El Commodore 128 es uno de los ordenadores personales más emblemáticos de los años 80, destacando por su versatilidad y compatibilidad con el popular Commodore 64. Sin embargo, en una línea temporal diferente, este equipo podría haber evolucionado hacia algo mucho más avanzado, combinando innovaciones técnicas, diseño y funcionalidades que lo habrían posicionado como un verdadero referente en la historia de la computación doméstica. En esta exploración analizamos cómo habría sido el verdadero Commodore 128 de un mundo alternativo, una visión que combina la nostalgia con una perspectiva futurista, ideal para los entusiastas de la tecnología retro y aquellos interesados en la evolución de los ordenadores personales. La esencia del Commodore 128 radicaba en su capacidad para ofrecer tres modos distintos de operación, lo que permitía ejecutar software del Commodore 64, un modo nativo de Commodore 128 y otro para CP/M, un sistema operativo popular en aquella época. En una realidad mejorada, este concepto se habría expandido con mejor integración de hardware y software, ofreciendo una experiencia mucho más fluida y eficiente.
Por ejemplo, su procesador Zilog Z80 habría sido descontinuado en favor de un microprocesador más rápido y con mejor soporte, quizás un modelo de la familia 6502, pero con una arquitectura optimizada para multitarea y con mayor capacidad de memoria. Este avance habría permitido un rendimiento superior y una compatibilidad más amplia con programas de distintas plataformas. En cuanto a la memoria, el Commodore 128 original disponía de 128 KB, considerable para su tiempo, pero en esta versión alternativa, el equipo habría contado con memoria expansible integrada desde fábrica, permitiendo a los usuarios aumentar la RAM hasta varios megabytes. Esto habría facilitado la ejecución de software más complejo y multitarea real. El aspecto visual del Commodore 128 habría recibido una actualización considerable.
En lugar del diseño clásico de estilo teclado, el ordenador habría adoptado una estética más compacta y moderna, con una carcasa más estilizada y materiales de mejor calidad. La pantalla, que en el Commodore 128 estaba limitada por la tecnología de la época, habría estado equipada con una salida de vídeo a color capaz de resoluciones superiores, compatible con monitores CRT y, anticipándose a la era LCD, con una tecnología de pantalla mucho más avanzada que ofrecería colores más vibrantes y mejor definición. Otro punto importante sería la capacidad gráfica. El Commodore 128 original utilizaba el chip VIC-II, una pieza fundamental para gráficos en esa generación. En la línea temporal mejorada, el equipo habría incorporado un chip gráfico más avanzado, capaz de soportar gráficos en alta definición, sprites múltiples y efectos visuales más complejos, acercándose así a los estándares que más tarde dominarían el mercado con la llegada de los primeros PCs y máquinas de consola de videojuegos.
En cuanto al sonido, el chip SID (Sound Interface Device) representaba uno de los puntos fuertes de Commodore al entregar calidad sonora avanzada para su tiempo. Sin embargo, su capacidad estaba limitada. En esta versión avanzada, el Commodore 128 habría contado con un procesador de audio mejorado, capaz de reproducir múltiples canales simultáneamente con mayor riqueza sonora y una capacidad de síntesis más elevada, dando a los usuarios la posibilidad de crear música y efectos de sonido mucho más elaborados y realistas. La interfaz y los puertos de conexión también habrían sido revisados para ser más versátiles y compatibles con una amplia variedad de periféricos. En lugar de depender de conexiones propietarias, el equipo habría adoptado puertos estándar que facilitaran la conexión con impresoras, discos duros externos, unidades de cinta y otros dispositivos, pensando en la expansión y facilidad de uso.
En términos de almacenamiento, el Commodore 128 original utilizaba unidades de disco de 5,25 pulgadas y casetes magnéticos. En esta línea temporal alterna, el equipo habría integrado discos duros internos o externos con mayor capacidad y velocidad, anticipando las necesidades de usuarios avanzados y empresas pequeñas. También podría haber contado con soportes ópticos o alguna forma más avanzada de almacenamiento extraíble, mejorando la durabilidad y accesibilidad de los datos. Otro aspecto revolucionario sería su sistema operativo. El Commodore 128 operaba básicamente con una versión mejorada del Commodore BASIC.
En una mejor realidad, este sistema se habría renovado por completo, ofreciendo una interfaz gráfica más intuitiva, con menús, ventanas y soporte para periféricos apuntadores, adelantándose a la evolución de la informática personal hacia la comodidad y facilidad de uso que caracterizaría a los sistemas informáticos de los años 90. La compatibilidad con CP/M, aunque un gran punto a favor, habría sido ampliada para incluir entornos multitarea más modernos y soporte para programas de distintas plataformas, facilitando el trabajo con software profesional y ayudando a que el Commodore 128 se consolidara no solo como un ordenador doméstico sino también empresarial. También la conectividad habría tenido un salto evolutivo importante. En lugar de limitarse a conexiones en serie y paralelo de baja velocidad, este Commodore 128 mejorado habría incorporado conexiones de red que anticiparían la llegada de internet y comunicaciones entre dispositivos. Esto habría permitido compartir recursos entre ordenadores, descargar software y actualizar sistemas de manera revolucionaria para su época.
En el ámbito de la comunidad y la programación, habría un mayor impulso por facilitar el desarrollo de software, con herramientas más accesibles para programadores aficionados y profesionales. La integración de lenguajes modernos junto con el clásico BASIC habría fomentado una comunidad creativa que llevaría al Commodore 128 a protagonizar no solo juegos sino también aplicaciones empresariales, educativas y artísticas. En definitiva, el verdadero Commodore 128 de un mejor timeline habría sido un ordenador que combinara la versatilidad y compatibilidad que le hicieron famoso, con un diseño vanguardista, mayor potencia de procesamiento, capacidad gráfica y de sonido mejoradas, almacenamiento avanzado, conectividad revolucionaria y una usabilidad enfocada en anticipar las necesidades futuras del usuario. Este equipo habría marcado un antes y un después en la informática personal, posicionándose como un referente imbatible en la historia de las computadoras. La nostalgia por los ordenadores clásicos es grande, pero imaginar cómo podrían haberse perfeccionado y evolucionado en una línea de tiempo alternativa nos permite entender mejor la importancia que tuvieron y el legado que dejaron en la tecnología actual.
El Commodore 128 ideal sería por tanto un ejemplo de innovación y adaptabilidad, llevando el espíritu pionero de la época a un nivel nunca antes visto.