El trastorno de estrés postraumático (TEPT) representa una condición psiquiátrica compleja y debilitante, que afecta a millones de personas a nivel mundial. Aunque existen tratamientos efectivos como la terapia cognitivo-conductual y la farmacoterapia, una proporción significativa de pacientes no responde adecuadamente o presenta recaídas. En este escenario, la terapia de estimulación del nervio vago (VNS, por sus siglas en inglés) emerge como una innovadora estrategia terapéutica para aquellos con TEPT resistente a tratamientos convencionales. El nervio vago es uno de los nervios más largos y complejos del sistema nervioso autónomo, involucrado en la regulación de funciones vitales y en la modulación de circuitos neuronales relacionados con las emociones y el estrés. La estimulación de este nervio mediante dispositivos implantables tiene el potencial de inducir cambios neuroplásticos en los circuitos cerebrales que regulan la respuesta al miedo y la ansiedad.
Esto es particularmente relevante para el TEPT, enfermedad caracterizada por un procesamiento anómalo del miedo y dificultades en la extinción de recuerdos traumáticos. La terapia combinada de estimulación del nervio vago junto con la terapia de exposición prolongada (PE) representa un enfoque novedoso basado en la sinergia entre neuromodulación y psicoterapia. La terapia de exposición prolongada es un tratamiento basado en evidencia que busca la extinción del miedo al exponer al paciente de forma controlada a recuerdos o situaciones traumáticas, permitiendo así la recuperación emocional. Al combinarla con pulsos breves de estimulación del nervio vago, se promueve un aumento significativo en la plasticidad sináptica, haciendo que la terapia sea más efectiva. Estudios recientes han desarrollado y probado un sistema miniaturizado de VNS implantable que permite entregar la estimulación de forma precisa y sincronizada con las sesiones de terapia.
Este dispositivo, mucho más pequeño que los sistemas convencionales utilizados para epilepsia o depresión resistente, es implantado en el cuello y funciona mediante un módulo externo que energiza y controla el estimulador sin necesidad de baterías internas voluminosas. Los ensayos clínicos iniciales con pacientes portadores de TEPT resistente han demostrado resultados prometedores. En un estudio abierto de fase inicial, nueve personas con TEPT moderado a severo, que no respondían a otros tratamientos, recibieron la combinación de terapia de exposición prolongada y estimulación del nervio vago. Los participantes completaron 12 sesiones de terapia con estimulación integrada, seguida de evaluaciones clínicas durante seis meses. Sorprendentemente, todos los pacientes mostraron una reducción significativa en los síntomas, y al final del estudio ninguno cumplía con los criterios para el diagnóstico de TEPT.
Los beneficios observados no solo incluyen la disminución de los síntomas centrales del TEPT, como recuerdos intrusivos, evitación y hiperactivación, sino también mejoras en la ansiedad y la depresión asociadas, condiciones que frecuentemente complican el pronóstico. Estos efectos se mantuvieron durante meses después de finalizar el tratamiento, sugiriendo un cambio duradero en los circuitos neurales implicados. Un aspecto fundamental de este avance es la seguridad y la tolerabilidad del dispositivo y la terapia. A pesar de tratar a una población vulnerable, no se reportaron eventos adversos graves relacionados con la implantación o la estimulación. Las complicaciones menores, como dolor en la incisión o irritación en la zona de contacto del módulo externo, fueron leves y se resolvieron sin intervención.
La duración media de la cirugía fue corta, alrededor de 37 minutos, con recuperación rápida y egreso en el mismo día. El mecanismo detrás de la eficacia de la estimulación del nervio vago en TEPT radica en su capacidad para activar sistemas neuromoduladores esenciales, como los que liberan acetilcolina y norepinefrina, neurotransmisores que facilitan la formación y consolidación de memoria, particularmente la memoria de extinción del miedo. La entrega sincronizada de estímulos durante la terapia mejora la capacidad del cerebro para reorganizarse y superar los condicionamientos traumáticos. En el ámbito de la investigación preclínica, numerosos estudios en modelos animales han confirmado la utilidad de la VNS para potenciar la extinción del miedo y disminuir comportamientos análogos a la ansiedad y la hiperactividad típicos del TEPT. Estas investigaciones también han determinado que el momento y la intensidad de la estimulación son críticos para maximizar la eficacia, enfatizando la importancia de la sincronización precisa con la terapia de exposición en humanos.
Comparada con otras técnicas de neuromodulación como la estimulación magnética transcraneal (TMS) o la estimulación cerebral profunda (DBS), la VNS posee la ventaja de no requerir la estimulación directa de regiones cerebrales específicas, sino que opera a través de la activación de circuitos moduladores más amplios. Esto la hace particularmente versátil y menos invasiva en términos funcionales, aunque requiere de un dispositivo implantado. Aunque existen alternativas no invasivas que intentan estimular el nervio vago, como la estimulación transcutánea, los resultados en términos de eficacia para el TEPT han sido modestos o inconsistentes hasta la fecha. Esto refuerza la importancia de la estimulación directa mediante dispositivos implantables para asegurar la activación suficiente de los circuitos neuromoduladores. La implementación clínica de esta terapia conlleva algunos retos, especialmente relacionados con la necesidad de cirugía para la implantación.
Sin embargo, la aceptación entre los pacientes ha sido alta, con pocos rechazando el procedimiento. Además, la naturaleza temporal y focal del tratamiento, que no requiere estimulación continua, reduce los riesgos y molestias asociados a terapias implantables clásicas. Los expertos coinciden en que la terapia combinada de VNS con terapia de exposición prolongada no pretende reemplazar los tratamientos convencionales, sino ofrecer una opción adicional para las personas con TEPT resistente que no han logrado beneficios con psicoterapia o medicamentos. En este sentido, ofrece una esperanza para numerosos pacientes que enfrentan un sufrimiento prolongado y una calidad de vida deteriorada. Perspectivas futuras incluyen la realización de ensayos clínicos aleatorizados y controlados que permitan confirmar y ampliar los resultados preliminares, así como la optimización de los parámetros de estimulación y la integración con biomarcadores clínicos y neurofisiológicos para personalizar las intervenciones.
El desarrollo de sistemas con capacidad de aprendizaje y estimulación adaptativa también podría mejorar los resultados a largo plazo. La neurociencia aplicada al uso terapéutico del nervio vago está expandiendo sus horizontes a diversas áreas más allá del TEPT, incluyendo trastornos depresivos, epilepsia, y rehabilitación post accidente cerebrovascular. En cada caso, la capacidad de modular la plasticidad cerebral de manera dirigida abre posibilidades inéditas para el tratamiento de condiciones crónicas y complejas. En resumen, la terapia de estimulación del nervio vago para TEPT resistente representa un paso significativo hacia tratamientos más efectivos y personalizados. Basada en sólidos fundamentos neurobiológicos y respaldada por evidencia clínica alentadora, esta innovación tiene el potencial de transformar el manejo del TEPT, aliviando el peso de un trastorno difícil y frecuente.
Con la continuidad de investigaciones y el avance en tecnologías de neuromodulación, se vislumbra un futuro donde más pacientes puedan acceder a terapias que combinan la mente y la neurociencia para recuperar la salud emocional y la calidad de vida perdida.