El mundo del software libre y de código abierto (OSS) ha experimentado importantes transformaciones en los últimos años, reflejando tanto avances significativos como retos que ponen en tensión los principios fundamentales de esta comunidad. Estos cambios no solo afectan a desarrolladores y usuarios, sino que también constituyen un campo de batalla para empresas, plataformas en la nube, y fundaciones que buscan definir el rumbo de la innovación tecnológica y la colaboración abierta. Una de las decisiones más destacadas en la última década fue el cambio de licencias por parte de proyectos que originalmente se adherían a licencias abiertas aprobadas por la Open Source Initiative (OSI), hacia modelos de licencia denominados "source available" o con restricciones adicionales. MongoDB marcó un antes y un después al modificar su licencia AGPL tradicional por la SSPL (Server Side Public License), una licencia ideada para proteger de forma más exhaustiva el código, incluyendo programas adyacentes usados para disponibilizar el software como servicio. La AGPL, o Affero General Public License, fue una respuesta a una brecha existente en las licencias GPL: garantizaba la reciprocidad no solo cuando el software era distribuido en binarios sino también cuando era ofrecido a través de redes, como aplicaciones web.
Sin embargo, la adopción de la AGPL ha sido limitada, principalmente porque las grandes compañías de internet evitaban este tipo de licencias para no verse obligadas a liberar modificaciones propias. La SSPL llevó estas condiciones más allá, extendiendo las obligaciones no solo al código base sino también a cualquier software relacionado que permitiera entregar el servicio. Esta expansión generó críticas y rechazo principalmente de grandes proveedores en la nube, quienes consideraban imposible cumplir con sus términos, y violaba principios esenciales de la definición de software abierto, como la libertad de no imponer restricciones a otros programas distribuidos conjuntamente. Intentos de MongoDB por lograr que la SSPL fuera reconocida como una licencia de software libre por la OSI no prosperaron, evidenciando la polémica que genera esta licencia. No obstante, otros actores comerciales siguieron esta senda: Elastic y Redis adoptaron también la SSPL para proteger su código, buscando exclusividad y limitar el uso de sus proyectos por parte de gigantes tecnológicos.
La dinámica cambió en fechas recientes cuando Elastic y Redis introdujeron nuevamente la AGPL como una opción de licencia, relegando la SSPL a un segundo plano. Este movimiento no solo refleja que la SSPL no llegó a ser aceptada ampliamente dentro de la comunidad, sino que además supone un retorno a una licencia con reconocimiento oficial y mejor aceptada. El fundador original de Redis, Salvatore Sanfilippo, reconoció que el fracaso para que la comunidad y la OSI aceptaran la SSPL fue un factor clave. Además, la comunidad parece inclinarse hacia la AGPL como un tipo de licencia equilibrada: lo suficientemente fuerte para proteger el código y a la vez suficientemente promovida y estructurada para mantener la esencia del software libre. Este regreso a la AGPL no está restringido a MongoDB, Elastic o Redis.
Proyectos como Grafana, MinIO y Zitadel también migraron de licencias permisivas como Apache a la AGPL. Este cambio indica una tendencia donde se priorizan licencias que protejan mejores los intereses de los creadores comerciales sin sacrificar la confianza ni la aceptación de la comunidad. Un aspecto importante detrás de esta evolución ha sido la preocupación por el aprovechamiento que grandes servicios en la nube hacen de proyectos OSS con licencias permisivas. Estas plataformas, con sus recursos y alcance, podían capitalizar sin contribuir significativamente, llegando incluso a replicar funcionalidades y vender servicios derivados sin compartir los beneficios ni el código, como fue el caso de AWS DocumentDB frente a MongoDB. Sin embargo, la comparación temporal entre el lanzamiento de DocumentDB y la adopción de la SSPL muestra que el desarrollo de estos servicios en la nube no responde directamente a estas licencias restrictivas, sino que el mercado parece considerar la AGPL como protección suficiente para limitar el aprovechamiento desaforado, aunque persisten dudas sobre su efectividad frente a ciertos operadores, como los proveedores chinos.
Mientras el debate sobre licencias avanza, otra batalla se ha librado silenciosamente en el ámbito de las fundaciones que albergan proyectos OSS. Recientemente, la polémica surgida entre Synadia, principal autor del proyecto NATS, y la Cloud Native Computing Foundation (CNCF) expuso tensiones profundas sobre la neutralidad, gestión de marcas y compromiso a largo plazo en el ecosistema. La voluntad de Synadia de retirar NATS y sus marcas de la CNCF provocó un suceso que podría haber comprometido la estabilidad de la fundación. Afortunadamente, las partes resolvieron sus diferencias, pero la situación recordó las complejas dinámicas de poder que existen entre empresas propietarias, proyectos comunitarios y organizaciones intermediarias. Las fundaciones suelen ser vistas como garantes neutrales donde los proyectos pueden desarrollarse con reglas claras y confianza.
No obstante, este incidente mostró que estas instituciones no están exentas de críticas ni de desafíos para equilibrar los intereses de los múltiples actores involucrados. Para muchos, las fundaciones son imperfectas pero indispensables. Su función facilita que el software tenga un hogar que represente garantías inalterables y permita que empresas, desarrolladores y usuarios colaboren sin temor a cambios unilaterales. Sin embargo, la noción de que una empresa pueda donar un proyecto y luego revocar esa donación genera incertidumbre y afecta la percepción de seguridad que ofrecen estas instituciones. Aunque la comunidad OSS sigue avanzando hacia un consenso en torno a licencias que ofrezcan un balance adecuado entre protección y apertura, el episodio surgido con NATS y CNCF representa un retroceso emocional y simbólico, evidenciando que los conflictos internos pueden afectar la percepción pública del movimiento.
En definitiva, el panorama del software libre hoy se encuentra en un estado de transición y ajuste continuo. Por un lado, la adopción masiva de licencias como la AGPL indica un intento deliberado de resguardar las inversiones comerciales en software sin abandonar la filosofía abierta y colaborativa que fundamenta el OSS. Por otro, las disputas entre actores clave muestran que el camino no está exento de desafíos y que ciertas fricciones internas amenazan la cohesión. Este momento es crucial para que la comunidad OSS reevalúe sus mecanismos de gobernanza, los modelos de licencia y la relación con las plataformas comerciales y fundaciones. Encontrar un equilibrio que proteja tanto la innovación como la colaboración transparente será vital para garantizar que el software libre continúe siendo un motor poderoso de progreso tecnológico y social.
El futuro del OSS no solo dependerá de la fuerza técnica y de la calidad del código, sino también de la capacidad de todos sus actores para construir acuerdos sólidos que respeten los valores fundacionales y se adapten a un ecosistema cada vez más complejo e interconectado. A medida que avanzamos, la historia reciente nos recuerda que el camino hacia un software verdaderamente libre y sostenible es un proceso de evolución constante, donde cada paso adelante puede ir acompañado de un retroceso, pero siempre con el aprendizaje y la voluntad de seguir construyendo un mejor horizonte tecnológico para todos.