Los líderes de los países que conforman el Grupo de los Siete (G7) se están preparando para abordar un tema de alta prioridad en su próxima cumbre en junio, que tendrá lugar en Alberta, Canadá: los ciberataques orquestados por Corea del Norte y el robo masivo de criptomonedas. Estas actividades ilegales, vinculadas a la estrategia de Pyongyang para financiar sus programas nucleares y de misiles, han generado preocupación a nivel global y motivan un esfuerzo coordinado para aumentar la seguridad cibernética y sancionar a los responsables. En los últimos años, Corea del Norte ha hecho uso extensivo de su capacidad tecnológica mediante ataques digitales que involucran plataformas de criptomonedas y empresas tecnológicas. Grupos de hackers norcoreanos, especialmente el conocido como Lazarus Group, han llevado a cabo múltiples incursiones para sustraer miles de millones de dólares en activos digitales. El dinero obtenido se utiliza para sortear sanciones internacionales y financiar el desarrollo de armas nucleares y programas de misiles balísticos.
Las operaciones cibernéticas de Pyongyang han evolucionado y aumentado en magnitud, demostrando un sofisticado nivel de coordinación y penetración en los sistemas de instituciones financieras y plataformas de intercambio de criptomonedas en todo el mundo. En febrero de 2025, un esclarecedor ejemplo fue el robo de aproximadamente 1.500 millones de dólares de la exchange de criptomonedas Bybit, con sede en Dubái, atribuido a hackers vinculados a Corea del Norte. El FBI y otras agencias internacionales han confirmado que estos ataques no son aislados. En promedio, en 2024, se detectaron 47 grandes ataques relacionados con Corea del Norte, con un total de 1.
340 millones de dólares sustraídos en criptomonedas, casi el doble de lo reportado en 2023. La capacidad para convertir rápidamente las monedas robadas en bitcoin y dispersarlas en miles de carteras digitales dificulta la rastreabilidad y el bloqueo de estos fondos. Además del robo directo, Corea del Norte ha establecido una red global de trabajadores tecnológicos e informáticos que operan desde lugares como China y Rusia. Estos profesionales actúan como freelance con identidades falsas para infiltrarse en empresas del sector tecnológico alrededor del mundo, ampliando el alcance de la amenaza cibernética y asegurando ingresos para el régimen norcoreano. Esta guerra digital clandestina ha llevado a organismos internacionales y gobiernos a considerar respuestas conjuntas.
En este contexto, la próxima cumbre del G7 buscará establecer medidas conjuntas para fortalecer las regulaciones globales en ciberseguridad, implementar bloqueos efectivos a los activos digitales vinculados a Pyongyang y tomar acciones rigurosas contra plataformas que faciliten esta fuga de capital ilegal. Canadá, como país anfitrión, impulsa una agenda que prioriza la cooperación internacional y el intercambio de inteligencia para mitigar los riesgos que representan estos ataques. La intención es crear un frente unido que pueda disuadir futuras acciones delictivas y proteger la infraestructura digital vital para la economía global. El papel del G7 es crucial en este escenario, ya que sus economías representan un segmento importante del comercio y la tecnología mundial. Una postura firme y coordinada ante el malware, el fraude y el robo de activos digitales enviados desde Corea del Norte puede sentar un precedente para otras coaliciones globales y sanciones internacionales.
El caso de Corea del Norte también refleja la complejidad del cibercrimen en el mundo contemporáneo. A diferencia de las amenazas tradicionales, los ataques digitales cruzan fronteras sin restricciones físicas, lo que exige una colaboración multinacional basada en la transparencia y la vigilancia constante. Asimismo, es importante que las empresas de criptomonedas, exchanges y plataformas digitales fortalezcan sus protocolos de seguridad y colaboración con organismos reguladores, minimizando la vulnerabilidad que los hackers explotan. La responsabilidad compartida entre sector privado y gobiernos emerge como un factor esencial para combatir esta amenaza creciente. Los análisis de expertos indican que sin una respuesta efectiva, Corea del Norte continuará expandiendo sus operaciones ilícitas, potencialmente haciendo que el robo de criptomonedas se convierta en uno de sus métodos principales para evadir sanciones y financiar actividades militares.
Por lo tanto, la cumbre del G7 se presenta como una oportunidad crítica para redefinir estrategias y consolidar esfuerzos en defensa del orden financiero y la seguridad digital mundial. En conclusión, la discusión sobre los ciberataques y robos vinculados a Corea del Norte ocupará un lugar destacado en la agenda del G7 de junio, señalando un punto de inflexión en la lucha global contra el cibercrimen estatal y la protección de sistemas financieros digitalizados. La cooperación internacional y la implementación rápida de medidas serán decisivas para enfrentar esta amenaza y mantener la estabilidad en el ámbito digital y geopolítico.