En la era digital actual, la inteligencia artificial (IA) está revolucionando numerosos ámbitos de la vida cotidiana, incluido el modo en que consumimos y producimos información. Sin embargo, junto con avances notables, surge un fenómeno inquietante al que los expertos han comenzado a denominar como "slop" generado por IA, un tipo de contenido de baja calidad, impreciso y muchas veces carente de sentido real, que se expande rápidamente por la red y amenaza con deteriorar la calidad del entorno informativo. Este fenómeno plantea preguntas profundas sobre el futuro del periodismo, la confianza en los medios y el impacto en la sociedad. El slop no es desinformación intencional ni noticias falsas deliberadas; más bien se caracteriza por textos vagos, llenos de palabras de moda y con ausencia de una línea argumental clara. Puede manifestarse en artículos, imágenes, videos o incluso sitios web enteros cuyo único propósito parece ser generar tráfico optimizado para motores de búsqueda mediante contenido económico y de escasa calidad.
Esta proliferación masiva de contenido carece de supervisión humana rigurosa y tiende a reproducir errores sutiles, simplificaciones excesivas y sesgos inadvertidos. A diferencia de las primeras versiones de chatbots que caían en alucinaciones evidentes, el slop actual se presenta de manera convincente y con un tono autoritativo, lo que dificulta su identificación. Uno de los grandes riesgos asociados al slop es lo que se denomina "habla descuidada" o careless speech. Este concepto se refiere a la producción automática de información que contiene imprecisiones sutiles y a menudo mezclas de hechos correctos y erróneos presentados con una seguridad que puede engañar al receptor. No se trata de mentiras intencionadas, sino de afirmaciones que parecen ciertas por la forma en que están articuladas, pero que en realidad carecen de un respaldo sólido.
Según especialistas, el peligro de este tipo de discurso radica en su potencial para socavar la confianza democrática, porque distorsiona el conocimiento colectivo sin que los ciudadanos puedan fácilmente detectar la falsedad. El proceso de retroalimentación también es preocupante. La producción acelerada y automatizada de textos generados por IA tiene la capacidad de terminar entrando como datos de entrenamiento en los propios modelos de lenguaje, haciendo que la calidad disminuya progresivamente en un ciclo similar a la contaminación ambiental. Esto podría generar un escenario donde la información legítima se vea cada vez más mezclada y erosionada por contenidos banales y erróneos que, con el tiempo, reviertan negativamente sobre la precisión y diversidad del conocimiento accesible. Una consecuencia práctica y muy visible del slop es la proliferación de sitios web que se hacen pasar por portales de noticias pero que utilizan exclusivamente generadores de texto automáticos para llenar sus páginas con contenidos optimizados para posicionamiento (SEO).
Estos sitios atraen tráfico mediante titulares sensacionalistas y contenido repetitivo sobre temas populares como celebridades, política, criptomonedas, e incluso obituarios. Algunos de estos portales operan con mínima o nula supervisión editorial y muchas veces son proyectos anónimos con motivaciones principalmente económicas, generando ingresos publicitarios a costa de la calidad informativa. En ciertos casos, esta práctica ha dado lugar a la apropiación de medios legítimos que al cesar operaciones por diversas razones son adquiridos y rellenados con contenido generado por IA para capitalizar la página. Este fenómeno no es exclusivo de un país: desde Estados Unidos hasta Serbia, se han identificado ejemplos de redes de sitios web que explotan esta estrategia para obtener beneficios económicos rápidos sin inversión humana significativa. Además, existen excepciones inquietantes donde la motivación no es el lucro, sino la propagación de propaganda o información sesgada, como en redes identificadas en ciertos contextos geopolíticos, con el propósito de influenciar la opinión pública o desinformar deliberadamente.
El papel de las plataformas digitales ante esta situación es ambiguo. La incorporación de herramientas que permiten crear contenido generado por IA en plataformas como YouTube, Facebook o Instagram puede potenciar a creadores que busquen ofrecer contenido auténtico y creativo, pero también podría inundar los feeds con versiones digitales del “fast food” informativo: contenido rápido, superficial y de escaso valor. Algunos expertos comparan la expansión del slop con los inicios del correo electrónico y el spam masivo, que en sus primeros días fue un verdadero problema, pero con el tiempo las plataformas implementaron filtros y políticas para contener su impacto. Esta analogía genera esperanza en que el slop también pueda ser detectado, bloqueado o relegado a espacios poco visibles para el público general, aunque nadie puede garantizar un desenlace similar dada la velocidad y sofisticación actual de las tecnologías. En el ámbito periodístico, el surgimiento del slop representa un llamado urgente a la diferenciación y profesionalización frente a la avalancha de contenidos automatizados.
Los medios y periodistas deberán enfocarse en la relevancia, la veracidad y el servicio a la sociedad, aspectos que las máquinas todavía no pueden replicar con exactitud. La incorporación ética y responsable de la IA puede ser una herramienta para potenciar la eficiencia o el alcance, pero nunca debe comprometer los valores fundamentales del oficio. Otro punto crítico es la dificultad para los usuarios comunes de evaluar la calidad y veracidad de la información que consumen. La apariencia de autoridad y naturalidad del texto generado por IA puede dar lugar a confusiones y desinformación no intencionada, especialmente en regiones denominadas “desiertos informativos”, donde las fuentes locales escasean y el contenido automatizado podría dominar sin competencia. Diferentes iniciativas de vigilancia, como las de NewsGuard, han comenzado a identificar y catalogar sitios web fundamentados en contenido generado exclusivamente o principalmente por IA.
Estos proyectos buscan alertar a la población y alentar a un consumo crítico. Sin embargo, la escala y diversidad del fenómeno hacen de esta tarea un desafío permanente. El futuro inmediato del slop parece ligado a la evolución de la regulación, la diligencia en el diseño de modelos de lenguaje y tecnologías generativas, y la educación mediática de los usuarios para que adopten un enfoque escéptico y reflexivo ante las fuentes digitales. Aunque casos de alto impacto y daño real, como errores en reportajes o la promoción de eventos inexistentes basados en información errónea generada por IA, ya han ocurrido, la mayoría del contenido generado permanece en zonas grises con poco alcance. En definitiva, la conquista silenciosa del slop generado por la inteligencia artificial no sólo pone en jaque la calidad del ecosistema digital, sino que redefine los retos sociales, culturales y tecnológicos de nuestro tiempo.
Frente a este panorama, es imprescindible que productores, reguladores y consumidores de información colaboren para construir un entorno más robusto, diverso y confiable, capaz de resistir la contaminación informativa y aprovechar el potencial beneficioso que la IA puede ofrecer sin sacrificar la integridad y la verdad. La clave estará en desarrollar mecanismos técnicos y normativos que orienten la inteligencia artificial hacia una búsqueda genuina de veracidad y pertinencia, evitar la automatización indiscriminada y garantizar que la inteligencia humana continúe siendo el faro que guía el conocimiento y la comunicación en el vasto océano digital actual.