El mundo de la movilidad autónoma ha estado expectante ante los avances de Tesla con sus proyectos de robotaxis, vehículos autónomos destinados a revolucionar el transporte urbano mediante la inteligencia artificial y la conducción automatizada. Sin embargo, no todas las voces son optimistas respecto a la viabilidad económica de esta iniciativa. Jim Chanos, un reconocido inversor y vendedor en corto famoso por detectar burbujas en los mercados financieros, ha lanzado fuertes críticas sobre las proyecciones económicas del robotaxi de Tesla, calificándolas de "ridículas" y subrayando una serie de costos que, según él, están siendo subestimados o directamente ignorados por la compañía y sus seguidores. Uno de los puntos centrales de la crítica de Chanos tiene que ver con las llamadas "millas muertas", que son los desplazamientos del vehículo sin pasajeros a bordo y, por tanto, sin generar ingresos. Según sus observaciones, aproximadamente la mitad del total de millas recorridas por un robotaxi corresponden a estas millas no productivas.
Este factor es crucial porque implica un desgaste del vehículo, consumo de energía y recursos que no se traducen en ganancias directas, lo que puede afectar sustancialmente la rentabilidad del servicio a largo plazo. Además de las millas muertas, Chanos señala los elevados costos del seguro comercial que debe cubrir una flota de robotaxis. Mientras que el seguro para autos particulares se mantiene en niveles relativamente bajos, el seguro para vehículos comerciales puede costar entre tres y cuatro veces más, ubicándose en torno a los 30 a 40 centavos por milla. Este es un gasto continuo e inevitable que erosiona los márgenes de beneficio y, hasta la fecha, Tesla no ha abordado de manera completa cómo afrontará este componente en su modelo económico. Los gastos de mantenimiento y limpieza también forman parte del panorama que Chanos critica.
Para mantener un estándar de calidad y seguridad, cada robotaxi requiere una limpieza regular, con un costo estimado por el inversor en aproximadamente 400 dólares mensuales. Este tipo de gastos operativos, aunque puedan parecer menores, se acumulan rápidamente cuando se contempla una flota numerosa y pueden impactar negativamente en la rentabilidad global. Otro aspecto que Chanos menciona es el costo relacionado con la redundancia, seguridad y monitoreo de los vehículos autónomos. Instituciones como el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) han estimado que estos costos pueden oscilar entre cinco centavos y dos dólares con treinta y cinco centavos por milla, dependiendo de factores regulatorios. Estos gastos están vinculados a garantizar que los sistemas de conducción autónoma funcionen de manera segura, evitar fallos y atender cualquier incidencia que pueda surgir durante la operación.
Más allá de los costos específicos, Chanos cuestiona la escala de mercado en la que Tesla quiere insertarse. Según su análisis, todo el mercado estadounidense de taxis y servicios de transporte compartido está valorado entre 50 mil millones y 75 mil millones de dólares para el año 2024, lo que sugiere que Tesla deberá enfrentarse a una competencia feroz y a limitaciones del tamaño del mercado. En tal contexto, alcanzar las altas expectativas de ingresos proyectadas por la compañía puede ser una tarea mucho más difícil de lo anticipado. Al ser cuestionado sobre la posibilidad de que los ingresos por milla pudieran ser más altos debido a la conveniencia o innovaciones adicionales en el servicio, Chanos permanece escéptico. Argumenta que los consumidores tradicionales pueden operar sus propios vehículos con un costo marginal de aproximadamente 50 a 60 centavos por milla, lo que colocaría un tope natural a cuánto estarían dispuestos a pagar por un servicio robotaxi.
Además, los mercados de servicios commoditizados tienden a ver cómo los ingresos se igualan con los costos marginales debido a la competencia, lo que podría limitar los beneficios potenciales. Tesla ha estado tomando pasos concretos para introducir su servicio de robotaxi, comenzando con lanzamientos limitados, como el programa piloto en Austin previsto para junio. Elon Musk, CEO de la empresa, ha indicado que la flota inicial constará de apenas 10 a 20 vehículos, una cifra modesta que algunos expertos, incluidas figuras relevantes como el ex CEO de Waymo John Krafcik, consideran más un experimento que una prueba real de mercado. Esta aproximación cautelosa parece alinearse con las preocupaciones planteadas por Chanos y otros analistas. La limitada escala inicial permite a Tesla recolectar datos reales, mejorar la tecnología y ajustar el modelo de negocio antes de un despliegue más masivo.
Sin embargo, los desafíos económicos aquí expuestos subrayan que, incluso si la tecnología alcanza niveles óptimos de autonomía y seguridad, la rentabilidad podría estar comprometida por costos operativos que hoy no reciben suficiente atención. La apuesta de Tesla por el robotaxi es indiscutiblemente ambiciosa y podría transformar la industria del transporte si se materializan sus objetivos. Aun así, las observaciones de Jim Chanos sirven como un recordatorio importante para inversores y consumidores: la innovación tecnológica debe ir acompañada de modelos económicos sólidos y realistas para garantizar la sustentabilidad a largo plazo. El debate abierto sobre la viabilidad del robotaxi de Tesla evidencia la complejidad de integrar vehículos autónomos en el mercado actual, y la necesidad de considerar todos los factores involucrados, desde costos directos operativos hasta dinámicas de mercado y regulación. Aunque todavía queda por ver cómo evolucionará esta iniciativa, la discusión generada por expertos críticos como Chanos aporta un análisis necesario para entender los verdaderos retos que enfrenta Tesla más allá del entusiasmo tecnológico.
En conclusión, Tesla se encuentra ante una encrucijada importante: demostrar que la conducción autónoma no solo es posible en términos técnicos, sino también viable y rentable en el plano económico. El impacto de las millas muertas, seguros caros, costos de mantenimiento, y la gestión de seguridad y monitoreo son elementos que podrían determinar el éxito o el fracaso del robotaxi. Para inversores, usuarios y el mercado de la movilidad en general, estos factores serán decisivos en los próximos años y deben ser vigilados con atención.