En el dinámico mundo de las finanzas digitales, la regulación se ha convertido en una pieza clave para asegurar la confianza de inversores y participantes del mercado. En este contexto, Nasdaq ha realizado un llamado importante al organismo regulador estadounidense, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), para que trate ciertos activos digitales de la misma manera que acciones tradicionales, bajo el argumento de que estos activos representan, en esencia, valores financieros aunque adopten una forma digital o tokenizada. La propuesta, presentada en una carta de comentarios fechada el 25 de abril de 2025, destaca la necesidad de establecer una taxonomía clara para las criptomonedas y otros activos digitales. Nasdaq sostiene que algunos de estos activos financieros digitales deben categorizare como valores, ya que su naturaleza subyacente es similar a la de las acciones tradicionales, independientemente de su formato tecnológico. Esta visión busca que la regulación no se vea distorsionada por el formato digital, sino que se centre en la esencia y características fundamentales del instrumento financiero.
El argumento central es que un activo financiero, ya sea en papel, en forma digital o tokenizada, mantiene su naturaleza intrínseca. Por ende, debería ser negociado y regulado bajo las mismas reglas. Nasdaq propone además que ciertos criptotokens sean clasificados como “contratos de inversión de activos digitales”, que estarían sujetos a una regulación más ligera, pero igual vigilada por la SEC. Esta categorización permitiría equilibrar la innovación con la protección del mercado. Este llamado llega en un momento clave en la evolución regulatoria de las criptomonedas en Estados Unidos.
Desde la entrada del expresidente Donald Trump en el gobierno, la postura de la SEC respecto al control de los activos digitales ha experimentado cambios significativos. Bajo el mandato del anterior presidente de la SEC, Gary Gensler, la agencia consideraba a prácticamente todas las criptomonedas, salvo Bitcoin, como contratos de inversión y, por tanto, valores financieros. Esta línea llevó a múltiples demandas contra empresas criptográficas por violaciones a las leyes de valores. No obstante, con la llegada de Paul Atkins, una figura designada por Trump y que asumió como presidente de la SEC en abril de 2025, la agencia ha adoptado una visión más restrictiva en cuanto a su jurisdicción sobre los activos digitales. Por ejemplo, en febrero se emitió una guía que excluye a los memecoins, si se identifican como activos puramente especulativos y sin valor intrínseco, de la categoría de contratos de inversión bajo la ley estadounidense.
De manera similar, en abril la SEC dictaminó que los stablecoins vinculados al dólar y promocionados solo como medios de pago no deberían considerarse valores. Este cambio refleja un giro regulatorio que busca ser más claro y adaptado a la realidad de los diferentes tipos de activos digitales, pero también genera incertidumbre sobre cómo se aplicarán en el futuro las normas a otros tokens que sí podrían representar derechos financieros. En este sentido, Nasdaq enfatiza que una regulación coherente es imprescindible para integrar estas nuevas herramientas financieras en el sistema tradicional sin generar confusión o riesgos excesivos. Además, Nasdaq subraya que la infraestructura financiera existente puede adaptarse para incorporar activos digitales siempre que se establezca una taxonomía adecuada y se ajusten las reglas para reconocer lo verdaderamente innovador y diferente de estos instrumentos. Ejemplos de ello incluyen el trabajo de la Depository Trust & Clearing Corporation (DTCC), una cámara de compensación privada supervisada por la SEC, que ha avanzado en la integración de la tecnología blockchain en los mercados regulados, promoviendo estándares como el ERC-3643 de Ethereum para tokens de valores con permisos específicos.
La integración de criptomonedas y tokens digitales en los mercados financieros tradicionales, conocida comúnmente como TradFi, ofrece la oportunidad de acelerar la innovación, mejorar la eficiencia y ampliar el acceso al capital. Sin embargo, esto requiere que las autoridades regulatorias y los actores clave del mercado trabajen en conjunto para diseñar marcos normativos claros y balanceados que protejan a los inversionistas sin sofocar el progreso tecnológico. El llamado de Nasdaq a la SEC es un paso significativo en este camino, al buscar eliminar las ambigüedades en la regulación de los activos digitales y garantizar que aquellos instrumentos que funcionen y tengan características equivalentes a las acciones sean regulados en consecuencia. De no hacerlo, se corre el riesgo de fragmentar el mercado, permitiendo que activos similares sean tratados de manera distinta, lo que podría generar oportunidades para prácticas desleales, riesgos sistémicos y confusión para los inversores. La discusión sobre cómo clasificar y regular los activos digitales es compleja y multifacética.
Incluye consideraciones técnicas, legales y económicas que requieren un análisis profundo y constante actualización para reflejar la evolución de la tecnología. Sin embargo, lo que está claro es que la regulación, cuando es adecuada y proporcionada, puede impulsar la adopción y confianza en los mercados de activos digitales, facilitando que estos formen parte integral de las finanzas modernas sin perder la seguridad y transparencia que exigen los inversores. En un mercado global cada vez más interconectado, la postura regulatoria de Estados Unidos tiene un impacto significativo en la dirección que tomarán las criptomonedas y los tokens financieros a nivel mundial. La propuesta de Nasdaq podría servir como ejemplo para otros reguladores al demostrar que la armonización entre activos tradicionales y digitales es posible y beneficiosa tanto para la innovación como para la protección de los mercados. El futuro de las finanzas digitales está en continua construcción, y la cooperación entre entidades financieras tradicionales, reguladores, desarrolladores tecnológicos y usuarios será clave para alcanzar un ecosistema financiero inclusivo, transparente y eficiente.
La iniciativa de Nasdaq para que ciertos activos digitales sean reconocidos como acciones, sin importar su forma física o digital, representa un avance hacia un sistema regulatorio más coherente, que busca equilibrar innovación, protección y estabilidad en los mercados financieros del siglo XXI.