En un contexto mundial marcado por la volatilidad económica, las tensiones geopolíticas en Asia-Pacífico y la transformación digital de las finanzas, Taiwán enfrenta una encrucijada crucial en la gestión de sus reservas nacionales. El legislador Ko Ju-Chun ha llamado la atención sobre la necesidad de diversificar los activos de reserva del país, proponiendo la inclusión de Bitcoin como una herramienta estratégica para fortalecer la resiliencia financiera de la isla. Esta recomendación no solo genera un debate sobre la viabilidad y los riesgos de incorporar criptomonedas en las arcas nacionales, sino también sobre el futuro de las finanzas soberanas en un mundo cada vez más digital y fragmentado. Ko Ju-Chun, legislador a nivel nacional y voz destacada en la política económica de Taiwán, ha señalado que el mayor riesgo radica en la seguridad y liquidez de las reservas actuales ante posibles fluctuaciones cambiarias extremas o conflictos regionales. Actualmente, Taiwán cuenta con cerca de 577 mil millones de dólares en reservas que combinan oro, bonos del Tesoro estadounidense y divisas extranjeras, acompañados de 423 toneladas métricas de oro.
Sin embargo, el legislador advierte que en momentos de crisis severa, los instrumentos tradicionales pueden quedar vulnerables a embargos, bloqueos o pérdidas de valor, lo que podría comprometer la estabilidad económica del país. Bitcoin, a menudo denominado “el oro digital”, se presenta en esta discusión con características que lo hacen único y atractivo como reserva soberana. Su oferta es limitada a 21 millones de unidades, lo que protege contra la inflación y la devaluación. Además, Bitcoin opera en una red descentralizada, sin autoridad central ni intermediarios, lo que le confiere resistencia a censuras, embargos y manipulaciones gubernamentales externas. En un contexto donde las potencias globales pueden imponer restricciones financieras y sanciones, un activo que escape a estas limitaciones puede ser una ventaja estratégica.
El concepto de tener Bitcoin en la reserva soberana no es nuevo, pero su adopción a nivel estatal sigue siendo una cuestión delicada y controvertida. Países como El Salvador han reconocido oficialmente a Bitcoin como moneda de curso legal y mantienen reservas en esta criptomoneda, aunque los resultados han sido mixtos y la volatilidad ha generado debates sobre la eficacia de esta medida. Sin embargo, la propuesta de Ko Ju-Chun para un pequeño porcentaje –máximo del 5% de una reserva de 50 mil millones de dólares destinada a experimentar con activos digitales– sugiere un enfoque prudente y diversificado, que no sustituye sino complementa las reservas tradicionales. La importancia del momento no puede ser subestimada. El Nuevo Dólar Taiwanés ha experimentado fluctuaciones significativas debido a la inflación global y las tensiones entre Taiwán y China, que representan una amenaza latente para la estabilidad y liquidez de las reservas.
La estabilidad monetaria es fundamental para mantener la confianza inversora y asegurar la capacidad de respuesta ante crisis económicas o políticas. En este sentido, contar con una reserva parcialmente digital y resistente podría actuar como un mecanismo de amortiguación o “seguro” en situaciones críticas. La visión de Ko también está alineada con el entorno regulatorio en evolución que Taiwán ha comenzado a desarrollar. La Comisión de Supervisión Financiera (FSC) de Taiwán presentó en marzo de 2025 un proyecto legislativo conocido como la “Ley de Servicios de Activos Virtuales”, que busca regular de manera integral el sector de criptomonedas y servicios relacionados. Esta normativa introduce requisitos rigurosos para proveedores de servicios de activos virtuales, establece estándares sobre la estructura organizativa y el capital mínimo, y promueve un ambiente seguro y transparente para inversionistas e instituciones.
El marco regulatorio también contempla permitir a bancos locales la emisión de stablecoins respaldadas por el Nuevo Dólar taiwanés, siempre bajo estrictas condiciones y supervisión. Estas iniciativas muestran el interés gubernamental por integrar la innovación tecnológica en el sistema financiero, respondiendo a la demanda global de activos digitales y mitigando riesgos para usuarios y el mercado. El anuncio de Ko y la postura del FSC son indicios claros de que Taiwán está considerando seriamente la adopción institucional de criptomonedas como parte de su estrategia económica y financiera. Sin embargo, esta transición no está exenta de desafíos. La volatilidad inherente de Bitcoin representa un riesgo considerable.
La criptomoneda ha experimentado fluctuaciones de precio dramáticas en su historia, con caídas repentinas que podrían afectar la estabilidad del valor de la reserva. Para mitigar esto, una asignación limitada y bien administrada sería clave. Otro aspecto crucial es la seguridad y custodia de estos activos digitales. La protección contra hackeos, fraudes o pérdida de claves privadas es esencial. Taiwán ya ha dado pasos en esta dirección con la implementación de servicios institucionales para la custodia de criptoactivos y la autorización de fondos cotizados en bolsa (ETFs) de criptomonedas para inversores profesionales, creando una infraestructura segura y regulada.
Además, desde una perspectiva geopolítica, aumentar el peso de activos intangibles y descentralizados como Bitcoin en las reservas nacionales podría ofrecer a Taiwán ventajas estratégicas. Dada la frágil situación con China y las posibles presiones económicas, disponer de un activo soberano resistente a embargos financieros podría ser un elemento disuasorio o, al menos, una red de seguridad. El debate sobre si Taiwán debe incorporar Bitcoin en sus reservas nacionales refleja una tendencia global hacia la reevaluación de los modelos tradicionales de gestión financiera estatal. En una economía mundial donde los activos digitales ganan protagonismo y la incertidumbre geopolítica se intensifica, las naciones buscan fortalecer sus defensas económicas con nuevas herramientas. En conclusión, la propuesta de Ko Ju-Chun pone sobre la mesa una discusión imprescindible sobre la modernización de la estrategia de reservas de Taiwán.