En la década de los noventa, China estaba experimentando una transformación profunda tanto en su economía como en su esfera tecnológica, un proceso que reflejaba su intención clara de abrirse al mundo y modernizar sus infraestructuras. En 1993, las calles de Pekín estaban adornadas con grandes pancartas que proclamaban "Una China más abierta espera el año 2000", un reflejo palpable del deseo del país de proyectar una imagen de modernidad y progreso con miras incluso a convertirse en sede de los Juegos Olímpicos del 2000. Esta campaña de apertura económica y política se tradujo en un crecimiento vertiginoso de sectores como el comercial y manufacturero, con un notable resurgimiento del espíritu emprendedor chino, que muchos pensaban perdido tras décadas de régimen socialista cerrado y control estatal extremo. En este escenario de cambio y crecimiento acelerado, el creciente interés en las tecnologías de la información y la computación fue un factor clave. Las universidades, las empresas y las instituciones gubernamentales empezaban a actualizarse rápidamente para adoptar sistemas informáticos avanzados.
China no solo importaba tecnología, sino que también desarrollaba su propia capacidad técnica, incluyendo el desarrollo de compiladores y herramientas para lenguajes de programación como Ada, que se destacó por su uso en sistemas críticos y militares alrededor del mundo. Ada, un lenguaje de programación conocido por su robustez, eficiencia y estructura orientada a sistemas de misión crítica, se convirtió en un instrumento estratégico para el gobierno chino. El país adoptó Ada como lenguaje estándar para sus proyectos militares, reflejando no solo una confianza en la tecnología occidental, sino también el deseo de producir internamente soluciones de software confiables y seguras. Uno de los proyectos más notables fue el diseño del sistema de control de tráfico aéreo para Pekín, que utilizaría Ada como pilar fundamental. Más allá del ámbito militar, comenzaron a surgir discusiones sobre la implementación de Ada en el sector bancario, anticipando un futuro donde la seguridad y la estabilidad del software serían vitales para el desarrollo económico y financiero.
En 1993, Richard Riehle, un reconocido experto en Ada, tuvo la oportunidad de impartir tres seminarios en Pekín organizados por Beijing Green Valley Software (BGVS). BGVS fue clave en el desarrollo de Ada en China, no solo creando compiladores y herramientas, sino también explorando vías para colaboraciones internacionales y la comercialización de componentes reutilizables en Ada. Este actor emergente simbolizaba el esfuerzo chino por integrarse en el mercado tecnológico global, combinando innovación interna con alianzas estratégicas externas. El uso de Ada en China quedó enmarcado en un contexto más amplio de desarrollo informático que abarcaba desde la adopción de sistemas operativos populares como UNIX hasta el interés creciente por los productos de Microsoft. Aunque UNIX era predominante en muchas instituciones, Microsoft se posicionaba agresivamente para ganar cuota en el mercado chino con sistemas como Windows, NT y Chicago.
Esto indicaba un panorama de software muy competitivo y diversificado, donde Ada se aseguraba un nicho especializado en aplicaciones confiables y de alta seguridad, especialmente donde la tolerancia a fallos era crítica. La economía china de mediados de los 90 mostraba signos robustos con una tasa de crecimiento proyectada del 7% anual, aunque también enfrentaba desafíos como una inflación del 15%. Estas condiciones impulsaban una fuerte demanda por software eficiente y confiable. La liberalización del mercado permitió que grandes compañías estadounidenses, como IBM y Chrysler, así como empresas de Hong Kong y Taiwán, invirtieran en sectores que iban desde la industria pesada hasta la infraestructura tecnológica. El ambiente político, aunque de un solo partido, empezaba también a mostrar señales de apertura y flexibilidad, con mejoradas relaciones con Taiwán y un debilitamiento del temor proyectado hacia la antigua Unión Soviética, que ya se encontraba en disolución.
Esta coyuntura política facilitó la entrada de tecnologías y la cooperación internacional, haciendo posible que China no solo adaptara sino que también produjera tecnología avanzada. De este modo, la historia de Ada en China durante 1994 es un reflejo del despertar tecnológico de un gigante dormido. Representa la intersección entre la tradición emprendedora china y las nuevas oportunidades ofrecidas por un mundo cada vez más interconectado y digitalizado. Centrarse en Ada fue parte de una estrategia más amplia para fortalecer sectores clave a través de tecnologías de software confiables, generando beneficios tanto en el ámbito militar como en el civil. La relevancia de Ada fue también un mensaje para la industria global del software: China no solo era un consumidor masivo de tecnología, sino un competidor creciente en el desarrollo y aplicación de soluciones tecnológicas críticas.
Beijing Green Valley Software y otras entidades similares fueron pioneras en posicionar a China en el mapa mundial de Ada, creando un ecosistema que combinaba la formación técnica, la colaboración internacional y la innovación propia. En resumen, la adopción de Ada en China en 1994 no debe entenderse solo como un dato técnico sobre un lenguaje de programación, sino como un símbolo potente del esfuerzo chino por integrarse en la economía global de alta tecnología. Esta etapa inicial sentó las bases para que el país emergiera no solo como fabricante y consumidor, sino también como creador y desarrollador de tecnologías avanzadas que definirían sus próximas décadas. El "dragón" chino, entonces, no solo despertaba; comenzaba a dominar su vuelo en el cielo internacional gracias, en parte, al poder de Ada en su arsenal tecnológico.