En un mundo laboral que a menudo se siente más joven que nunca, la llegada a ciertos hitos de edad puede ser vista como un signo de declive en la carrera profesional. Recientemente, una conocida empresa de reclutamiento lanzó una campaña publicitaria en la que clasificaba las etapas de la carrera según la edad, sugiriendo que a los 55 años uno entra en una era de “declive”. Esta categorización desató una ola de reacciones que cuestionaban profundamente la forma en que la sociedad, y particularmente el ámbito laboral, percibe a aquellos que han superado la mitad de su camino profesional. Sin embargo, más allá de estas etiquetas, hay un camino claro para transformar esta supuesta “era de declive” en un ascenso fulgurante. La campaña de la empresa fue tan polémica que tuvieron que retirarla rápidamente, reconociendo que su interpretación de la edad y el trabajo era, como mínimo, problemática.
Es desalentador que en un momento donde la diversidad y la inclusión son términos comunes en el vocabulario corporativo, aún persista un estigma tan fuerte hacia los profesionales mayores. A menudo, las personas de 55 a 65 años son vistas como menos capaces o menos relevantes en un entorno que prioriza la juventud. Es un mito que debe ser desmantelado. El mundo laboral actual es un mosaico de habilidades; cada generación aporta sus propias fortalezas y experiencias. Contrario a la narrativa predominante de que los mayores son menos hábiles, estudios demuestran que los trabajadores con más experiencia tienen una valía incalculable.
Traen consigo una sabiduría forjada en años de desafíos y éxitos. Sin embargo, la percepción negativa de que son menos adaptables a la tecnología es, en muchos casos, simplemente falsa. Este es un momento clave para los profesionales en esta franja de edad: están en una posición única para reinventarse. Aquí hay algunas maneras en las que pueden convertir su “declive” en un ascenso extraordinario. Primero, es vital cambiar la mentalidad.
En lugar de ver la edad como un obstáculo, es esencial reconocerla como una ventaja competitiva. Los años de experiencia laboral proporcionan una capacidad inigualable para resolver problemas complejos y entender dinámicas interpersonales. En lugar de permitir que la sociedad les coloque en una caja, los profesionales deben reforzar su confianza en sus capacidades y buscar oportunidades que valoren el conocimiento acumulado. El segundo paso implica la capacitación continua. A medida que la tecnología avanza a un ritmo acelerado, es fundamental que los trabajadores mayores se mantengan relevantes.
Este no es el momento de frenar el aprendizaje; al contrario, es el momento de adaptarse y evolucionar. Muchas instituciones ofrecen cursos en línea diseñados para ser accesibles y pertinentes. Hacer un esfuerzo para aprender nuevas herramientas y técnicas puede abrir nuevas puertas y oportunidades en el marco laboral. La creación de redes es otra estrategia clave que a menudo se pasa por alto. Muchos profesionales en la cima de sus carreras están ansiosos por compartir su experiencia.
Asistir a conferencias, talleres y eventos de networking puede ayudar a establecer conexiones valiosas. Estas interacciones no solo pueden resultar en posibilidades de empleo, sino que también pueden proporcionar inspiración y nuevas ideas sobre cómo abordar proyectos o desafíos. La flexibilidad también juega un papel crucial en esta transformación. La era moderna está redefiniendo cómo y dónde se realiza el trabajo. Muchos mayores de 50 años se están inclinando hacia el emprendimiento, creando sus propias empresas o consultorías donde pueden aplicar su experiencia.
La libertad de trabajar para uno mismo puede ser empoderadora y permite un enfoque renovado hacia la carrera. Un factor importante para cambiar la narrativa es hablar sobre los logros y las contribuciones. A menudo, los profesionales en este grupo de edad se encuentran subestimados. Es fundamental documentar y comunicar los éxitos pasados, así como las habilidades adquiridas a lo largo de la carrera. Esto no solo ayuda a las personas a sentirse más seguras, sino que también les proporciona un argumento sólido cuando buscan nuevas oportunidades o desafíos.
Por último, buscar mentores o ser un mentor puede ser una inversión invaluable. El aprendizaje intergeneracional no solo se beneficia a sí mismo, sino que también eleva a otros. Los profesionales mayores pueden ofrecer una perspectiva valiosa a los jóvenes, mientras que también pueden aprender de la energía y las ideas frescas que estos traen consigo. Este tipo de interacción puede resultar enriquecedora a nivel personal y profesional. A medida que nos dirigimos hacia un futuro laboral que refleja la diversidad en todas sus formas, es esencial reprogramar cómo vemos la edad.
En vez de caer en la trampa del “declive”, es hora de explorar nuevas formas de crecimiento y avance. Las etapas avanzadas de la carrera pueden ser vistas no como un final, sino como el principio de una nueva y emocionante fase de la vida profesional. Incluso si algunas empresas se aferran a antiguas nociones de edad y disminución de la capacidad, la realidad es que los trabajadores de más edad están listos y dispuestos a demostrar su valía. Con una mentalidad positiva, una constante apertura al aprendizaje y la disposición de adaptarse, cualquiera puede convertir lo que se percibe como un declive en un verdadero ascenso. Cada nuevo año trae consigo oportunidades para reinventarse y crecer, y esto es igualmente válido a los 55 como a cualquier otra edad.
La clave está en rechazar las etiquetas dañinas y adoptar una visión de futuro donde la experiencia y el conocimiento sean celebrados y valorados. Así que, si estás en esa etapa “de declive”, recuerda: el viaje está lejos de terminar; más bien, ¡está por comenzar!.