En un ambiente en el que la transparencia y la comunicación clara en la ciencia son esenciales, la reciente filtración de una entrevista con Jay Bhattacharya, director del Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos, ha desatado una ola de debates y controversias. Dicha entrevista, concedida a la periodista Jocelyn Kaiser para Science Magazine, se caracteriza por un intercambio conflictivo y confuso, que abre preguntas sobre las prácticas comunicativas de los medios científicos tradicionales y la influencia de intereses políticos en la investigación pública. Jay Bhattacharya, reconocido por su papel en la redacción de la Declaración de Great Barrington, asumió el liderazgo del NIH en un momento crítico en que la institución enfrentaba tensiones tanto internas como externas. Su visión sobre las prioridades científicas, la gestión de fondos y las colaboraciones internacionales ha sido objeto de escrutinio público, especialmente tras la publicación de reportes contradictorios entre diferentes medios especializados. La entrevista, que se extendió por casi veinte minutos, expuso puntos álgidos como la cancelación de subvenciones, rumores sobre nuevas políticas para detener colaboraciones extranjeras y cuestionamientos sobre la mala gestión previa en la trazabilidad de subvenciones y subcontratos otorgados al extranjero.
Bhattacharya negó categóricamente haber tenido la intención de suspender dichas colaboraciones, indicando que lo único en proceso era una política para mejorar el seguimiento de subadjudicaciones, buscando garantizar transparencia en el destino de fondos públicos. Sin embargo, esa negativa fue interpretada erróneamente en artículos periodísticos posteriores, alimentando percepciones contradictorias. Uno de los temas que resaltó fue la referencia a EcoHealth Alliance, una organización sin fines de lucro dirigida por Peter Daszak, que otorgó fondos mediante subadjudicaciones al Instituto de Virología de Wuhan. Este vínculo ha sido centro de controversias desde el inicio de la pandemia de COVID-19, debido a la dificultad para acceder a registros y a la desconfianza por posibles lagunas de seguridad. La administración anterior suspendió y eventualmente inhabilitó a EcoHealth para recibir fondos federales, en parte por la falta de cooperación ante solicitudes de información.
Bhattacharya subrayó la importancia de establecer mecanismos más rigurosos para rastrear cada dólar destinado a través de subcontratos internacionales y evitar que fondos estadounidenses se utilicen sin supervisión. Por otro lado, la filtración dejó en evidencia una interacción tensa entre Bhattacharya y la reportera, donde se cuestionó la calidad y el rigor del periodismo científico actual. El director del NIH acusó a ciertos medios, incluyendo a Nature y Science, de propagar rumores sin fundamento, y sugirió que su cobertura sobre la política de subadjudicaciones fue confusa y en algunos casos, errónea. Este punto revela la delicada relación entre científicos y periodistas especializados, donde la presión por publicar noticias exclusivas puede chocar con la precisión y la comunicación franca. La cuestión de los fondos relacionados con temas ideológicos, como la diversidad, equidad e inclusión (DEI), también fue abordada con firmeza.
Bhattacharya manifestó que la ciencia debe centrarse en avanzar la salud pública estadounidense y criticó los proyectos que, según él, no aportan un beneficio directo y medible, catalogándolos como “ideología politizada”. Esa declaración ha suscitado debates tanto en el ámbito académico como mediático, dividiendo opiniones sobre el papel que los estudios sociales intersectados con la salud deben jugar en la agenda del NIH. Otra arista importante fue la revisión de las congelaciones y cancelaciones de subvenciones a instituciones como Harvard y Columbia, vinculadas a incumplimientos en leyes de derechos civiles. Hasta ahora, el NIH mantiene esas restricciones con la expectativa de que se restauren una vez que esas instituciones corrijan sus deficiencias. Bhattacharya reiteró la importancia de que los centros de investigación cumplan con los marcos legales y de libre expresión, señalando que un entorno donde las voces disidentes son restringidas va en detrimento del progreso científico.
El ambiente que rodea al NIH ha estado marcado en los últimos meses de un cambio institucional significativo, con impacto en la moral de investigadores y personal. La periodista planteó inquietudes sobre la salida de científicos principales y cuellos de botella en procesos administrativos, mientras Bhattacharya intentó resaltar avances y medidas tomadas para aliviar dichas tensiones, aunque no siempre logró disipar las críticas. En el fondo, esta entrevista filtrada refleja tensiones más amplias que atraviesan la ciencia contemporánea, donde factores políticos, ideológicos y mediáticos inciden en la comunicación, gestión y percepción pública de la investigación. La dificultad para encontrar un equilibrio entre control y autonomía, entre transparencia y competencia informativa, es uno de los desafíos que enfrentan las instituciones científicas hoy. Además, pone en el centro el debate sobre la colaboración internacional en ciencia, un elemento clave para avanzar en enfermedades globales, pero que también despierta preocupaciones legítimas sobre seguridad y buen uso de fondos públicos, especialmente en contextos geopolitizados.
También invita a reflexionar sobre el papel del periodismo científico. Si bien la función principal es comunicar con rigor y responsabilidad, la presión por exclusivas y la competencia mediática pueden llevar a distorsiones que dañan la credibilidad, como evidenció el intercambio entre Bhattacharya y Kaiser. El caso EcoHealth Alliance, el papel de las organizaciones no gubernamentales con vínculos internacionales y el impacto en la crisis sanitaria global siguen siendo temas delicados, sobre todo cuando la información disponible está incompleta o sujeta a interpretaciones contradictorias. La exigencia de una mayor rendición de cuentas y transparencia no puede socavar el fundamento de la cooperación científica abierta y colaborativa. Finalmente, el mensaje de Bhattacharya en defensa de la libertad académica y la criticidad frente a la politización de la ciencia resuena entre muchos investigadores, pero también genera alarmas sobre posibles censuras indirectas y limitaciones a líneas de estudio que podrían ser relevantes para la salud pública, más allá de evaluaciones estrictamente cuantificables.
En conclusión, la filtración de esta entrevista sirve como un llamado a examinar cuidadosamente las comunicaciones oficiales en ciencia, la responsabilidad periodística y las políticas que definen las prioridades financieras y éticas dentro de organismos clave como el NIH. La claridad, equilibrio y compromiso común entre científicos, medios y la sociedad civil son fundamentales para construir un sistema de salud público fuerte, innovador y confiable para el futuro.