En la última década, hemos observado un cambio notable en la dinámica de la riqueza a nivel global. Tradicionalmente, el concepto de riqueza ha sido dominado por hombres, pero esta tendencia está en plena transformación. Las mujeres, especialmente las de la generación de los "baby boomers", están ganando cada vez más terreno en el ámbito financiero y se espera que, para el año 2030, controlen una parte significativa de los activos financieros en los Estados Unidos. Un informe del Centre for Economic and Business Research (CEBR) proyecta que, en el Reino Unido, hasta el 60 por ciento de la riqueza nacional podría estar en manos femeninas para 2025. Este cambio, que se clasifica como la mayor transferencia intergeneracional de riqueza en la historia humana, tiene profundas implicaciones para la industria de la gestión patrimonial.
Según Debbie Wills, jefa de Gestión Patrimonial para Europa en Standard Chartered Private Banking, aunque las mujeres no necesariamente realizan decisiones de inversión radicalmente diferentes a las de los hombres, el proceso que siguen y las conversaciones que desean mantener a lo largo del camino requieren un enfoque diferente. Una de las razones fundamentales detrás del aumento del número de mujeres millonarias es la longevidad. Los hombres de la generación del baby boomer están llegando al final de sus vidas y, al hacerlo, suelen dejar su riqueza a sus parejas femeninas, quienes frecuentemente son más jóvenes y vivirán más tiempo. Según un informe de McKinsey en 2020, las mujeres en Estados Unidos viven, en promedio, cinco años más que los hombres. Esta diferencia de longevidad, combinada con la tendencia de las mujeres a casarse con hombres que son, en promedio, dos años mayores, ha llevado a que un número creciente de mujeres herede activos significativos.
Además, las empresarias exitosas están en aumento. Un informe de 2023 reveló que China representa el 62 por ciento del total de las multimillonarias autogeneradas en el mundo, con un total de 68 mujeres alcanzando este estatus. Este fenómeno no solo muestra el crecimiento de la riqueza en manos femeninas, sino también el surgimiento de mujeres con visiones empresariales únicas, dispuestas a desafiar el statu quo. Sin embargo, la creciente riqueza de las mujeres no solo se traduce en activos financieros. Las mujeres tienden a tener intereses y prioridades diferentes, lo que podría influir en sus preferencias y decisiones de inversión.
Según Wealth-X, alrededor del 60 por ciento de las mujeres ultra-ricas (aquellas con más de 30 millones de dólares en activos) consideran que la filantropía es un interés de alta prioridad, en comparación con solo el 35 por ciento de los hombres ultra-ricos. Esta inclinación hacia la filantropía indica una nueva forma de abordar la riqueza: no solo se trata de acumular capital, sino de utilizarlo para generar un impacto positivo en la sociedad. Un estudio realizado por Fidelity en 2021 encontró que las inversoras mujeres superan a sus contrapartes masculinas en un 0.4 por ciento, lo que puede parecer un número pequeño, pero tiene implicaciones significativas a largo plazo. Esta tendencia sugiere que las mujeres, al enfocarse en la planificación financiera a largo plazo, la conservación de la riqueza, la inversión sostenible y la filantropía, están adoptando un enfoque más estratégico y considerado hacia la gestión de su patrimonio.
Para que la industria de servicios financieros se adapte a estas nuevas necesidades y objetivos, es crucial que los gestores de patrimonio reconozcan y respondan a las diferencias en la forma en que las mujeres abordan sus finanzas. Wills subraya la necesidad de mejorar el compromiso y las relaciones con las clientas. La tecnología puede jugar un papel importante aquí, facilitando el acceso a datos más diversos que permitan a los gestores proporcionar una experiencia única y adaptada a cada clienta. La representación femenina en posiciones ejecutivas dentro de la industria de servicios financieros también es fundamental. Según Deloitte, las mujeres ocupan actualmente solo el 18.
9 por ciento de los puestos en la alta dirección a nivel mundial, una mejora respecto al 12.1 por ciento en 2012, pero aún insuficiente. Wills argumenta que cerrar esta brecha no solo contribuirá a una diversidad de opiniones en las juntas directivas y comités de inversión, sino que también permitirá a las empresas servir mejor a una clientela cambiante. La necesidad de adaptar las conversaciones y estrategias de inversión es crítica. Como señala Wills, los gestores de inversión masculinos deben ser capaces de ajustar sus enfoques, incluso si el resultado final de inversión es el mismo.
La habilidad de "tweakear" el enfoque según las preferencias de las clientas no solo mejorará los resultados financieros, sino que también permitirá establecer relaciones más sólidas y significativas. Por otro lado, es importante también mencionar el surgimiento del movimiento de mujeres emprendedoras e inversoras que buscan redimensionar el landscape financiero. Estas mujeres no solo aspiren a alcanzar metas financieras, sino que también buscan marcar una diferencia en sus comunidades, invertir en causas sostenibles y asegurar un legado que trascienda su tiempo. Al mirar hacia el futuro, es probable que la creciente riqueza de las mujeres impulse una transformación significativa en el sector financiero. Las instituciones financieras que ignoren esta tendencia pueden quedar atrás, mientras que aquellas que se adapten y evolucionen con la nueva realidad socioeconómica no solo prosperarán, sino que también desempeñarán un papel crucial en el empoderamiento de una nueva generación de mujeres inversoras.
En conclusión, el ascenso de la mujer acaudalada representa no solo un cambio en la titularidad de la riqueza, sino también un cambio en su significado y uso. A medida que más mujeres asumen el control de su salud financiera, el enfoque de la industria de gestión de patrimonios tendrá que evolucionar. Este es el momento de abrazar una nueva narrativa sobre la riqueza, donde las mujeres juegan un rol protagónico,-modelando no solo su futuro financiero, sino también el de generaciones venideras.