En un giro inesperado que ha captado la atención de economistas, analistas financieros y traders, el reciente acuerdo de tregua arancelaria entre Estados Unidos y China ha modificado drásticamente las expectativas sobre los movimientos futuros de la Reserva Federal (Fed) en cuanto a las tasas de interés. Tras meses de tensiones comerciales y una escalada progresiva de tarifas entre las dos mayores economías del mundo, la suspensión y reducción parcial de estas barreras ha supuesto un cambio sustancial en el panorama macroeconómico global. Hasta poco antes del acuerdo, las especulaciones sobre un posible recorte en la tasa de referencia de la Fed, que actualmente se mantiene en 4.375%, ganaban terreno en los mercados. Las preocupaciones derivadas del impacto negativo de los aranceles en la inflación, el crecimiento económico y el empleo alimentaban la idea de que la Fed tendría que flexibilizar su política monetaria para contrarrestar posibles efectos adversos a corto y mediano plazo.
Sin embargo, la sorpresiva negociación que redujo los aranceles estadounidenses sobre productos chinos al 30%, y los aranceles chinos sobre productos estadounidenses al 10%, acompañada de un acuerdo para mantener estas tarifas bajas durante al menos 90 días, ha redefinido este escenario. Este pacto no solo implica una pausa en una disputa cuyas consecuencias se extendían a diversas cadenas productivas y comerciales, sino que también establece un mecanismo para continuar las discusiones económicas y comerciales, lo que proporciona un grado de certeza que anteriormente faltaba. Desde una perspectiva económica, la tregua arancelaria alivió algunas presiones inflacionarias directas que la imposición de tarifas generó, como el encarecimiento de productos importados para consumidores y empresas en ambos países. La Fed, cuyo enfoque se ha mantenido en observar con detenimiento la evolución de tarifas y sus efectos, ahora tiene un horizonte más claro para evaluar la salud económica sin la incertidumbre exacerbada por la guerra comercial en activo. La importancia de esta noticia radica en sus implicaciones para las políticas monetarias y la dinámica de los mercados financieros.
El índice CME Group FedWatch, que sigue las probabilidades de cambios en la tasa de interés fijada por la Fed, reaccionó rápidamente a la tregua arancelaria retrasando las expectativas de recorte hasta septiembre de 2025, con una reducción significativa en la probabilidad de ajuste a la baja en junio, que descendió de un 64.4% a apenas un 8.1%. Este ajuste en las expectativas refleja el optimismo renovado sobre la estabilidad y crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense, apoyado en datos preliminares como la herramienta GDPNow de la Reserva Federal de Atlanta, que estima un avance económico del 2.3% para el segundo trimestre.
A la vez, la paradoja del primer trimestre con una caída estimada del 0.3% parece ser un vestigio del periodo previo a la restructuración comercial que comienza a definirse con la tregua. El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha enfatizado reiteradamente la necesidad de contar con mayor claridad sobre los efectos reales que las tarifas tienen sobre la economía antes de tomar decisiones crucibles respecto a las tasas de interés. Ha advertido que, si las tarifas permanentes provocan un aumento sostenido de la inflación junto con una desaceleración en el crecimiento y aumento del desempleo, podría desencadenarse un escenario de estanflación, un fenómeno complicado de manejar desde la política monetaria. Por ahora, la postura oficial de la Fed se mantiene cautelosa y pragmática, con la tasa de política monetaria considerada en un nivel apropiado a la espera de datos más concluyentes.
Los analistas coinciden en que habrá que esperar a los resultados de los ciclos económicos de mayo y junio para evaluar con mayor precisión la trayectoria económica y proyectar las acciones futuras de la Reserva Federal. La tregua creada entre Washington y Pekín no solo tiene repercusiones monetarias sino también un impacto significativo en la confianza de los inversionistas globales. La reducción de la incertidumbre comercial puede fomentar la reactivación del comercio bilateral, abrir oportunidades para sectores exportadores, y en general, contribuir a la estabilidad del mercado financiero mundial. No obstante, la negociación no elimina completamente el riesgo de tensiones futuras. El mantenimiento temporal de los aranceles bajos por solo 90 días genera un plazo limitado para comprobar el compromiso y avance en las discusiones de fondo, por lo que los mercados permanecen vigilantes ante cualquier señal de reversión o escalada.
Por otro lado, sectores y empresas que se habían preparado para un escenario prolongado de guerra comercial podrían necesitar ajustar nuevamente sus estrategias en función de la evolución de este acuerdo. Asimismo, indicadores críticos como la inflación subyacente, el desempleo, y los niveles de inversión serán determinantes para marcar el curso que tome la política monetaria estadounidense. Este contexto ha condicionado también las expectativas sobre el volumen total de recortes en las tasas de la Fed para el año 2025. Desde un pronóstico previo de tres recortes posibles, la tendencia se ha reducido a dos, con un rango posible de la tasa de fondos federales estimado entre 3.75% y 4% hacia finales de año.
En suma, la tregua arancelaria entre Estados Unidos y China emerge como un factor clave que ha contenido las apuestas masivas por recortes inmediatos de las tasas de interés, al otorgar un espacio temporal para que la economía estadounidense pueda demostrar su fortaleza y resiliencia ante desafíos comerciales y monetarios. La moderación en las expectativas también indica una cautela prudente por parte de los actores económicos, que prefieren esperar señales más claras antes de anticipar movimientos abruptos en un escenario global aún vulnerable. Para analistas, inversores y responsables de política económica, la clave estará en monitorear atentamente los indicadores que la Fed utilizará para calibrar sus decisiones, así como la evolución de las relaciones comerciales y arancelarias, que mantienen un peso significativo en la estabilidad económica y financiera internacional. En definitiva, este episodio subraya la interconexión compleja entre disputa comercial, política monetaria y confianza de los mercados, mostrando cómo un acuerdo diplomático puede tener repercusiones amplias y profundas sobre las decisiones de política económica y las expectativas de crecimiento global.