las razones detrás de la inminente huelga son muchas. La ILA está presionando por mejoras salariales y la protección continua contra la automatización y las nuevas tecnologías en las terminales. Los trabajadores han señalado que en los últimos tres años, sus salarios no han logrado mantener el ritmo de la inflación, lo que ha llevado a un creciente descontento. El contexto actual es también complicado por la situación económica más amplia. Con la cadena de suministro aún recuperándose de las repercusiones de la pandemia de COVID-19, cualquier tipo de disrupción podría ser particularmente dañina.
Muchos minoristas tienen inventarios que ya se ven afectados por problemas de producción y entrega, y una huelga en los puertos podría agravar esta situación. Las organizaciones comerciales han estado pidiendo al presidente Biden que intervenga para evitar esta crisis. Según la Ley Taft-Hartley, el presidente tiene la autoridad para intervenir en disputas laborales que se consideren una amenaza para la seguridad nacional o la seguridad pública, lo que podría implicar la imposición de un período de enfriamiento de 80 días durante el cual los trabajadores regresarían a sus labores mientras continúan las negociaciones. Sin embargo, la administración Biden ha indicado que no tiene planes de utilizar esa autoridad en este caso. Mientras tanto, los minoristas han estado tomando medidas para mitigar el impacto de una posible huelga.
Algunas empresas han estado aumentando sus pedidos con la esperanza de recibir envíos antes del deadline. Otras están considerando alternativas de envío más costosas y menos eficientes. Sin embargo, la incertidumbre sigue pesando sobre la industria, y muchos se preguntan si estas medidas serán suficientes para evitar un impacto significativo. La situación ha comenzado a generar un efecto dominó en diversos sectores asociados. Desde fabricantes de productos hasta empresas de logística, todos están sintiendo la presión.
La posibilidad de una participación masiva de los trabajadores portuarios también desata una preocupación legítima en la comunidad más amplia, ya que cada día sin operación podría generar pérdidas millonarias. Además, el sector público también está en alerta máxima. Las economías locales que dependen de los puertos para el comercio y el empleo están ansiosas por encontrar una resolución antes de que el conflicto se agrave. Las comunidades portuarias están muy interconectadas con estas actividades económicas, y un cierre podría tener efectos en cascada, perjudicando a las pequeñas empresas y generando una falta de servicios básicos. En resumen, a medida que se acerca la fecha crítica del 30 de septiembre, la presión sobre el sindicato y los empleadores continúa aumentando.