En un momento en que muchas naciones están explorando la integración de criptomonedas en sus estrategias financieras, el Reino Unido ha adoptado una postura sorprendentemente cautelosa respecto a la creación de una reserva nacional de Bitcoin o cualquier tipo de reserva estratégica en criptomonedas. A diferencia de Estados Unidos, que ha mostrado interés en acumular activos digitales como parte de su reserva, el gobierno británico ha decidido no seguir este camino, optando en cambio por un enfoque que promueve el uso de la tecnología blockchain en áreas específicas como la emisión de deuda soberana. Durante el Financial Times Digital Asset Summit celebrado en Londres el pasado 6 de mayo de 2025, Emma Reynolds, Secretaria Económica del Tesoro del Reino Unido, dejó claro que la creación de una reserva nacional de Bitcoin “no es apropiada para nuestro mercado”. Resaltó que aunque Estados Unidos bajo la administración de Trump haya cambiado su curso hacia la acumulación de criptomonedas, esa no es la estrategia que el Reino Unido desea seguir. Esta declaración marca una diferencia significativa en cómo estos dos países abordan la integración del ecosistema cripto en sus políticas económicas y financieras.
No obstante, a pesar del rechazo a la reserva, el Reino Unido ha manifestado su interés en colaborar con Estados Unidos en materia regulatoria, buscando armonizar ciertos aspectos para garantizar un entorno seguro y eficiente para el desarrollo de los activos digitales. Durante el mismo evento, Reynolds mencionó que se están planificando conversaciones continuas entre ambos gobiernos, con la intención de establecer un foro regulatorio que se lanzará en junio, como espacio para el intercambio de perspectivas y la búsqueda de un marco común para la supervisión de las criptomonedas. En lugar de acumular Bitcoin o criptomonedas en sus reservas, el Reino Unido está apostando por la aplicación práctica de la tecnología blockchain para transformar procesos financieros tradicionales. Un ejemplo destacable es la iniciativa gubernamental para contratar a un proveedor que pueda emitir deuda soberana utilizando tecnología de libro mayor distribuido (DLT, por sus siglas en inglés). El contrato para este proyecto se espera sea firmado para finales del verano, señalando una intención clara por parte del Reino Unido de modernizar sus mecanismos financieros mediante la innovación tecnológica y la digitalización.
Este proyecto de utilizar blockchain en la emisión de deuda soberana no solo representa una ventaja en términos de transparencia y eficiencia, sino que también posiciona al Reino Unido como un actor avanzado en la exploración de aplicaciones oficiales de DLT, más allá del comercio y las inversiones privadas en criptomonedas. El uso de tecnología blockchain puede brindar un registro inmutable y accesible para inversores y entidades reguladoras, reduciendo la burocracia y mejorando la seguridad en la gestión de activos soberanos. Otra faceta importante de la aproximación británica al ámbito cripto se observa en su distanciamiento con respecto al marco regulatorio MiCA (Markets in Crypto-Assets) que lidera la Unión Europea. Mientras que la Unión adopta regulaciones específicas y detalladas para emisores de criptomonedas, incluyendo stablecoins, tokens de utilidad y tokens referenciados a activos, el Reino Unido ha optado por un enfoque más basado en principios y adaptado a su regulación financiera existente. Este modelo de “mismo riesgo, misma regulación” busca integrar a las empresas relacionadas con criptomonedas bajo las reglas que ya gobiernan los sectores financieros tradicionales.
Emma Reynolds ha defendido que las firmas cripto deben ser reguladas con las mismas bases que las instituciones financieras convencionales para garantizar la protección del consumidor y la estabilidad financiera. Sin embargo, también reconoció que los sistemas completamente descentralizados, como Bitcoin, plantean desafíos regulatorios únicos y aún existen límites sobre lo que el gobierno puede controlar en estos aspectos. La caracterización de tecnologías y activos descentralizados como “algo un tanto amorfo” muestra la complejidad que implica su regulación y supervisión. Sin una entidad central que controle o pueda ser responsabilizada directamente, los reguladores enfrentan dificultades para aplicar las normativas tradicionales sin restringir la innovación o la libertad tecnológica que caracteriza a las criptomonedas descentralizadas. Este enfoque pragmático del Reino Unido se enmarca en un diálogo global donde los gobiernos buscan equilibrar la innovación financiera con la seguridad y la protección jurídica.