Durante décadas, China fue reconocida internacionalmente como el último refugio de las locomotoras de vapor en operación regular, convirtiéndose en un destino ineludible para los entusiastas del ferrocarril y la historia ferroviaria. Sin embargo, a mediados de enero de 2024, un capítulo crucial en la historia del ferrocarril chino llegó a su fin cuando los trenes de vapor realizaron su última ruta, específicamente en una mina de carbón en la provincia de Xinjiang. Este evento no solo pone punto final a la utilización cotidiana del vapor en la locomoción, sino que también simboliza la completa transición tecnológica de China hacia métodos más modernos y eficientes como la electrificación y el diésel. La historia del vapor en China es fascinante y extensa. Para muchos países, la locomoción a vapor dejó de ser común décadas atrás, con el avance acelerado hacia tecnologías más limpias y prácticas.
No obstante, China mantuvo en servicio extensas operaciones con trenes de vapor mucho más tiempo que la mayoría del mundo. Esta permanencia se debió a varios factores, incluida la abundancia de locomotoras construidas localmente, su versatilidad en sectores industriales específicos como carbón y acero, y la infraestructura todavía adaptada para su uso. Es particularmente notable que incluso en los años noventa se seguían fabricando nuevas locomotoras de vapor, una práctica insólita en la era moderna del transporte ferroviario. Uno de los puntos emblemáticos de este prolongado uso fue la línea ferroviaria Jing Peng, ubicada en Mongolia Interior, que operó con locomotoras de vapor principales hasta el 2005. Esta ruta, que se extendía aproximadamente 950 kilómetros, se convirtió en un ícono para los amantes del ferrocarril, especialmente por la utilización de las famosas locomotoras QJ 2-10-2, un modelo masivo y robusto que durante décadas dominó los ferrocarriles chinos.
La producción de estos modelos fue impresionante: más de 4,700 unidades fabricadas entre 1957 y 1988. Si bien muchas fueron desmanteladas posteriormente, algunas lograron cruzar fronteras para establecerse en países como Estados Unidos, donde aún son preservadas y en algunos casos utilizadas para servicio turístico. Tras el cierre de líneas de vapor en el ferrocarril principal, la operación de estas locomotoras sobrevivió principalmente en industrias como la minería del carbón y acerías, donde las condiciones y necesidades específicas permitían su uso prolongado. Principalmente, se utilizaban modelos como las locomotoras SY y JS, ambas configuraciones 2-8-2, que fueron fabricadas en miles de unidades durante las décadas de 1960 a 1999. Estas locomotoras no sólo demostraban la capacidad técnica de China en la fabricación ferroviaria sino también la adaptación continua a las demandas industriales particulares.
El último santuario indiscutible para las locomotoras de vapor en China fue la mina de carbón de Sandaoling, en la lejana y estratégica región de Xinjiang. Aquí, la operación ferroviaria a vapor alcanzó su apogeo durante décadas, con un funcionamiento ininterrumpido las 24 horas y múltiples locomotoras activas simultáneamente para transportar carbón dentro de la mina y hacia la red principal de ferrocarriles del país. Sandaoling representó la última fase operativa verdaderamente intensa para el vapor, en un entorno que ofrecía además un escenario visual único para fotógrafos y visitantes, especialmente en los meses de invierno donde los humos y la condensación generaban una atmósfera casi mágica. En los últimos años, la operación en Sandaoling comenzó a ser reemplazada progresivamente por locomotoras diésel. Inicialmente, estas fueron limitadas por factores como la capacidad de carga de las vías, pero avances recientes permitieron la incorporación de nuevas unidades diésel más ligeras y modernas, que no dañan las infraestructuras.
La pandemia mundial de COVID-19 ralentizó el flujo de visitantes, pero también llevó a una pausa en las operaciones turísticas que tradicionalmente duraban todo el año. No obstante, antes de la pandemia, tanto visitantes extranjeros como chinos se sumaban para presenciar el poderío y la historia latente en estas máquinas. La fase final del vapor en Sandaoling estuvo marcada por una reducción significativa del número de locomotoras activas. A principios de los años veinte, sólo unas pocas máquinas operaban para conmutación y transporte corto, con el resto en mantenimiento o fuera de servicio. La retirada definitiva comenzó formalmente a finales de 2023, cuando un accidente fortuito dañó una locomotora JS tras un choque con un camión, forzando su retiro inmediato.
En paralelo, la aprobación para usar locomotoras diésel más modernas aceleró el reemplazo definitivo del vapor. El retiro simbólico que marcó la finalización fue protagonizado por la locomotora JS8089, la última máquina activa, que cesó su operación el 15 de enero de 2024. Durante sus últimos días, JS8089 realizaba labores de cambio y pequeños trasladados, incluyendo la carga de vagones con contenedores abiertos llenos de carbón, representando una fusión curiosa entre la antigua y la nueva era del transporte. La foto icónica de esta locomotora humeante en la noche de enero se ha convertido en un recuerdo imperecedero para la comunidad ferroviaria. Este fin de la era del vapor en China no solo ilustra un cambio tecnológico, sino también representa un cierre cultural.
La locomoción a vapor siempre fue un símbolo aparentemente eterno de poder y progreso industrial. Para China, cuya evolución económica y tecnológica avanzó a pasos agigantados en las últimas décadas, el vapor se mantuvo como un testimonio vivo de sus raíces industriales. Pero al igual que en muchas otras naciones, el progreso implacable y la búsqueda de eficiencia energética, menores emisiones contaminantes y ahorro económico condujeron inevitablemente al adiós definitivo del vapor. Aunque todavía existen algunos lugares remotos en el mundo donde el vapor puede ocasionalmente operar, como en ciertas minas de Bosnia o en condiciones altamente restringidas en Corea del Norte, la época de las locomotoras de vapor regular ha terminado. En el caso de China, su despedida formal es una página que simboliza el paso del mundo antiguo hacia una modernidad tecnológica integral, marcada por la electrificación y la digitalización del transporte.
Para los entusiastas del ferrocarril y la historia industrial, este acontecimiento también abre nuevas perspectivas sobre la preservación y el rescate del rico patrimonio ferroviario chino. Varias máquinas históricas ya han sido trasladadas y restauradas en distintos países, garantizando que la memoria viva del vapor chino continúe inspirando a futuras generaciones. Además, museos y asociaciones especializadas trabajan intensamente para conservar documentos, fotografías y relatos que permitan comprender cómo el vapor fue parte esencial del desarrollo social y económico del territorio chino. En definitiva, el fin de la operación del vapor en China representa un hito trascendental en la historia ferroviaria mundial, cuyo impacto va más allá de la simple transición tecnológica. Es un reflejo del crecimiento acelerado de un país que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, pero que también honra y rememora con respeto su pasado industrial y cultural.
La imagen de la última locomotora de vapor humeando en la fría noche de Xinjiang permanecerá grabada en la memoria colectiva como un símbolo de resistencia, historia y transformación.