El mundo de las finanzas ha vivido una transformación significativa gracias al auge de las criptomonedas, y un reciente informe del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) revela datos sorprendentes sobre el impacto de estos activos digitales en los pagos internacionales. Según el reporte, durante el segundo trimestre de 2024 los pagos transfronterizos utilizando criptomonedas alcanzaron un volumen aproximado de 600 mil millones de dólares, una cifra que destaca la importancia creciente de este ecosistema en la economía global. Sin embargo, lo que realmente llama la atención es que la mayor parte de estos flujos está motivada por actividades especulativas y no únicamente por usos prácticos o comerciales. El informe del BIS subraya que las dos criptomonedas más importantes, Bitcoin y Ether, junto con los principales stablecoins, USDT y USDC, concentran la mayor parte de estos movimientos internacionales. De esta manera, la especulación se manifiesta como el motor principal detrás de la mayoría de las transacciones transfronterizas, reflejando también una fuerte relación con las condiciones globales de financiamiento.
Este fenómeno habla de una profunda interconexión entre las criptomonedas y los mercados financieros tradicionales, una tendencia que parece consolidarse con el paso del tiempo. Aunque el peso especulativo es claro, el informe también reconoce que ciertos sectores de las transacciones están impulsados por casos de uso prácticos, especialmente en cuanto al uso de stablecoins y transacciones de Bitcoin de bajo valor. Estos casos incluyen fundamentalmente remesas y pagos internacionales en los que las ventajas de rapidez, costos más bajos y ausencia de barreras geográficas juegan un papel crucial. De hecho, en muchos países en desarrollo, las criptomonedas se están posicionando como una alternativa efectiva frente a los sistemas tradicionales, que suelen imponer altas tarifas y demoras significativas en las transferencias. El reporte destaca que la naturaleza de estas transacciones escapa en buena medida a las limitaciones geográficas comunes en el sistema financiero convencional.
Mientras que las instituciones bancarias suelen estar sujetas a restricciones regulatorias y fronterizas, las transferencias en criptomonedas ofrecen un nivel de accesibilidad y rapidez que facilita la circulación global de capitales, incluso en contextos de incertidumbre económica o restricciones cambiarias. Un punto de interés relevante es el impacto que tienen las condiciones del financiamiento global sobre la especulación en criptomercados. El BIS resalta que cuando las condiciones de financiamiento se vuelven más restrictivas —algo que normalmente reduce la toma de riesgos en mercados tradicionales— también se observa una disminución sustancial en los flujos especulativos en criptomonedas. Este vínculo evidencia cómo la economía digital está cada vez más integrada con las finanzas convencionales, reflejándose en el comportamiento sincronizado de los capitales en ambos entornos. La creciente interconexión también implica mayores riesgos.
El informe menciona que los riesgos específicos relacionados con criptomonedas, junto con un mayor nivel de conciencia pública, influyen en los flujos de inversión hacia estos activos. La percepción general de las criptomonedas como activos especulativos se consolida, reforzando la idea de que una parte sustantiva del capital invertido responde a motivaciones de ganancia a corto plazo y no a una adopción tecnológica o de uso cotidiano. Este análisis coincide con una advertencia previa del BIS, emitida aproximadamente un mes antes, sobre la creciente cantidad de inversores y capitales involucrados en criptomonedas y finanzas descentralizadas, que podrían representar una amenaza para la estabilidad financiera global y aumentar la desigualdad económica. El crecimiento acelerado del sector sugiera una especie de masa crítica que debe ser gestionada cuidadosamente para evitar episodios de volatilidad extrema o crisis sistémicas. Además de su función especulativa, las criptomonedas cumplen un papel operacional como medio de transacción, especialmente stablecoins y Bitcoin, usados para pagos internacionales bilaterales.
En economías con altos niveles de inflación o donde existen elevados costos para usar monedas fiduciarias en transferencias, el uso de criptoactivos crece de manera proporcional. La facilidad para enviar fondos a países con mayor actividad económica entre remitentes y receptores también contribuye positivamente a estos flujos. Un factor determinante en la adopción de criptomonedas para trasladar dinero internacionalmente es la alta tarifa que imponen las instituciones financieras tradicionales. Los costos por remesas, muchas veces onerosos, incitan a individuos y empresas a buscar alternativas digitales más accesibles y económicas. En este contexto, las criptomonedas ofrecen una solución ágil y menos costosa, lo que explica en parte su expansión en mercados emergentes y entre comunidades migrantes que envían dinero regularmente a sus países de origen.
Los Estados Unidos y Reino Unido emergen como dos de los protagonistas más importantes en estos movimientos, concentrando juntos aproximadamente el 20% de los pagos transfronterizos realizados con Bitcoin y USDC, y cerca del 30% en transacciones con Ether. Por otra parte, países como Rusia y Turquía sobresalen en el uso del stablecoin USDT, representando más del 12% de las transacciones mundiales con esta moneda digital. A nivel global, este escenario indica que las criptomonedas ya no son un fenómeno marginal, sino un componente integral del sistema financiero internacional. Su capacidad para reducir fricciones entre sistemas, romper barreras geográficas y ofrecer alternativas más accesibles está mejorando la inclusión financiera, pero también genera desafíos regulatorios y de estabilidad que deben abordarse con precaución. La comunidad financiera y los gobiernos enfrentan el reto de equilibrar la innovación y la protección, reconociendo que la especulación seguirá siendo un motor fundamental en el mercado de criptomonedas.
La regulación inteligente y coordinada puede ayudar a mitigar riesgos sistémicos sin frenar el potencial de crecimiento y adopción que estos activos digitales ofrecen. Por último, las criptomonedas continúan evolucionando, y su relación con los mercados tradicionales se hará más estrecha con el tiempo. El informe del BIS muestra que entender esta dinámica es crucial para anticipar cambios en el flujo global de capital y diseñar políticas económicas que integren de manera eficiente a las criptomonedas en el entramado financiero mundial, promoviendo beneficios sin comprometer la estabilidad y equidad.