La economía mundial está enfrentando uno de sus momentos más complejos en las últimas décadas, y según el CEO del fondo soberano de Noruega, la mayor amenaza para los mercados financieros es un mundo fragmentado. Esta fragmentación, que se manifiesta a través de tensiones geopolíticas, guerras comerciales, enfrentamientos tecnológicos y conflictos bélicos, está creando una realidad económica caracterizada por un menor crecimiento y una presión inflacionaria creciente. En el contexto de estas dificultades, el fondo soberano más grande del mundo, con una cartera valorada en 1.8 billones de dólares, está analizando cómo ajustarse a este nuevo escenario y proteger sus activos frente a la volatilidad y el riesgo que este fenómeno implica. El fondo soberano noruego, administrado por Norges Bank Investment Management (NBIM), es una de las instituciones inversoras más influyentes a nivel global.
Posee participaciones significativas en aproximadamente 9,000 empresas alrededor del mundo, cubriendo sectores que van más allá del mercado accionario, incluyendo bonos, bienes raíces y energías renovables. La toma de decisiones sobre estas inversiones tiene un impacto importante no solo para Noruega, sino también para los mercados en general, dado el peso de este fondo en el entramado financiero internacional. Nicolai Tangen, CEO del fondo, ha enfatizado que la fragmentación global, también llamada a veces desacoplamiento, representa un riesgo considerable que podría resultar en la pérdida de hasta un tercio del valor del fondo en sus escenarios más adversos. Esta fragmentación viene causada por una combinación de factores que incluyen una guerra caliente en ciertas regiones, una guerra fría persistente entre superpotencias, conflictos comerciales y una competencia tecnológica intensa. Dichos frentes abiertos generan una mayor incertidumbre y una presión inflacionaria que conlleva un entrampamiento en términos de crecimiento económico.
Una de las preocupaciones clave expresadas por Tangen está relacionada con la dificultad para que las empresas den una proyección clara de su futuro. En un entorno caracterizado por la volatilidad creciente, las compañías han adoptado una postura cada vez más conservadora, limitando o eliminando las previsiones financieras para evitar sorpresas negativas. Esto quiere decir que los inversores están enfrentando un escenario donde la incertidumbre es mayor y la planificación financiera requiere una mayor cautela. Este contexto de fragmentación global no solo afecta el crecimiento económico, sino que también tiene implicaciones directas en la inflación. Las fricciones comerciales, las restricciones en las cadenas de suministro y la competencia tecnológica generan aumentos en los costos de producción.
Estas presiones se traducen en precios más altos para los consumidores, al tiempo que obstaculizan la capacidad de las empresas para expandirse y mantener márgenes saludables. Respecto a la resiliencia en este escenario complicado, Tangen apunta a que las empresas que mejor se adaptan son aquellas que pueden trasladar la presión de los precios al consumidor sin una reducción significativa en la demanda. Esto generalmente ocurre cuando los competidores también deben subir precios, evitando la pérdida de cuota de mercado. Además, las compañías con cadenas de suministro flexibles y diversificadas tienen una ventaja importante, pues pueden adaptarse más rápidamente a los cambios y desafíos logísticos que presentan las tensiones mundiales. Este enfoque en la resiliencia también se refleja en las decisiones de inversión del fondo soberano, que durante el último año ha adoptado una posición ligeramente infraponderada en acciones y en el sector tecnológico.
Esta estrategia busca reducir la exposición al sector más volátil y a aquellas empresas que podrían estar más directamente afectadas por la guerra tecnológica y las limitaciones comerciales. La situación de fragmentación también destaca la necesidad de diversificación en las carteras de inversión. No solo en términos de sectores, sino también de geografías. La desconexión creciente entre economías y mercados podría afectar diferentemente a cada región, y una cartera diversificada podría ayudar a mitigar los impactos negativos de esa división. Las inversiones en activos menos correlacionados y en sectores como el inmobiliario y las energías renovables han cobrado importancia para aportar estabilidad en este contexto.
Aunque los mercados han mostrado una volatilidad considerable en algunas semanas recientes, sorprendentemente han mantenido un desempeño estable en el año. Este fenómeno se puede interpretar como una señal de que los inversores están evaluando cuidadosamente las condiciones y optando por un enfoque prudente en sus decisiones, evitando movimientos bruscos que pudieran intensificar la incertidumbre. No obstante, el futuro sigue siendo incierto y dependerá en gran medida de la evolución de las relaciones entre las principales potencias y de la capacidad para gestionar los conflictos económicos. Un aspecto fundamental en esta nueva realidad es la transformación del enfoque hacia la cooperación internacional y la búsqueda de mecanismos que eviten una mayor fragmentación. La historia económica mundial muestra que escenarios de aislamiento y desacoplamiento suelen conducir a una reducción del crecimiento y al aumento de crisis financieras.