En el epicentro de la transformación tecnológica del gobierno de Estados Unidos se encuentra el Departamento de Eficiencia Gubernamental, conocido como DOGE, liderado por Elon Musk, que está organizando un hackathon en las oficinas del Servicio de Impuestos Internos (IRS) en Washington D.C. El objetivo principal de este evento es desarrollar una “mega API” que permita poner en comunicación todos los sistemas heterogéneos que actualmente gestionan la información tributaria del país. La visión, ambiciosa y controvertida, plantea una remodelación integral de la infraestructura tecnológica fiscal que podría facilitar el acceso y gestión de datos de los contribuyentes, pero que también alarma a expertos en privacidad y seguridad. La idea de crear una interfaz única capaz de dialogar entre las múltiples bases de datos del IRS propone eliminar las barreras existentes entre sistemas dispersos.
Actualmente, la agencia federal funciona con decenas de plataformas aisladas, algunas de ellas funcionando en servidores locales y otras en la nube, cada una con altos estándares de protección y acceso estrictamente regulado. La propuesta de DOGE, sin embargo, busca centralizar y unificar todo el acceso para lograr eficiencia, visibilidad y agilidad en los procesos, pero conlleva riesgos evidentes al reunir información sensible como nombres, direcciones, números de seguro social, datos de empleo y declaraciones fiscales en un solo punto de acceso. Para llevar a cabo esta transformación tecnológica, DOGE cuenta con figuras clave como Sam Corcos y Gavin Kliger, operativos de alto perfil que han asumido la coordinación del hackathon. Corcos, con experiencia en salud tecnológica y vínculos con SpaceX, se ha convertido en un actor decisivo al proponer la pausa y cancelación de muchos proyectos previos de modernización para evitar una «espiral de complejidad» que, según él, obstaculizan una renovación eficiente del IRS. Kliger, con formación en inteligencia artificial y antecedentes laborales en compañías como Databricks, aporta los conocimientos técnicos y estratégicos para la integración de sistemas avanzados.
El evento convocado reunirá a decenas de ingenieros expertos —seleccionados cuidadosamente por DOGE y autoridades del IRS— durante una intensa jornada en la capital estadounidense. Su misión será desmantelar las arquitecturas antiguas y comenzar a diseñar la API unificada con el compromiso de completar el desarrollo en tan solo 30 días, un plazo que muchos en el ámbito tecnológico tildan de irrealizable y riesgoso. Este acelerado cronograma ha generado inquietud dentro del IRS, dado que apartaría importantes recursos y talento de sistemas esenciales para la operativa diaria, especialmente en un periodo crítico para la declaración de impuestos. La colaboración con empresas privadas como Palantir, conocida por sus soluciones de análisis de datos y su relación con figuras prominentes del mundo tecnológico, es uno de los aspectos más destacados y polémicos en esta iniciativa. Palantir, que recientemente obtuvo la máxima certificación FedRAMP para su plataforma en la nube, figura regularmente como posible socio estratégico para manejar aspectos técnicos avanzados de la integración y seguridad.
Su tecnología podría facilitar centralizar el acceso a la información en un entorno en la nube seguro y escalable, aunque la participación de terceros en datos fiscales genera preocupación en términos de privacidad. La ejecución de esta “mega API” implicaría primeramente conectar los mainframes heredados del IRS, que funcionan con tecnologías antiguas como COBOL y Assembly, migrando gradualmente hacia sistemas modernos que utilicen lenguajes actuales como Java. Este proceso, que en teoría debería extenderse por meses o años, ha sido condensado por DOGE en semanas, bajo la premisa de impulsar rápidamente la eficiencia y eliminar la fragmentación tecnológica. Sin embargo, críticos advierten que esta decisión podría exponer datos sensibles y generar vulnerabilidades de seguridad ante ciberataques o accesos no autorizados. El enfoque disruptivo de DOGE no se limita solo al IRS, ya que otras agencias federales también han sufrido modificaciones similares en sus programas de modernización, caracterizados por reducción de personal, eliminación de proyectos de larga duración y establecimiento de plazos estrictos para nuevas soluciones.
En el caso de la Administración del Seguro Social, se están migrando sistemas legacy a nuevos lenguajes de programación afines, un movimiento en línea con la obsesión de Musk por la agilidad y la reducción de burocracia tecnológica. Las decisiones tomadas por DOGE no han estado exentas de controversia interna. Recientemente, se reportaron despidos y licencias administrativas masivas entre los técnicos del IRS, incluyendo a figuras esenciales en áreas como ciberseguridad, lo que ha generado incertidumbre acerca del impacto operativo y la seguridad del sistema durante esta profunda transformación. Más allá de las implicaciones técnicas, la creación de un único punto de acceso para toda la información fiscal del país genera un debate intenso en materia de privacidad y derechos civiles. Organizaciones defensoras de la privacidad advierten que consolidar datos tan sensibles en una plataforma, incluso con altos estándares de seguridad, puede convertirse en un objetivo atractivo para actores malintencionados y podría suponer un riesgo para millones de contribuyentes.
La posibilidad de que actores internos o externos puedan ejercer control o explotación sobre esta información crítica preocupa también a legisladores y expertos en ciberseguridad. Por otro lado, DOGE y sus representantes argumentan que esta restructuración es necesaria para acabar con “silos de información” que generan ineficiencias y dificultan la lucha contra el fraude fiscal y el desperdicio de recursos públicos, en línea con directivas ejecutivas de la administración anterior. Según ellos, la consolidación de datos permitirá una supervisión más efectiva y hará que la administración tributaria sea más ágil y responsable. Las declaraciones públicas del propio Sam Corcos, que reconoce desconocer muchos aspectos del funcionamiento detallado del IRS pero destaca su experiencia en sistemas informáticos, reflejan el enfoque tecnológico que impulsa DOGE, marcado por una visión de innovación disruptiva pero también por preocupaciones sobre la falta de experiencia específica en el ámbito gubernamental y fiscal. Finalmente, el futuro de esta iniciativa dependerá de cómo se equilibren la innovación y el riesgo, la eficiencia y la protección de datos, la apertura tecnológica y las regulaciones estrictas que históricamente han protegido la confidencialidad del contribuyente.
El desarrollo de esta “mega API” no solo representará un desafío técnico sin precedentes, sino también un termómetro de cuán dispuesto está el gobierno estadounidense a transformar sus procesos fundamentales en la era digital sin comprometer la seguridad ni la privacidad ciudadana. Mientras tanto, la mirada pública y profesional sigue atenta a los próximos pasos de DOGE, un organismo que, con el apoyo y las controversias que genera, busca marcar un antes y un después en la forma en que la información fiscal circula y se administra en Estados Unidos, con efectos que podrían repercutir en la confianza de los contribuyentes y el futuro de la transparencia gubernamental.