En un momento decisivo para la política de defensa de Estados Unidos, el Secretario de Defensa Pete Hegseth ha anunciado una ambiciosa iniciativa para reducir en un 20% la cantidad de oficiales de cuatro estrellas en las fuerzas armadas. Este movimiento, que profundiza los recortes ya realizados en los rangos más altos del Pentágono, refleja una nueva era de transformación en la gestión del Departamento de Defensa con objetivos claros centrados en la eficiencia estratégica y la reducción de estructuras burocráticas que, según Hegseth, no contribuyen directamente al éxito en el campo de batalla. Pete Hegseth, conocido por su pasado como presentador en Fox News y su estrecha vinculación con la administración Trump, ha sido un crítico constante del tamaño y la composición del liderazgo militar. Su perspectiva sostiene que una superestructura de altos mandos puede entorpecer el funcionamiento efectivo de las fuerzas armadas. Según sus propias declaraciones, «más generales y almirantes no equivalen a más éxito», lo que subraya su creencia en la necesidad de una fuerza más ágil y operativa, donde el exceso de rangos altos podría generar confusión o diluir la toma de decisiones estratégicas.
Este programa de reducción no se limita únicamente a las fuerzas activas, sino que también incluye al Cuerpo de la Guardia Nacional, donde se ha previsto una disminución mínima del 20% en los generales, y una reducción adicional del 10% para los oficiales generales y de bandera en el resto del ejército. La medida constituye un ajuste radical que puede alterar la dinámica habitual dentro de las estructuras militares, planteando desafíos y debates sobre la conveniencia y el impacto real que estos recortes podrían generar. El enfoque detrás de esta reforma es maximizar la preparación estratégica y no se trata de una acción arbitraria o punitiva hacia los altos mandos. Hegseth ha enfatizado que esta es una acción coordinada con el Estado Mayor Conjunto, buscando evitar decisiones precipitadas y asegurando que el proceso se realice con cuidado pero con celeridad para enfrentar los futuros retos a los que se enfrenta la seguridad nacional. Las críticas no han tardado en surgir, sobre todo desde el ámbito político y militar.
Senadores como Jack Reed han expresado sus reservas acerca de la medida, advirtiendo que la eliminación de posiciones clave sin un análisis profundo podría comprometer la eficiencia del ejército y no solo reducir cargos. La preocupación se centra en que la experiencia y el conocimiento de muchos de estos oficiales, considerados entre los más capaces y experimentados, son esenciales para el funcionamiento óptimo de las fuerzas armadas y para la conducción de operaciones complejas a nivel global. Esta reestructuración llega en un contexto marcado por una revisión integral del despliegue y la organización de las fuerzas estadounidenses en todo el mundo. Entre las opciones que se estudian para lograr estos recortes está la posible fusión de comandos combatientes, entidades que hoy en día operan en distintas zonas geográficas y que son lideradas por oficiales de cuatro estrellas. La combinación de U.
S. African Command con U.S. European Command o la integración de U.S.
Southern Command con U.S. Northern Command son ejemplos claros de las propuestas en consideración. Asimismo, la revisión se extiende a altos mandos regionales, como los responsables de las fuerzas en el Pacífico o en Corea, en busca de eliminar redundancias y optimizar recursos. Este proceso refleja una visión militar más moderna y adaptada a las exigencias cambiantes del entorno geopolítico global.
Al reducir los altos mandos, Hegseth apunta a establecer un ejército más orientado a la acción directa, rápido en la toma de decisiones y con menos capas administrativas que puedan ralentizar operaciones o absorber recursos que podrían destinarse al entrenamiento, tecnología o infraestructura militar. El cambio también implica un giro en la cultura interna del Pentágono, ya que en las últimas semanas se han producido despidos de altos funcionarios civiles ligados al equipo de Hegseth, en gran parte relacionados con investigaciones sobre filtraciones. Esto refleja una administración decidida a implementar con firmeza su visión, aunque ello implique la remoción de figuras tradicionales dentro de la defensa estadounidense. Desde una perspectiva estratégica, esta iniciativa tiene por objetivo fortalecer la capacidad de las fuerzas armadas para responder a amenazas emergentes en múltiples frentes, mientras se optimizan recursos financieros y se eliminan estructurales consideradas obsoletas o ineficaces. Además, la reducción también puede favorecer una mayor coordinación entre ramas militares y una mayor integración de esfuerzos en escenarios de conflicto.